ADRIANO
ó EL SECUESTRO
Drama.
Darío Varela.
05.06.2014
Personajes
1. Adriano, presidente del Reino de Espanta
2. Adriano Piedra
3. Adriano Cristal
4. Oshidori
5. El Rey
6. Pablo, ministro de Información
7. Vice Presidenta
8. Ministro de Finanzas
9. Ordeñador, esposo de la VicePresidenta
10. Padre
11. Jefe de Seguridad
12. Hija
13. Madre
Actores 1, 2, 3 y 4 que están en el público
Tres personajes y dos guardias, que no hablan
ESCENA
I
Despacho
de Adriano, Presidente del Reino de Espanta.
Sentado frente a su escritorio Adriano revisa papeles y lee
informes.
A su izquierda, hierático, Adriano Piedra, enfundado
en traje oscuro, luce, viste y actúa como aquél.
También está presente Adriano Cristal, cálido,
ligeramente encorvado, vestido informal y ademán sin
pretensión.
Adriano, ensimismado, parece no escuchar a los Adriano, que
son invisibles e inaudibles para el resto de los personajes,
con una sola excepción, como se verá.
ADRIANO
CRISTAL: Acepto que le ha dado buenos resultados, visto que
ha llegado a ser presidente, lo que se puede interpretar como
que es el primero de los españoles
ADRIANO
PIEDRA: ¿Interpretar? Lo dice la constitución.
Después del rey, es la persona más importante
y poderosa del reino
ADRIANO
CRISTAL: El más poderoso y no se atreve a enfrentar
a los periodistas. Se esconde tras una pantalla de TV. Ni
el presidente del país más atrasado. Ni el jefe
de la tribu más salvaje. Todos disfrutan de estar en
los medios, se ufanan del poder. … Y él no se
atreve a dar la cara.
ADRIANO:
Si pudiera ser hoy lo que antes era
ADRIANO
CRISTAL: Byron, Adriano… Byron… Los románticos
que parecían etéreos se alzan imponentes.
ADRIANO:
¿Byron?… Me refiero al paro… Si tuviéramos
tres millones menos, solo tres millones
Dos
golpes solemnes a la puerta. Sin esperar respuesta asoma Oshidori
, algo envejecido, ahora asistente del Presidente.
OSHIDORI:
Señor…. El Rey
ADRIANO
(asombrado): ¿Cómo que el rey?... Espero a la
Santísima Trinidad
OSHIDORI:
Ud. sabe cómo es el Rey… No entiende de protocolos.
Cree que el reino es su casa y que toda la vida es juego.
ADRIANO:
Pues dile que estoy ocupado
OSHIDORI:
Señor…
Hace
su entrada el Rey. Es un tío relajado aunque ceremonioso.
REY: Adriano…
Perdona que te interrumpa tan temprano. Sé que llegas
a tu despacho antes del amanecer. No resistí la tentación
de acercarme.
ADRIANO:
(Se ha puesto de pie. Muy respetuoso): Majestad ….
REY (conminándolo
a permanecer sentado): Vamos, déjate de protocolos…
Te lo he dicho… Nunca antes me sentí tan a gusto
con un presidente… y más ahora que tenemos un
secreto en común.
ADRIANO:
¿Un secreto?
REY: ¿Aún
no lo sabes?... Pues no pasará mucho tiempo sin que
tengamos que celebrarlo.
ADRIANO: Majestad… Me confunde… No imagino a qué
puede referirse Ud…. Algo para celebrar… No parece
probable en estos días
REY: Ya
lo verás… Pero.. no quiero distraerte …
Solo vine a hacerte saber, a compartir dos inquietudes…
ADRIANO:
Dígame, majestad
REY: Cada
noche, cualquiera que sea el sueño en que estoy sumido,
de pronto un chirrido espantoso y un fuerte golpe en el cuello
me impulsan a sentarme despavorido. Entonces descubro que
mi cabeza sigue tirada sobre la almohada. Helado de terror
camino hasta el baño para mirarme al espejo. Pero la
puerta está cerrada y bajo ella corre sangre. Miro
hacia la cama. Mi cabeza sangra sobre la almohada. Ya no sé
si duermo o no. Entonces me asomo a la ventana tan solo para
mirar, para ver el palacio, los jardines y la ciudad lejana,
lo que me trae una sensación de paz. Ya no me importa
saber si estoy vivo, aunque adivino que mi cabeza sigue sangrando
sobre la almohada.
ADRIANO:
Majestad… es que Ud. no descansa.
REY: Eres
muy generoso, Adriano… Tú y yo sabemos que cuando
no estoy descansando, si no estoy desocupado, estoy de ocioso…
de modo que no es el cansancio…
ADRIANO:
Me decía Ud. de otra inquietud…
REY: Es
que cuando me asomo a la ventana, veo los jardines llenos
de desocupados, de harapientos y mendigos. Y las calles, más
allá de los muros del palacio, inundadas de gente.
Pancartas que preguntan cómo puede ser que el pasado
les haya robado un futuro que parecía protegido por
el tiempo. Miles de seres que se apretan unos contra otros
porque no tienen donde ir, qué comer, qué hacer…
Parece que necesitan sentirse.
ADRIANO.
No es así , Majestad… las calles están
en calma. La gente en su trabajo
Adriano
Piedra permanece inmóvil, se diría que en adoración
a la figura del Rey. Adriano Cristal observa al rey detenidamente,
como haría un entomólogo ante un insecto milenario
conservado en ámbar.
ADRIANO
CRISTAL (a Adriano, abiertamente, pues el rey no puede percibirlo):Vamos,
Adriano, deja de mentir… sincérate con él,
que no te quiere mal.
REY. No
puedo saber cómo es, Adriano, por eso te lo comento…
Ni siquiera te pregunto si es así, porque sé
que tu obligación es decirme que todo está bien,
que todo está de la mejor forma posible.
ADRIANO:
Exactamente así es, Majestad
REY. Lo
sé… Y así lo muestra la TV… todo
perfecto y ordenado… Pero el duque, tu sabes, ha instalado
antenas que permiten ver canales de TV de todo el mundo, según
él para hacer negocios… y parece, por lo que
le reclama la Infanta, que está en el negocio de la
pornografía, lo que me tranquiliza, pues entiendo que
es muy rentable.
ADRIANO:
Muy rentable, majestad, … A tal punto que la ciudad
de casinos tipo Las Vegas que se construye en las afueras
de Madriz incluye un verdadero Hocílicon Valei para
el emprendimiento y el capital semenilla en el área
de la Pornografía.
REY: Pues
esos canales de otros países muestran una Espanta que
se asemeja mucho a lo que veo desde mi ventana. Hablan de
un país parado, suicidios, hambre, gente que vive bajo
los puentes. Nada mas ajeno a lo que muestra la TV de mi reino.
ADRIANO:
Algo ha habido de eso, majestad, a consecuencia de algunos
ajustes que tuvimos que hacer para mantener las buenas relaciones
con Albamanía… pero el país está
despegando y este año o el próximo, este quinquenio
o el siguiente, este decenio o ya en pleno siglo XXII se verá
un repunte del empleo y la actividad económica.
REY. Espero
que mi ventana me engañe, Adriano… Nada deseo
más que eso… Pero en caso que no sea así,
por favor encuentra la manera de cambiar el rumbo, que mucho
me dice que cualquier día Europeca se quiebra a lo
largo de Los Pringuinéos y Espanta se hunde tan rápido
como el Britanic.
Dos
golpes solemnes a la puerta y pronto asoma Oshidori
OSHIDORI:
Señor…. El Ministro de Información
REY (A
Adriano): Me voy por esta otra puerta, para que nadie me vea
en asuntos de gobierno.
El
rey sale por una puerta lateral
ESCENA II
ADRIANO
(a Oshidori): ¿Que ocurre con mi agenda, Oshidori?
Según el programa, mi primera entrevista de hoy sería
con la Santísima Trinidad y, en lugar de ellos, aparecen
primero el Rey y ahora Pablo,.
OSHIDORI:
Le sugiero que lo converse con su secretaria, Señor…
pero como Ud. ya no quiere ver a nadie, ni siquiera a ella
…
Entra
Pablo, Ministro de Información. Aspecto de presentador
de Televisión. Muy cuidado. ADRIANO se pone de pie
y acerca a él cariñosamente
ADRIANO:
Un gusto verte, aunque no estás en agenda, a decir
verdad.
PABLO:
Presidente. La situación no está para agendas.
El barco hace agua por todas partes. El país clama
por medidas urgentes.
ADRIANO:
Vamos… no perdamos la calma… cuáles son
los hechos que reclaman atención.
PABLO:
¿Que cuáles son? … Si me entretengo en
cantarlos podría gastar los minutos que tenemos para
atenderlos. Pienso que has perdido el control del país
y de ti.
ADRIANO
CRISTAL (a Adriano): Ya te lo decía. ¿Cómo
podrías gobernar si sufres una crisis de identidad,
si no eres la persona que pretendes y, lo que es más
grave, si de nada te serviría ser esa persona que tratas
de no dejar escapar.
ADRIANO
PIEDRA (a Adriano): Hoy menos que nunca debes escucharlo,
Adriano… Jamás… óyeme bien…
jamás abandones el rumbo… una imagen poderosa,
una cuidada compostura, dos o tres ideas fuerza son todo lo
que se necesita para superar cualquier dificultad… el
resto es abrir paso al caos, a la incertidumbre, a pensamientos
que entran como el agua a través del casco roto del
barco.
ADRIANO (que se ha detenido a escuchar a sus Adriano a los
que Pablo ni ve ni oye, finalmente atiende a Pablo): Pues
veamos cuáles son los dos o tres asuntos más
urgentes y démosle solución inmediata
PABLO:
Presidente: te hablo y no pareces aquí. El país
trastabilla, tropieza y el hombre a cargo se diluye.
ADRIANO.
No te guíes por las apariencias, Pablo... Dime cuáles
son esos problemas tan urgentes, que no quiero que te vayas
de aquí sin que los hayamos resuelto.
PABLO:
Son cien. Pero al menos, muy al menos, debes atender de inmediato
dos de ellos.
ADRIANO.
Cuáles son, para resolverlos.
PABLO:
El Plasma (se toma un largo respiro) … y Cárdenas.
ADRIANO.
¿El Plasma?
PABLO:
Así le llaman o te llaman porque hablas con los medios
a través de un pantalla de TV… Tu imagen está
destruida … Si no abandonas de inmediato esa estrategia
estamos perdidos … ¿de dónde la sacaste?
¿A quién se le ocurrió algo así?
Estoy seguro de que no es idea tuya… ¿Cómo
lo permites? Te has convertido en un payaso y me has puesto
en una situación insostenible. ¿Cómo
puedo dar conferencias de prensa si tú, la persona
a quien represento, no se atreve a dar la cara y se refugia
detrás de un monitor?
ADRIANO:
Bueno… eso creo que puedo resolverlo…. Déjame
verlo hoy con la Santísima Trinidad y luego tú
y yo lo conversamos… De pronto mañana doy una
conferencia de prensa en vivo… En cuanto al segundo
asunto, ¿qué piensas que debo hacer?
PABLO:
Lo único que cabe es amputar. Cortar la situación…
Precisar tu relación con Cárdenas. Admitir tus
culpas, si las ha habido, y poner a Cárdenas en manos
de la justicia.
ADRIANO:
Sería el fin de mi gobierno.
PABLO:
Si salir de Cárdenas es el fin de tu gobierno, cerrar
filas con él será el fin del gobierno y todo
lo que tienes.
Dos golpes
solemnes a la puerta y pronto asoma Oshidori
OSHIDORI:
Señor…. La señora Vicepresidenta, su esposo
y el Señor Ministro de Finanzas
ADRIANO:
Pablo… te veo al mediodía, después de
esta reunión
PABLO:
Si no resuelves esos dos asuntos me veré obligado a
dejar el gobierno
ADRIANO:
Ni lo pienses… Hoy les daré solución.
Pablo
sale por la puerta lateral.
ESCENA III
Entran
la Vicepresidenta, el Ministro de Finanzas y el esposo de
aquélla, llamado Ordeñador. Adriano
se pone de pié.
VICEPRESIDENTA:
Presidente… perdone nuestro atraso.
MINISTRO
DE FINANZAS: Qué bien se le ve, Señor Presidente.
ADRIANO:
Buenos días… Los espero desde temprano
ORDEÑADOR:
Mis respetos, Señor Presidente
MINISTRO
DE FINANZAS: Ya sabe Ud., señor Presidente, que desde
antes de las oraciones es necesario ver cómo se ha
movido la bolsa, pues ella no descansa, con qué pie
se ha levantado la prima de riesgo y cómo ha dormido
la tasa interbancaria.
VICEPRESIDENTA:
Y allí hemos estado como cada día, él
proponiendo sus pequeños ajustes y yo, sin entender
mucho, aprobando todo en nombre de Ud.
ORDEÑADOR:
Y yo negociando con éste y con aquél la parte
que deberá pagar del beneficio que obtendrá
de enterarse de las decisiones de gobierno horas antes de
que sean anunciadas.
VICEPRESIDENTA.
En fin, señor Presidente, el trajín de cada
amanecer… El cantar del gallo de la nación…
La diana silenciosa que levanta a los saqueadores destemplados…
Las olas del alba que arrojan tesoros a nuestra playa…
ADRIANO:
Comencemos con la agenda de hoy, que según dice la
Tele, nos espera un día de crujir mamparos.
MINISTRO
DE FINANZAS: Debe por fin anunciar una nueva ronda de ajustes,
señor Presidente.
ADRIANO
CRISTAL (a Adriano): Como cada día
MINISTRO
DE FINANZAS: Las empresas necesitan hacer más despidos.
Los bancos deben sacar más gente de sus casas para
ajustar en su balance el valor de las viviendas y para volver
a registrar las deudas como si los desahuciados nunca hubieran
pagado nada… Urge privatizar servicios, aumentar los
peajes, la electricidad, la gasolina … No podemos dejar
pasar una semana más.
ADRIANO
CRISTAL (a Adriano): Resiste Adriano… Eres tú
quien soporta la carga…
ADRIANO:
¿Es posible esperar un poco más? El paro, la
multitud que deambula sin hogar… no parece aconsejable
aumentar los rigores
VICEPRESIDENTA:
Todavía se puede apretar mucho más, señor
Presidente. Tenemos un gran espacio de maniobra. No se deje
Ud. impresionar por la gente. Los miserables exageran su padecer
porque tienen vocación de dar lástima
ADRIANO:
El rey estuvo aquí de madrugada… El pueblo que
inunda plazas y jardines le quita el sueño… Recomienda
tener cuidado, bajar las presiones, buscar alivio
MINISTRO
DE FINANZAS: El rey… ¡qué puede saber un
rey si nunca ha hecho nada!… Usted debe escuchar a la
banca, señor Presidente … La banca sabe leer
cifras y percibir tendencias… Manejar un país
no es fácil. Es algo que solo pueden hacerlo quienes
saben y comprenden. Quienes manejan el dinero necesario.
VICEPRESIDENTA:
Señor Presidente, deje en nuestras manos los asuntos
de estado. Ya tiene Ud. bastante con dar la cara y cargar
las culpas… Y no se deje impresionar.
ADRIANO
CRISTAL (a Adriano): Resiste Adriano… Trata de ganar
tiempo. El país se hunde y estos tíos están
aquí para enriquecerse.
ADRIANO
PIEDRA (a Adriano): Qué sabes tú de nada, Adriano…
Haz lo que te dicen y desempeña tu papel, que eso te
ha dado buenos resultados … Mira a la Reina de Anglaguerra…
pura imagen… el mundo sube y baja… su reino rueda
y cae… el pueblo sufre y paga… y ella… como
si nada… cuida el peinado, el vestido, las apariencias…
da imagen de seguridad… de paz… de saber hacia
donde se dirige esa nave a la deriva.
ADRIANO:
Esperemos. Necesito una semana más. De pronto un hecho
inexplicable pone al país en marcha. No puede ser que
todo vaya mal por tanto tiempo. No hagamos nada por unos días.
Observemos cómo todo se comporta y reacciona. El esfuerzo
de los desesperados puede producir un milagro. No sea que
nuestro permanente ahogarlos termine por matar esa posibilidad
MINISTRO
DE FINANZAS: Presidente, una semana son siglos para la banca.
La prima de riesgo se dispara. Si no hacemos nada, Albamanía
no vendrá en nuestro auxilio. Y un solo banco que quiebre,
uno solo, dará por tierra con nuestra economía.
Terminará con lo que queda del país. Nos lanzará
al abismo de un alzamiento popular, la guerra civil y finalmente
la dictadura.
VICEPRESIDENTA:
Señor Presidente, querido Adriano. Esto es asunto de
liderazgo. Y un líder no puede andar con miramientos.
Qué hubiera sido de Rusia si Stalin no tiene mano dura.
Qué, de nuestro reino si Paco hubiera vacilado ante
las sepulturas colectivas, si no hubiera tenido el valor de
asesinar la poesía que brotaba incontenible. Mao mató
de hambre a 48 millones de chinos para hacer algunos ajustes
necesarios y a ti te tiembla el pulso por cuatro suicidas
y algunas familias en la calle. Vamos, hombre, que para mandar
se necesitan cojones. Cojones de verdad hasta en los bolsillos
del saco.
ADRIANO
(decidido): Todo me indica que debo esperar una semana más
y así se hará.
ADRIANO
PIEDRA (a Adriano): Buena postura Adriano, excelente actitud.
Aunque no está bien que tomes decisión sobre
asuntos que desconoces.
ADRIANO
CRISTAL (a Adriano Piedra): Ya lo ves… a veces actúa
en forma inesperada…
VICEPRESIDENTA:
Pero, señor Presidente
MINISTRO
DE FINANZAS: Señor…
ADRIANO:
Tenemos otros dos asuntos en agenda
VICEPRESIDENTA:
Que yo sepa…. No hay nada más… esta reunión
era sólo para acordar los recortes.
ADRIANO:
Pues hay otros dos temas: Cárdenas, el tesorero del
partido, y el plasma, situación intolerable.
MINISTRO
DE FINANZAS: Eso son asuntos vuestros, de modo que me retiro.
Aunque debo aclarar que el plasma me parece indispensable
porque un error que Ud. cometa, uno solo señor Presidente,
y esto se lo lleva el diablo. Ud. no puede ni debe dar la
cara, tomar riesgos, correr el albur de que una pregunta lo
saque de sus casillas y lo aparte del libreto.
VICEPRESIDENTA:
Así es, presidente. Del plasma ni hablar. Ud. tiene
la grave responsabilidad de esconderse y entregar exactamente
la información necesaria. Ni una palabra de más.
Y Cárdenas… ya lo hemos decidido: Cárdenas
no existe, no se nombra, es asunto ignorado, enterrado, imaginario.
Un invento de los socialistas.
ADRIANO:
Pero si el propio Cárdenas cada semana, nos acusa,
nos acosa, nos hace chantaje, se burla de nosotros, nos denuncia
ante los tribunales, declara que el gobierno es tan impotente
como el poder judicial, se jacta de su fortuna, se da gustos
que ni la amante del rey…Para no existir lo hace bastante
bien.
ORDEÑADOR:
Tiene el donaire de los que hacemos el trabajo sucio. De los
que estamos obligados a resolver las situaciones, a dejarnos
de remilgos, a cobrar en billetes y pagar en efectivo, en
sucios repulsivos convincentes todopoderosos billetes.
VICEPRESIDENTA:
Los expertos en imagen y en manejo de crisis lo han dicho
una y otra vez: nadie, ninguno de nosotros está autorizado
para pronunciar la palabra Cárdenas. Por mucho que
parezca lo contrario, por mucho que amenace y actúe,
que demuestre y destruya, Cárdenas no existe y jamás
ha existido.
ADRIANO:
Pero qué ideas son esas. De dónde sacáis
esas políticas. Cárdenas es más real
y tiene más fuerza en el sentir de Espanta, que cualquiera
de nosotros. Es más claro y categórico. Da cortes
de cirujano. Desde Hitler que no se veía un tío
tan devastador.
ORDEÑADOR:
Debo deciros que Cárdenas me ha llamado varias veces
en estos días, o yo lo he llamado para darle información
y recoger pasta, no lo recuerdo. El hombre insiste en reunirse
con el Presidente. Dice que…
VICEPRESIDENTA
(Lo interrumpe a gritos): ¡Calla!… ¡Que
te calles!
ADRIANO:
Dice que…
ORDEÑADOR:
Dice que si recibirlo le puede hacer mal a Ud., señor
presidente, no recibirlo le hará peor a Ud. y a todos
nosotros.
VICEPRESIDENTA: Pues no y no. Cárdenas no existe. El
presidente no lo recibirá. El plasma es un mal necesario
e insustituible… Señor Presidente: todo está
enteramente agrietado. Cualquier traspié dará
por tierra con las instituciones. ¡Que no y que no!
No habrá cambio de política en el plasma y mucho
menos con respecto a Cárdenas.
La
Santísima Trinidad se retira. ADRIANO camina su despacho
en silencio, apesadumbrado.
ADRIANO
PIEDRA (a Adriano): No des más vueltas al asunto, Adriano.
Mantén el rumbo y la compostura. Haz caso a la Santísima
Trinidad. La banca sabe lo que hace y la Vicepresidenta es
como lava de volcán: enciende, arropa, arrasa, quema,
devasta y nada la detiene… hacéis un buen equipo.
ADRIANO
CRISTAL (a Adriano): Has llegado lejos Adriano… unos
pasos más y estarás en el despeñadero.
Permite que te guíe la intuición. Haz por fin
lo que un día soñaste. Recuerda por qué
tomaste el camino, qué ha sido lo que te ha traído
hasta acá
ADRIANO
PIEDRA : No lo escuches Adriano. Nunca lo has hecho y hoy
menos que nunca debes hacerlo. Esto no tiene vuelta atrás.
Todo lo que puedes hacer es seguir como un prócer.
Guiarlos magnífico como el Cid ya muerto. Sin mover
un músculo, sin dar una seña, mostrando convicción
en medio de tanta muerte y destrucción… De pronto
resultará que hemos atravesado. Que asoma la primavera
ADRIANO
CRISTAL: Tal vez se necesita poco, casi nada, un pequeño
gesto, una señal de comprensión, una pequeña
ayuda real y Espanta comenzará a caminar, a levantarse…
ADRIANO
PIEDRA: Imagen, Adriano, solo imagen.
ADRIANO
CRISTAL: Intenta por una vez ser humano, atender, ayudar,
asistir, impedir que sigan siendo arrasados.
Desde
la audiencia aparecen los seis personajes . Ahora son el padre,
la madre, la hija, su hermano discapacitado, su hijo de 3
a 5 años y su abuelo en plena demencia senil. Visten
harapos blancos o gris claro.
Padre es el único no harapiento. Viste de buscador
de empleo. Ha intentado todo. Siempre va con desespero pensando
cómo sacar a su familia de la situación.
Hija es la que provee, hurgando deshechos. Merodea. A veces
sale y regresa. Siempre en busca de agua y restos de comida
que procura al Padre y los restantes personajes.
Son tranquilos, pacíficos, casi inmateriales. Se instalan
a un costado, a la derecha, dentro del despacho de Adriano.
Actúan como si no vieran a Adriano.
ADRIANO:
Señores… ¿cómo habéis podido
llegar hasta aquí? Poneos de pie… qué
hacéis…. (llamando a través de un teléfono
o intercomunicador) ¡Oshidori!
Oshidori
entra de inmediato y observa con asombro
ADRIANO:
¿Quiénes son estos señores?… ¿qué
quieren? …¿por qué no hablan?… ¿cómo
se les permitió pasar si todo esto está diseñado
justamente para que nadie pueda llegar hasta aquí?
OSHIDORI:
No los vi. señor. Si pasaron por mi despacho, y de
otro modo no puede ser, lo hicieron calladamente… ¿será
que me he quedado dormido?
ADRIANO:
¿Y los guardias?
OSHIDORI.
Señor… Ud. lo sabe. Cuando no están jugando
con el móvil están pasando mensajes.
ADRIANO
(acercándose al padre): Señor…no pueden
permanecer aquí
PADRE:
No se moleste Ud. por nosotros… Estaremos bien aquí…
No tenemos dónde ir…
ADRIANO:
Señora, señor, jóvenes… Les ruego
que se retiren, que sigan su camino, que salgan del palacio
de gobierno.
PADRE:
Ud. es el presidente de Espanta, ¿no?
ADRIANO.
Así es. Podrán imaginar que no pueden estar
en mi despacho.
PADRE:
Uno tiende a pensar que es aquí donde puede encontrar
solución a los problemas.
ADRIANO:
En general sí, así es. Pero si cada persona
o cada familia que tiene un problema se presenta aquí.
PADRE:
¿No se pregunta Ud., cuando toma decisión sobre
esto o aquello, si se llenará este despacho de necesitados?
ADRIANO:
La verdad es que hoy las cosas son más complejas. El
pueblo está lejos, detrás de todas las barreras…
Sus gestos y palabras no se distinguen a la distancia …
El pueblo ha dejado de ser un actor. Tampoco forma parte del
público. Está más allá de las
paredes del teatro, al otro lado de los estacionamientos,
después de las avenidas y las autopistas.
PADRE.
Pues ya nos ve Ud. aquí, de vuelta en la escena
ADRIANO:
Un inesperado contratiempo, sin duda
PADRE:
¿Y qué se pregunta, entonces, cuando toma decisiones
que barren con nuestra vida?
ADRIANO:
Me pregunto cómo reaccionará el mercado, qué
hará la banca, que dirá la Canciller del Hambre.
PADRE:
¿Esos son los actores que nos han sacado de escena?
ADRIANO:
Los poderosos actores que pueden barrer con nuestra vida…
Les pido por favor que se retiren de aquí... Mis guardias
podrán ayudarlos con sus cosas
PADRE:
Necesitamos casa, pan, trabajo, escuela, salud. Es todo lo
que nos falta, señor. Y no queremos dádivas.
Queremos conseguir, como antes podíamos, que todo ello
surja de nuestro esfuerzo, de nuestro desvelo.
ADRIANO
CRISTAL: Escúchalos, Adriano… Trata de entenderlos,
de ayudar. Ellos te permitirán comprender el juego…
Encerrado en palacio, encandilado en la corte cada día
estás más lejos de todo, más ajeno y
vacío.
ADRIANO
PIEDRA: Ponte en tu lugar, Adriano, y arroja fuera de aquí
a esos menesterosos
ADRIANO
(llamando): ¡Guardia!
Entra
el Jefe de Seguridad. Parece no reparar en los personajes
JEFE SEGURIDAD:
¿Llamó el Señor?
ADRIANO:
¿Qué significa esto?:… ¿cómo
una familia completa puede ingresar en mi despacho sin que
nadie lo vea y lo impida?
JEFE SEGURIDAD:
Las causas no son lo nuestro, señor. Todo lo contrario.
Estamos para que no prosperen. Por favor permítanos
limpiar su despacho. Mis hombres dejarán esto como
estaba: solitario, quieto, reluciente.
Oshidori
y Adriano abandonan por la puerta lateral. JG llama a los
guardias por su radio UHF. La luz se desvanece rápidamente.
La escena queda a oscuras
ESCENA IV
Adriano
y Pablo en un despacho menor o menos pretencioso, a la izquierda
del despacho principal, ahora invisible.
PABLO:
¿Cómo es eso de que una familia de desamparados
se instaló en tu despacho?
ADRIANO:
Nadie lo entiende. Entraron sin más y con aspecto de
que venían a quedarse. Me asombra que pueda ocurrir
algo así. El Jefe de Seguridad me ha pedido que trabaje
desde aquí hasta que haya limpiado mi despacho
PABLO:
¿Cuándo aparecieron?
ADRIANO:
Ayer, alrededor de medio día.
PABLO:
¿Y todavía están en eso? ¿Qué
pasa con seguridad? Antes desalojaban una plaza en cuestión
de segundos y hoy se toman medio día para sacar a seis
personas que han invadido el despacho del presidente…
Parece increíble.
ADRIANO:
Olvida eso por un momento, Pablo. Tan pronto terminemos con
lo nuestro veré si ya puedo disponer de mi despacho.
PABLO:
Lo nuestro, como le llamas, está terminado. Abandono
el gobierno.No sigo.
ADRIANO:
Bien sabes que en política los pasos suelen ser lentos,
mesurados. No es cosa de tomar una decisión y ponerla
en práctica de inmediato.
PABLO:
Solo tratas de ganar tiempo. Lo inaceptable debe abordarse
de inmediato. Parece que no comprendes el daño que
Cárdenas te causa. Te hace ver incapaz, indeciso, acobardado,
extorsionable. Tú que pretendes ser un tipo duro, te
ves débil y frágil.
ADRIANO:
Debo actuar con prudencia
PABLO:
Tú que te jactas de ser hombre de principios has logrado
que nadie crea en tu honestidad. Tú, el supuesto hombre
de acción, lleva meses sin reaccionar ante un tío
que afirma haberte pagado dinero negro durante años,
que ha reunido una inmensa fortuna como tesorero de tu partido
y que se ríe de vosotros exigiendo indemnización
por despido y alegando que habéis violado su privacidad.
ADRIANO:
Las cosas deben manejarse cuidadosamente.
PABLO:
Pues todos, incluso yo, nos preguntamos qué es necesario
hacer para que por fin reacciones, para que te atrevas a actuar,
para que salgas de tu escondite y tu silencio culpable. Así
no puedes ser líder ni jefe de nada. Has destruido
la majestad de la presidencia del gobierno.
ADRIANO:
Todavía no es momento de hacer nada
PABLO:
Nunca lo será. No quieres aceptar que eres culpable
de los cargos que te hace Cárdenas y cómplice
de sus delitos. Más o menos culpable, pero culpable.
Y en tu esfuerzo por parecer que no tienes culpa alguna, has
logrado que se piense que eres enteramente culpable y que
tu partido solo existe para cobrar comisiones. Peor no lo
has podido hacer.
ADRIANO:
¿Y qué puedo hacer? ¿Renunciar? ¿Pedir
que me hagan preso?
PABLO:
Debes exigir que se investigue el caso, admitir la parte de
culpa que te corresponde y pagar por ella. Si eso te cuesta
la presidencia, pues que así sea. Pero debes actuar
con dignidad, con principios, con fortaleza. Salir del escondite,
del silencio culpable, del terror a los medios ¿Dónde
se ha visto un presidente que se niega, arranca, se esconde?
ADRIANO:
Me debo a la presidencia. Hace tiempo que ya no soy yo. Es
el partido. Soy su presidente. Tengo que representar mi papel
durante tanto tiempo como se pueda. Debemos conservar el gobierno
a como de lugar, como sea. Esas son las prioridades
Dos
golpes solemnes a la puerta y asoma Oshidori
OSH: Señor
presidente. La señora Vicepresidenta lo espera en su
despacho
Adriano
(a Pablo): Ni siquiera por ti, amado Pablo, hijo mío,
puedo hacer otra cosa. Si esa es tu decisión, tu deber
es dimitir. Tu partida es una inmensa pérdida para
mi gobierno y así se hará saber.
ESCENA V
Despacho
del Presidente. Los seis personajes ocupan el lado derecho
del despacho. Padre va y viene. Camina lentamente confinado
al área derecha del despacho. Resto de ellos, echados
en el piso. Hija alimenta a Hermano discapacitado
VICEPRESIDENTA:
¿Cómo que no podéis sacarlos?
JEFE DE
SEGURIDAD: No es posible hacerlo
VICEPRESIDENTA:
Pues cuatro de Uds. los agarra, uno a uno, y los tira fuera,
por la ventana para que sus cómplices escarmienten
JEFE DE
SEGURIDAD. Lo hemos intentado. De algún modo son inasibles.
Es como si fueran inmateriales.
VICEPRESIDENTA:
¿Inasibles? ¿Que no se pueden coger ni empujar
ni barrer?
JEFE DE
SEGURIDAD: Así es, su señoría
VICEPRESIDENTA:
¿Habéis intentado quemarlos? Dadme aquí
un lanzallamas para mostraros que todo tiene solución.
JEFE DE
SEGURIDAD: Lo hemos intentado con y sin antes rociarles gasolina.
No agarran fuego. Y el agua a presión ni los desplaza
ni los ahoga. Ni siquiera los moja.
VICEPRESIDENTA:
Que esos harapos no cogen fuego, no se mojan ni se arrugan.
Cortad un pedazo de esa tela para llevárselo a mi amigo
Pereira, el de Raza, para que los esclavos de sus fábricas
lo produzcan en serie, que algo me dará por la idea…
¿Los habéis interrogado?
JEFE DE
SEGURIDAD: Con y sin descarga eléctrica… No hablan,
no reaccionan, parecen no estar, no existir. Nada los toca.
Algo inexplicable hay en ellos. Mis hombres ya no se atreven
a entrar siquiera a este despacho.
VICEPRESIDENTA.
¿Y entre ellos tampoco hablan? ¿Será
que están muertos, que son espíritus?
JEFE DE
SEGURIDAD: Pues hablan entre ellos como Ud y como yo.
VICEPRESIDENTA:
¿Y qué dicen?
JEFE DE
SEGURIDAD: Aquél (apunta a Padre) les comenta que una
vez más no ha conseguido trabajo. Esa (apunta a Hija),
que afuera ya ni siquiera quedan deshechos de comida, que
los hambrientos han arrasado con todo. Que al menos aquí
se consiguen restos de manjares.
VICEPRESIDENTA:
¿Son agresivos?
JEFE DE
SEGURIDAD: No… Solo quieren comer y beber. Y casi no
comen. Apenas prueban bocado. Son inofensivos como los de
los jardines y paseos. Aquéllos, si bien son pacíficos,
a veces reaccionan cuando los atacas. Estos permanecen tranquilos.
Incluso nos brindan una sonrisa.
VICEPRESIDENTA:
De modo que vuestra solución es que se queden aquí
hasta que decidan marchar…
JEFE SEGURIDAD:
Todo lo que sabemos hacer se ha hecho y ahí los tiene
Ud, como recién llegados. No son mis hombres quienes
los podrán sacar. Talvez Ud. con sus palabras y sus
engaños.
VICEPRESIDENTA:
Cuide sus palabras, coronel.
JEFE SEGURIDAD:
Qué puedo cuidar después de este fracaso, señora
Vicepresidenta, y quién mejor que yo sabe que, mientras
más grave es el caso, más urgente y necesario
es el culpable.
Entran
los tres Adriano
ADRIANO
(a JEFE DE SEGURIDAD): ¿Qué hacen estas personas
todavía aquí?
VICEPRESIDENTA:
Por lo que ha dicho tu Jefe de Seguridad, están para
quedarse.
JEFE SEGURIDAD
(A Adriano): La señora Vicepresidenta ha sido informada
en detalle. Los sujetos son inasibles, aparentemente inmateriales.
Como se mueven, hablan y comen, parecen de este mundo, pero
su absoluta falta de respuesta a golpes y agresiones hace
pensar que vienen del más allá.
VICEPRESIDENTA
(a Jefe Seguridad): Retírese y espéreme en mi
despacho
JEFE SEGURIDAD:
Si, señora (sale)
VICEPRESIDENTA
(intentando ser más autoritaria aún, se acerca
al Padre): ¿Cómo se llama Ud., señor?
PADRE
(con infinita humildad): Vitángelo Moscarda, natural
de Zarazufre. Busco trabajo en Madriz, como ya he buscado
en las ruinas de todo el reino.
VICEPRESIDENTA:
¿Y ellos?
PADRE:
Mi familia. Mi desesperación y, aunque cueste creerlo,
mi felicidad.
VICEPRESIDENTA.
¿Cómo habéis podido llegar hasta aquí?
PADRE:
Caminando. No tenemos otros medios
VICEPRESIDENTA:
¿Qué pretendéis con esta invasión
del palacio de gobierno?
PADRE:
Yo, busco trabajo, tal vez soy Sísifo. Mi hija nos
procura alimentos. Su país la ha convertido en roedor.
Mi mujer apenas sobrevive bajo el peso del dolor de vernos
así. Ellos (muestra a los otros tres personajes) son
la vida misma, fuerte, incomprensible. El amor hecho lumbre
entre nosotros.
VICEPRESIDENTA
(al Padre): Muy conmovedor. Pero vaya Ud. a otra perra con
ese hueso. Dígame en pocas palabras qué piden
para irse. Les daremos todo lo que quieran sin más
condición que firmar un acuerdo de confidencialidad.
Dinero, casa, automóvil, trabajo en América,
todo lo que quieran, pero saldrán de aquí y
del país esta misma noche.
PADRE:
Solo queremos poder vivir de nuestro esfuerzo
VICEPRESIDENTA:
Pues ya os lo he dicho: hoy mismo podéis tenerlo todo.
PADRE
(a Vicepresidenta): Tal vez hay algo que Ud., al igual que
nosotros, no comprende. De algún modo somos pocos,
somos probablemente nadie y sin duda somos millones. Estamos
más allá de nosotros mismos. No podemos recibir
como si fuéramos individuos porque si bien lo parecemos
también somos la representación de todos, de
aquéllos que no queréis ver ni oír, de
ese dios que negáis diez veces antes de cada comida
y de cada oración, antes de cada juerga y negociado.
Nos hemos convertido en algo tan inmaterial, tan inexistente,
tan exento de valor y significado como son para vosotros todas
las personas excepto vuestros hijos y vosotros mismos.
VICEPRESIDENTA
(a Afriano) : Este es un vulgar activista. Llama a Seguridad
para que le den unas hostias aquí, delante mío,
para que me demuestren que son inmateriales, inasibles y que
no apestan. No se las doy yo porque pueden tener piojos.
ESCENA
VI
HIJA (al
Padre): ¿La viste? Letal. Helada como serpiente. Debemos
aprovechar que estamos aquí.
PADRE:
Aprovechar, ¿cómo?
HIJA:
Matar a uno o dos de estos tíos. Los tenemos al alcance
de la mano. Lloraré durante años si los dejo
escapar. Ellos no perderían una oportunidad así.
PADRE:
Si matas a uno o dos todo seguirá igual. Pondrán
a otro cualquiera, igual o peor que ellos.
HIJA:
Ella, en nuestro lugar, nos mataría para tener algo
fresco que comer. No se resignaría como nosotros a
vivir masticando huesos como los perros.
Entran
los tres Adriano
ADRIANO
PIEDRA (a ADRIANO): Maldita sea la suerte de tener que ver
a estos miserables… Tienes que encontrar modo de deshacerte
de ellos, Adriano.
ADRIANO
CRISTAL (a ADRIANO): Mas bien míralos. Trata de sentir
que eres uno de ellos. De pronto llegas a estar, como ellos,
más allá de tu propia carne, dotado de una vida
por encima de la tuya, de una fuerza que no reconoce barreras.
HIJA:
¿Ves a los tíos que hablan con él, Padre?
PADRE:
¿Cuáles tíos?
HIJA:
¿No los oyes, padre?
PADRE:
Lo veo callado, en silencio, agobiado… ¿De qué
sufre si tiene un buen trabajo, si le pagan por estar así,
como lo ves, sin hacer nada, destruido tal vez por la ceguera?
Hija:
Pues anda con dos tíos, iguales a él. Uno es
un animal, como la Vicepresidenta. El otro parece un cura
o un poeta ¿No los ves padre, no los escuchas? Son
ellos que lo tienen distraído. Debemos aprovechar de
matarlo.
PADRE:
Alucinas, hija mía. El hambre y el dolor obligan a
buscar refugio en otra realidad. El no es más que un
hombre extraviado. Un capitán ciego aferrado al timón.
Un criminal acosado por la culpa.
HIJA (se
levanta y saca un cuchillo de un bulto en el que tiene su
ropa y pertenencias): Pues yo quitaré la culpa
que lo agobia, le daré la justicia que teme y desea.
Podrá observar cómo su sangre abre los mil caminos
que dejó de andar pensando que él no está
hecho de carne, de latidos cada vez más quedos, de
lava capaz de pintar con intensidad soñada.
MADRE
(poniéndose de pie, se acerca a Hija e intenta
quitarle el cuchillo): Hemos llegado a ser algo que no
comprendemos. No lo empañes con un gesto que permita
hacer escarnio de nosotros. Si lo matas dejaremos de estar
por encima de todo, de mostrar cuál es el lugar que
tiene derecho a ocupar el oprimido, y nos convertirás
en una pandilla de criminales que lograron llegar hasta el
presidente para matarlo.
ADRIANO
PIEDRA: ¿Los viste, Adriano? Quieren matarte.
ADRIANO
CRISTAL: Míralos, Adriano… Ellos solo intentan
encontrar el camino.
ADRIANO
PIEDRA: Llama a los guardias Adriano. Avisa que quieren matarte
ADRIANO:
No hay modo de evitar que hagan lo que quieren. Están
por encima de todo. Son hijos de nuestra ceguera… Pablo…
La Santísima Trinidad… Cárdenas…
Salir a campo abierto o seguir escondido tras una pantalla…
ADRIANO
PIEDRA: Pablo hablará. No se irá en silencio.
Incluso dejará saber que es hijo tuyo para demostrar
que todo en ti es mentira, montaje, ficción. Perderás
a tu esposa. Tendrás que ser fuerte, Adriano, muy fuerte,
y mantener el rumbo hasta que amanezca.
ADRIANO.
Cuarenta días y cuarenta noches… Cuarenta semanas…
No habrá amanecer… Un día cualquiera se
abrirá una de las mil grietas y el gobierno caerá.
ADRIANO
CRISTAL: La otra opción es saltar al ruedo. Lidiar
los toros. Cerrar filas con los desposeídos. Enfrentar
el chantaje de la banca. Decirle basta a la Canciller del
Hambre.
ADRIANO
PIEDRA: No durarías un día Adriano. Nada más
por lo de Cárdenas te pondrán en la cárcel
para siempre. Y él ni siquiera será castigado.
Tan graves son sus delitos que está libre de toda culpa.
ADRIANO
CRISTAL: Si tu mujer te deja al saber que Pablo es hijo tuyo,
ella no vale tu desvelo. Lo que cuenta es que has dejado ir
a Pablo aunque sabes que tiene razón. Te quedas solo
y vacío. Todavía puedes llamarlo y decirle que
saltas al ruedo. Estará contigo. Será la primera
vez que una pareja de políticos, padre e hijo, trabajan
juntos sin fines de lucro.
ADRIANO
PIEDRA: Pablo es igual que tú, Adriano. Bravatas. Principios.
Posturas. Nada más. Al igual que tú, nunca ha
dado un paso al abismo. Siempre asegurado con cuerdas de títere.
No te adentres en el vértigo, Adriano, que nada sabes
de eso. Pablo se va detrás de esa comunista que podría
ser hija suya y que lleva en el vientre un hijo suyo.
ADRIANO:
¿Y cómo lo sabes?
ADRIANO
CRISTAL: El te lo ha dicho temblando de emoción y tú,
que vas ciego, no lo has notado.
ADRIANO:
Cada día se oye un cuento de mujeres suyas y nunca
parecen importarle.
ADRIANO
CRISTAL. Ya no ves ni oyes Adriano. Eres solo compostura,
impostura, partitura. Basta. Detente.
HIJA (acercándose,
a Adriano): Ud. no ve, no sabe, no escucha. Tiene cuanto quiere
y cada día quiere mas. Aprieta más el lazo que
nos estrangula. Da otra vuelta a la máquina de nuestro
suplicio.
ADRIANO:
No es lo que parece, muchacha. Manejar el país es complejo
e incomprendido. ¡Qué puedes saber tú
de eso!
HIJA:
Deja la pose, que tú tampoco sabes nada. Das palos
de ciego y haces lo que te dicen.
ADRIANO:
No es fácil gobernar. Cada día se hace más
difícil, más ajeno a mi poder.
HIJA:
Nos has traicionado. Te han elegido para mandar y solo cumples
órdenes de los que se roban nuestra comida, nuestro
hogar, nuestra vida.
ADRIANO:
Dime qué quieren, qué necesitan
HIJA:
Yo solo necesito que lo mates, padre
ADRIANO
PIEDRA: Llama, Adriano, que eres hombre muerto
HIJA (a
Adriano Piedra): Este no llamará a nadie. Las líneas
están cortadas. Solo quedamos los que vamos a resolver
el asunto
ADRIANO
(al Padre, que se acerca con el cuchillo a la vista aunque
con poco aire de venir a matar): Detente. Os daré lo
que queráis.
PADRE:
Es hora de abrir los ojos y no, de regalos
HIJA:
Quítale los parpados, Padre, para que nunca deje de
ver.
ADRIANO:
¿Qué es lo que no veo? ¿De qué
ceguera me habláis?
HIJA:
Córtale las manos, Padre, para que sepa lo que es un
recorte y jamás vuelva a firmar.
ADRIANO:
Siempre he hecho lo que corresponde. El sacrificio de todos
es el camino para sacar el país adelante
HIJA:
Córtale el cuello lentamente, Padre. Quiero que vea
su sangre. El intenso color de la vida que lleva por dentro
y que pudo haberse jugado por nosotros.
ADRIANO:¿Qué queréis? Os puedo dar cuanto
queráis. Nunca os faltará nada.
PADRE:
Lo que queremos no son monedas, como te pide la banca. No
son prebendas, como te piden tus socios.
ADRIANO: ¿Y qué queréis, entonces?
HIJA:
Mátalo padre. No puedo soportarlo más
PADRE:
Queremos de vuelta los derechos que nos habéis secuestrado.
El derecho a justicia. A equidad. El derecho a escribir las
tablas de la ley.
ADRIANO:
¿Qué beneficio puede traer la justicia? De eso
no comeréis
PADRE:
El castigo a los que nos roban pan y trabajo terminará
con ese vicio
HIJA:
Tenemos hambre. Nos urge comer. La falta de alimento nos ciega
y entorpece. Nos desespera y destruye. No podemos callar a
nuestros hijos que lloran de hambre. Algo tan simple como
eso y tú aparentas no entenderlo.
ADRIANO
(que ignora o pretende ignorar a la Hija. Al Padre) : ¿Qué
beneficio puede traer la equidad? Siempre habrá quien
tenga más que otro. Y mientras más riqueza haya,
más llegará a vuestra boca.
PADRE:
Otro cuento que habéis inventado. Los ricos cada día
son más ricos y los pobres cada día más
numerosos y harapientos
HIJA:
Nos echan de las casas. Las personas viviendo en la calle
y las casas sin un alma que les de vida. La policía
que pega y mata para que entendamos que las casas deben estar
vacías y nosotros en el frío de las plazas y
el infierno bajo los puentes. De qué te sirve esa cabeza
tuya si lo más desquiciado te parece razonable. Córtasela
padre. Echala a la basura.
ADRIANO:
¿Y cuales son esas tablas de la ley que podrán
daros de comer?
PADRE:
Las mismas de siempre y que habéis secuestrado. El
derecho a decidir y gobernar. El derecho a velar por nuestros
intereses, a castigar a quienes nos hacen esclavos. A remover
al que pretenda apropiarse de nuestro derecho a decidir y
gobernar.
HIJA:
El derecho a vivir, a disfrutar, a amarnos, a darnos alimento
y calor. A abrigar sueños y hacerlos realidad. A ver
crecer hijos sanos y fuertes
ADRIANO
(a Hija): Ya llegará el día en que todo vuelva
a ser como era. Después del sacrificio vendrá
una nueva primavera.
HIJA:
Nos tratan y arrean como animales y nos piden que sepamos
esperar. Qué fácil es decirlo, que fácil
darnos azotes y obligarnos a pasar penurias mientras estáis
encerrados en estos palacios que se pagan con el dinero y
el sacrificio nuestro.
PADRE:
Si pisaras una vez la calle, el hambre, la necesidad, el abandono,
si pasaras una sola noche entre el llanto de tus hijos hambrientos
apoyado en las paredes de la que fue tu casa y que hoy te
separan de ella, darías una patada a la banca y los
expertos y nos invitarías a trabajar todos juntos,
a levantar entre todos el país que se hunde bajo el
peso de la codicia, la corrupción y la torpeza.
HIJA:
Córtale el cuello padre. ¿Qué esperas?
Dame acá ese cuchillo para terminar con él
Padre le entrega el cuchillo. Hija avanza hacia ADRIANO.
Madre se interpone y protege a ADRIANO. Enfrenta a Hija solo
con gestos y alaridos de fiera. Esta se tapa los oídos
y se retira hacia el resto de los personajes. Madre y Padre
van tras ella. Los Seis Personajes se abrazan y apretujan
entre ellos.
ADRIANO:
Mis párpados… me los han cortado… no puedo
dejar de mirar… mis ojos se posan en esas personas,
incansables, hipnotizados, viciosos… Me han cortado
las manos… a mí que no he robado, que no lo he
hecho, que recibir dinero del partido no es robar. (Se pasa
la mano por el cuello) Me han cortado el cuello. Siento la
sangre caliente que me corre bajo la camisa
ADRIANO
CRISTAL: Tranquilo, Adriano, que ya todo ha pasado. Que no
te han hecho nada
ADRIANO
PIEDRA: La compostura, Adriano. No debes perderla jamás.
Aun si te hubieran hecho algo, que no ha sido así,
no puedes perder la dignidad, abandonarte al temor. Apiadarse
jamás, ni de ti ni de nadie.
ADRIANO:
Ellos recortan, desahucian, persiguen y destruyen a nombre
mío, como si fuera yo quien decide. Ahora que me han
dejado sin manos ya no seré yo quien ponga la firma
al pie de sus oscuros designios
ADRIANO
CRISTAL: No te han hecho nada, Adriano, tranquilízate.
Todo está bien
ADRIANO:
Oigo todo lo que hablan. Cada murmullo suyo, cada lamento,
cada padecer, los llantos lejanos parecen venir en las alas
de los pájaros ¿Qué me han puesto en
los oídos?
ADRIANO
CRISTAL: Despierta, Adriano, recupera el sentido. Que no te
han hecho nada. Y que esto te sirva para ponerte de pie, para
entender tu misión. Tienes que encontrar la manera
de servirles, de darles comida y trabajo, de atender sus necesidades.
ADRIANO.
Me han cortado los párpados. Han abierto mis oídos.
Nada subvierte más el pensamiento que aquello que te
escancian en el oído.
ADRIANO
PIEDRA: Todo está bien Adriano. No temas. Ese cuchillo
nunca estuvo cerca de ti.
ADRIANO:
Me siento o me veo, no lo sé, lejos de aquí,
en medio de miles de hambrientos que me empujan y dan calor.
Que gritan vamos Adriano que Espanta es nuestra, que la han
secuestrado
ADRIANO
PIEDRA: Todo está bien Adriano, debes descansar. Encontrar
modo de sacar esa gente de este despacho
Dos
golpes solemnes a la puerta y asoma Oshidori
Oshidori:
El señor Pablo
Entra
Pablo sobresaltado
PABLO:
¿Qué pasa Adriano? Oshidori me ha llamado urgente
a tu despacho.
ADRIANO:
No sé qué ha pasado hijo. Esos señores
me han atacado o han intentado hacerlo. Algo me han hecho
Pablo
lo mira detenidamente
PABLO:
No te han hecho nada, padre. Te ves como siempre. Luces impecable.
ADRIANO
PIEDRA: Basta, Adriano. Calla y recupera la compostura
ADRIANO:
Estoy bien, hijo. No ha pasado nada ¿Qué haces
aquí? Pensé que te habías ido para no
volver
PABLO:
Recogía mis cosas en mi despacho cuando me llamaron
ADRIANO:
Mira mis ojos Pablo
PABLO:
¿Qué tienes? Los veo normales detrás
de esos lentes gruesos de siempre
ADRIANO:
Esos seres que parecen inofensivos me iban a matar. Y lo harán.
Los míos no me dejan hablar, me obligan a esconderme.
Y éstos sujetos, estas personas, estos seres incomprensibles
me culpan de todo y han intentado matarme. Me han quitado
los párpados. Algo han puesto en mis oídos
PABLO:
¿Que han intentado matarte?
OSHIDORI:
Así es, señor Pablo… Y aquélla
(señala a la Madre), lo ha impedido.
PABLO: Solo estás choqueado, Adriano. Ellos no te han
hecho daño ni te lo harán. Un día cualquiera
se irán. Ellos no ven en ti a la persona que eres si
no al presidente que los asola, que destruye su vida.
ADRIANO:
Tú sabes Pablo que no es así. Cada día
estoy más arrinconado. Cada día me dejan menos
espacio. Ya es solo el necesario para respirar y firmar.
PABLO:
Tú quisiste ocupar este cargo, Adriano. Es hora de
que lo hagas, de que no permitas que decidan por ti. Tienes
que elegir entre traidor y héroe, entre secuestrador
y adalid.
ADRIANO:
Yo no lo quise, hijo. Un día me dijeron que habían
decidido que yo sería el próximo presidente
del partido y su candidato para presidente del reino. Pensé
que se burlaban. Yo, un tío gris, habiendo entre ellos
tanto banquero y tanto atracador.
PABLO:
Pero tú lo aceptaste Pablo
ADRIANO:
No lo acepté. Les dije que había de pensarlo
y entonces caminé hasta casa. Es la única vez
que he caminado el largo trecho desde el partido a casa. Ximena
nada mas verme supo que pasaba algo grueso y no me dio respiro
hasta que confesé. Entonces llamó a una sola
amiga, a una sola, y en diez minutos la casa estaba rodeada
de periodistas y camarógrafos. Sitiada por los carros
relucientes de los grandes saqueadores.
PABLO:
Durante muchos años luchaste para ser presidente
ADRIANO:
A veces, al ver un surfista en la tele me sentía en
mi propia tabla, en mi ola, en este túnel trazado en
la nada. Solo puedes seguir. No puedes llegar a casa y decir
abandoné… ¿Abandonaste por que?…
Por nada... abandoné… Es el fin ¿entiendes?
Los políticos no somos nada ni tenemos más que
lo que nos echamos o nos echan al bolsillo. O lo haces o te
lo hacen. Y ya estamos en eso. Más holgado, más
tranquilo, más obligado a recibir y pagar favores
PABLO:
Si pudieras comprender. Si pudieras verte. Eres el presidente.Tienes
poder Puedes dar un giro, dejar de ser un monigote, un títere.
Puedes hacer exactamente lo que quieras
ADRIANO:
EL vértigo Pablo… No sabes lo que es el vértigo
PABLO:
¿Qué vértigo?
ADRIANO:
No lo sospechas. Estoy en lo alto, arriba, solo, lejos de
todo, sin risco del cual agarrarme. Y el reino así,
que se desmorona. Y los tíos que vienen en nombre de
los que tienen el dinero, esos tíos que creen que todo
lo saben. No imaginas tú qué animales, qué
ignorantes, qué ciegos son, agitando el caos, dando
cortes y puntadas sin saber qué es lo que cosen.
PABLO:
No pienses en el vértigo. Piensa en lo que puedes hacer,
en lo que podríamos hacer si rompes todos los compromisos,
ignoras todas las deudas y haces lo que corresponde hacer
ADRIANO:
Lo que corresponde hacer ¿Quién puede saberlo?
Yo, si no me hubieran cortado los parpados, todavía
ni siquiera vería. Ahora veo, pero no se qué
hacer.
PABLO:
Ya veremos qué hacer. Ya surgirá lo justo y
se alzará inconfundible ante nosotros.
ADRIANO: Ya ni siquiera tengo derecho a caminar a casa. Antes
este despacho era mi refugio. Hoy estos seres… ¿ellos
son el pueblo? ¿así es el pueblo? Ahora no tengo
donde esconderme, donde tratar de encontrarme. Donde reunir
fuerzas para mantener esta mentira un día más.
PABLO.
Vete a casa Adriano. O ven a mi casa. Sí, vente conmigo.
Pasa una noche con nosotros. Que todos se pregunten dónde
está el presidente. Conocerás a Olivia
ADRIANO:
¿La comunista? ¿Ya vives con ella? ¿Has
dejado por fin de dormir cada día con una cualquiera?
Pablo:
Nunca fue con una cualquiera. Siempre fue alguna en especial.
Hermosa, interesante, cálida, irresistible.
ADRIANO:
Entonces llegó la comunista y eso, que era justamente
comunismo, se acabó.
PABLO:
Olvida el comunismo padre. Llegó un día embarazada
y se quedó. Simplemente no se fue. Y en ningún
momento he deseado que se vaya. Ya no podría estar
sin ella… Vente, vamos. Descansa uno o dos días
con nosotros. Hasta que pase el vértigo. Hasta que
tengas fuerzas.
ESCENA VII
ADRIANO
vestido de Adriano Cristal pasea por su despacho. Los seis
personajes permanecen en acampada a la derecha del despacho
OSHIDORI
(entrando): Señor, la Santísima Trinidad anuncia
que han tenido un ligero retraso
ADRIANO:
Nunca han venido a la hora… me sorprende que esta vez
avisen
OSHIDORI:
Me permite un comentario Señor Presidente
ADRIANO:
Dime, Oshidori
OSHIDORI:
Lo felicito por haber traído de vuelta al señor
Pablo al gobierno. Será un gran Ministro del Interior…
Un hombre sensible en el riñón de los desalmados…
La gente sentirá que las cosas van a cambiar
ADRIANO:
¿Y qué pasa con él? También debería
estar aquí.
OSHIDORI:
Está afuera atendiendo a los periodistas. Puede verlo
en vivo en la Tele. Me dijo que tan pronto llegue la Santísima
Trinidad le haga una seña para acercarse hasta aquí.
Las periodistas se vuelven locas por él… ¡Cómo
se parece al señor Sergio!
ADRIANO.
¿A qué señor Sergio?
Oshidori:
¿Que a qué señor Sergio ? Por eso Espanta
está así como la ve, señor Presidente…
Sin identidad… Mañana se dirá que Don
Quijote era un inmigrante ilegal en la Unión Europeca.
Entran,
sin ser anunciados, la Vicepresidenta, el Ministro de Finanzas
y Ordeñador.
VICEPRESIDENTA:
¿Ya nadie recibe ni anuncia? ¿Cualquiera entra
como Pedro por su casa? No es de extrañar que esto
se haya llenado de hediondos, de apestosos. Buenos días,
señor Presidente.
Oshidori
se retira como sorprendido en falta
ADRIANO:
Buenos días, señores.
ORDEÑADOR:
Buenos días, Señor Presidente
MINISTRO
DE FINANZAS: Que sean buenos, señor Presidente…
Que los rumores no hacen bien a la banca.
VICEPRESIDENTA:
Nos hemos enterado del nuevo Ministro de Interior… Desaparece
Ud. por tres días, el país en zozobra sin saber
donde está su Presidente, algo nunca visto, y entonces
se presenta Ud. directamente en la televisión para
informar que tenemos un nuevo Ministro del Interior y que
hoy, antes del anochecer, habrá medidas que traerán
alivio al pueblo. (Ahora repite pronunciando lentamente) ¡Al
pueblo!
MINISTRO
DE FINANZAS: Hace una semana Pablo sale del gobierno y hoy
regresa en gloria y majestad. Virajes tan pronunciados no
son propios de un país, señor Presidente. Esto
no es una moto de agua que Ud. la hace virar aquí y
allá para pasar una y otra vez frente a la misma playa.
Este es un país que lleva un rumbo.
ADRIANO:
Un país en caída libre. Eso no es un rumbo
ORDEÑADOR:
Comprometer medidas extraordinarias sin dar luces sobre el
plan general crea zozobra. No permite negociar tajada. Esto
es el fin
Dos
golpes solemnes a la puerta y asoma Oshidori
OSHIDORI:
El señor Ministro del Interior
PABLO
(entrando): Buenos días, señores
TODOS:
Buenos días, señor ministro
PABLO:
El Presidente me ha pedido que los reúna para hacerles
saber que esta noche se tomará juramento a un nuevo
gabinete del que Uds. ya no forman parte.
MINISTRO
DE FINANZAS: Quisiera recordarle al señor Presidente
que yo no estoy aquí por voluntad suya. Yo represento
a la banca, a la gran banca que no reconoce estado ni nación.
Y cuento con el apoyo, perdón, obedezco órdenes
de la canciller, dueña y señora de la Unión
Europeca.
PABLO:
Este es el reino de Espanta, no la Europeca, señor
Ministro, y pronto habrá iniciado el camino para ser
una república sin más soberano que la nación.
VICEPRESIDENTA:
En lo que a mi respecta, no soy parte del gabinete, soy la
Primera Vicepresidenta del gobierno de Espanta.
ADRIANO:
Al terminar esta reunión firmaré un decreto
nombrando un nuevo Vicepresidente que la sustituirá
a Ud. Les agradezco que durante el día de hoy no firmen
documentos de gobierno pues ya no cuentan con la autoridad
para hacerlo.
ORDEÑADOR:
¿Y quien será ministro de Finanzas? ¿Dónde
conseguirá Ud. uno que comprenda cómo funcionan
las cosas, que cuente con la confianza de la banca, de la
Canciller y de quienes hacen los aportes al partido?
PABLO:
Ya lo tenemos. Espanta cuenta con grandes expertos. Hoy comienza
la expansión, la creación de empleo, el crecimiento.
ADRIANO:
Hemos cortado cabos. El país ya no está amarrado
a la banca que se hunde en la corrupción, el saqueo
y el despilfarro.
MINISTRO
DE FINANZAS: ¡Qué puede saber Usted de esto,
Señor Presidente!
ADRIANO:
Grandes economistas afirman que hemos destruido el país
aferrados a un modelo económico equivocado y amarrando
su destino al de la banca.
MINISTRO
DE FINANZAS: No escuche cantos de sirena, presidente. Si lo
hace, el país saldrá de la Europeca y de la
moneda única.
PABLO:
Dentro o fuera de la Europeca pero con empleo y sin hambre.
MINISTRO
DE FINANZAS: Ustedes no entienden nada. Quebrarán los
bancos. Será el caos.
ADRIANO:
Los grandes expertos afirman que es necesario permitir que
los bancos quiebren. Mas aún, recomiendan que la banca
que sobreviva sea dividida entre bancos y casinos: unos que
tengan los depósitos de personas y empresas y otros
que se dediquen a especular y apostar.
PABLO: La gente siente que es inaceptable dejar de comer,
de tener casa, de educar a sus hijos para mantener una banca
que ni siquiera intenta disimular la obscenidad de su codicia
y corrupción.
VICEPRESIDENTA:
A lo que hemos llegado. Un Ministro del Interior que habla
como un activista. Un gobierno de aprendices que no durará
una semana
PABLO:
Peor que un activista. Los directores de cada banco que quiebre
irán a la cárcel y estarán ahí
hasta que se dicte sentencia. Vamos a terminar con los juicios
típicos de Espanta, que tardan diez años en
arrancar, diez en levantar cargos y otros diez en formular
una sentencia que en dos días muere a los pies de un
indulto.
MINISTRO
DE FINANZAS: Señor Presidente, le imploro que piense
por un minuto qué será de Espanta fuera de la
Europeca.
ADRIANO.
La Unión Europeca tendrá que decidir qué
hace. Tan pronto Espanta rompa con el hambre y la banca y
apueste por la vida y las personas, la Europeca tendrá
que decidir entre desaparecer o sumarse. Muchos países
seguirán el camino del Quijote. Esta vez sí
seremos “los doce Pares de Francia”.
Ordeñador: Y Cárdenas ¿que será
de Cárdenas y de mí? ¿de todos nosotros,
los del trabajo sucio, los sostenedores, las columnas de la
democracia?
ADRIANO:
De él y de cada uno de nosotros será lo que
decida la justicia, que una cosa es el gobierno y otra el
poder judicial.
VICEPRESIDENTA:
A esto se lo llevó Cárdenas
ESCENA
VIII
Se
han sumado más personajes a los 6 originales. Ahora
son doce o quince a un costado del escenario. Conversan entre
ellos en forma mesurada, apagada.
Entran
ADRIANO, Oshidori y tres guardias
ADRIANO(sigue
vestido con cierta informalidad, al estilo de ADRIANO CRISTAL)
Que nadie ingrese a mi despacho. He tenido suficiente de periodistas
Asoma
el rey
OSHIDORI:
Señor, su majestad
REY: Adriano…
¿Qué ha pasado? ¿Qué has hecho?
OSHIDORI:
Retírense… Todos fuera…
(Salen
los guardias y tras ellos Oshidori)
ADRIANO:
Majestad… La realidad exige cambios
REY: De
modo que éstos son los sujetos que invadieron tu oficina
ADRIANO:
Así es
REY: Me
dijeron que eran seis. Veo muchos más
ADRIANO:
Siguen llegando
REY: Y
que no hay modo de sacarlos
ADRIANO:
Así es. De algún modo están por encima
o más allá de la realidad manejable
REY: Y
si les echo unos tiros de esos para matar elefantes
ADRIANO:
Puede hacer lo que quiera, Majestad. Ud y Cárdenas
son inacusables.
REY: Esta
tarde vendré con unos nobles a echarles unos tiros.
De pronto vuelve la paz a tu despacho
ADRIANO:
No se lo recomiendo Majestad
REY: ¿Por
qué no? Han violado la propiedad privada. Su presencia
atenta contra el gobierno.
ADRIANO:
Nos debemos a ellos. De ellos nos viene el poder. Saber de
ellos nos muestra el rumbo. Permite vislumbrar el límite
de lo aceptable.
REY: Entonces
son ellos los que te han sorbido el seso. Ya me decía
yo que no puede ser que un tío como tú…
ADRIANO:
Ellos y Ud., Majestad, que ha venido aquí a compartir
sus sueños e inquietudes
REY: A
mi no me culpes, eh, que la banca ha estado a desayunar en
palacio y les he jurado que…
ADRIANO:
No lo culpo majestad. Ud. solo habló de plazas y jardines
donde los humildes eran las infinitas hojas de una nueva grama
llorosa
REY: También
me ha llamado la tía esa de los panzer. La que quiere
que todo el que tenga un piso entregue parte a los bancos
de Alimaña
ADRIANO:
¿Y qué ha dicho?
REY: Que
hable con la Santísima Trinidad. Que si tú no
sales del gobierno, Espanta sale de la Unión Europeca
y de la moneda única
ADRIANO:
Antes me habría puesto a temblar. Hoy ella sabe que
tiene mucho cuerpo para esas piernas tan delgadas
REY: Debes
ser razonable Adriano. Más ahora que somos familia
ADRIANO:
¿Como que familia Majestad?
REY: ¿Aún
no lo sabes? La Infanta, está embarazada de tu hijo
Pablo.
ADRIANO:
Me entero. Enhorabuena. ¿Y quién ha dicho que
Pablo es hijo mío?
REY: Todo
el mundo lo sabe. Por algo le llaman dar a luz, Adriano. Es
como publicar… ¿Has visto cuanto chaval declara
que es hijo mío?… Pues, cuando el río
suena…
ADRIANO:
¿Y qué harán?
REY: Pues…
seguirán en ello… y tendrán muchos más.
Por lo que dice la Infanta, ese Pablo tuyo trae demasiado
fuego en la sangre
ADRIANO:
Me refiero al matrimonio… ¿Es que se van a casar?
REY: ¿Que
si se qué? O se casan o le echo unos tiros al Pablo
tuyo, para ver cómo corre la lava esa que tiene en
las venas… Y mira que soy inacusable, como Cárdenas
ADRIANO:
Caramba, Majestad…
REY: Adriano,
querido consuegro, futuro Conde de Santiago de Compostilla…
Recoge las velas que has desplegado. Permite que todo vuelva
a manos de la Santísima Trinidad. Ellos son la banca,
la codicia, la propia Europeca.
ADRIANO:
Siete millones de parados, majestad, Yo no puedo actuar como
si no existieran. Como si cada uno de ellos no fuera la Infanta
suya o el Pablo mío.
REY: Pues
no lo son, Adriano. No lo son. Cuando seas parte de la familia
real, podrás comprenderlo… Piensa lo que te digo,
Adriano. Y pronto… Esta tarde pasaré por estos
tíos y ya verás como vuelan plumas (muestra
en un ademán a los personajes que han invadido el despacho
y sale).
ESCENA IX
La
Santísima Trinidad sentada en una mesa frente al público,
da una conferencia de prensa en la que los espectadores de
la obra representan a los periodistas. Sobre la mesa se ven
micrófonos. A los costados uno que otro camarógrafo
de TV. A cada lado del escenario y en lo posible tras la mesa,
se ven ahora muchos personajes harapientos y siluetas de éstos.
Si la iluminación lo permite sería ideal proyectar
una enorme ola de mar, conformada por rostros de personas,
que está a punto de quebrar o reventar desde un costado
y barrer el escenario.
La Escena comienza con la VICEPRESIDENTA terminando su intervención
inicial:
VICEPRESIDENTA:
Le confirmo al reino de Espanta que Adriano, hasta hoy Presidente
del gobierno, ha sido declarado interdicto y está recluido
en dependencias de la Policía Nacional. Los decretos
firmados por él durante las últimas dos semanas,
que ponían término a los recortes e incurrían
en fuerte gasto público que pretendía traernos
al pasado con la disculpa de reactivar la economía,
quedan sin efecto. Mantenerlos supondría ser expulsados
de la Unión Europeca, salir de la moneda única
y regirse por los dictados de un presidente con las facultades
mentales perturbadas. Quedamos ahora a disposición
de Uds., señores periodistas, para dar respuesta a
sus preguntas
Mientras
la Santísima Trinidad espera por las preguntas un actor
(El Asistente) se pasea por entre el publico con un micrófono
portátil. Entre el publico hay cuatro actores sentados
en asientos de la sala.
El Asistente pasa el micrófono a Actor 1, que parece
ser un espectador como cualquier otro
ACTOR 1: Adriano fue elegido presidente del gobierno. Vosotros
fuisteis destituidos por él hace un par de semanas.
¿Con qué legitimidad habéis asumido el
gobierno?
VICEPRESIDENTA:
Nuestra destitución fue el primer acto administrativo
en que incurrió Adriano después de haber perdido
la razón, por lo que carece de toda validez. Entonces,
desde una perspectiva legal, yo nunca he dejado de ser la
Vicepresidenta y el señor Ministro de Finanzas jamás
ha dejado de ser la máxima autoridad del reino, designado
por la banca y nombrado ministro por Adriano.
El Asistente camina hasta otro punto de la audiencia,
donde está el Actor 2, que parece ser un simple espectador.
ACTOR
2: Adriano dio un conferencia de prensa ayer noche, en esta
misma Sala. Muchos pudimos admirar la pasión de su
discurso y su convicción de que podría reactivar
la economía y reducir el paro a la mitad en menos de
un año. Los medios dan cuenta de sus palabras y ninguno
afirma o declara haber observado en él signos de locura.
MINISTRO
DE FINANZAS (luego de quitar el micrófono a la Vicepresidenta):
Ese es justamente el problema. Cualquier demente se permite
hacer declaraciones sin más autoridad que ser presidente
del gobierno y los medios hacen eco de sus palabras sin preguntarse
siquiera si lo que escuchan tiene alguna lógica o es
parte del designio general tantas veces formulado.
El
Asistente camina hasta otro punto de la audiencia, donde está
el Actor 3, que parece ser un espectador más
ACTOR
3: El término de los recortes había causado
entusiasmo en la población. La esperanza parecía
renacer después de varios años. Y ahora todo
se desvanece. ¿No temen Uds. un alzamiento popular?
¿Qué les hace suponer que el pueblo aceptará
que hayan destituido al presidente, que se arroguen autoridad
y que pretendan restablecer la esclavitud y la destrucción
del tejido social?
VICEPRESIDENTA:
Guardias… Llévense al señor periodista.
Sus palabras confirman el diagnóstico de importantes
psiquiatras que afirman que Adriano fue contagiado por alguno
de los harapientos que atiborran su Despacho y que muchas
otras personas pueden estar infectadas por el mismo mal.
Entran
dos guardias y se llevan a Actor 3 que al primer contacto
con un guardia ha quedado embotado y sin fuerza.
El Asistente camina hasta otro punto de la audiencia, donde
está el Actor 4, que parece ser un espectador mas
ACTOR
4: Hace un par de días Adriano declaró en forma
voluntaria ante un tribunal su participación y la de
otros dirigentes de su partido, entre ellos Ud. señora
Vicepresidenta, en los delitos de Cárdenas.
ORDEÑADOR
(toma el micrófono de la VICE PRESIDENTA y responde):
Delitos… Todo es cuestión de perspectiva. El
señor Cárdenas ha prestado grandes servicios
al reino. Que uno o dos jueces y algunos harapientos no lo
entiendan así, no resta méritos a los sacrificios
que ha hecho por nuestra patria.
Mientras
todo el elenco va haciendo su entrada al escenario, el Asistente
ofrece el micrófono a cualquier espectador que lo solicite,
de modo que las preguntas de los espectadores reales podrán
ser dirigidas a cualquier actor o personaje y la obra termina
convertida en una conversación o foro entre actores,
personajes y espectadores.
TELÓN
Caracas, Junio 2013.
Antonio
García V., (a) Darío Varela, es autor de:
“Stop
Gates now”, el primer libro que denunció
los delitos de Microsoft, fue parte del juicio en que el Juez
Jackson y luego la Corte Suprema de USA condenaron a la empresa
del delincuente Bill Gates por fechorías que incluyen
imponer el primer monopolio global y "retrasar el desarrollo
del software"
“Genserico,
rey de los vándalos”, novela histórica.
Investigación que demuestra que el desconocido rey
vándalo que dominó el mundo occidental durante
más de la mitad del Siglo V D.C. y que introdujo en
Occidente el feudalismo y la monarquía hereditaria
es el protagonista indiscutible de la transición Antigüedad
- Medioevo
"Democracia
Política y Económica", nueve casos
de corrupción durante el gobierno del Presidente de
Chile Ricardo Lagos Escobar, que suman varios millardos de
dólares y un Crimen de Lesa Humanidad: el secuestro
y descuartizamiento, aún impune, del testigo principal,
Daniel Figueroa de la Fuente.
“Apnea
del Sueño, remedio inmediato para un mal incurable”,
libro que enseña cómo sanar de la Apnea del
Sueño y así resolver este grave problema de
salud pública y que denuncia los abusos de la industria
del CPAP, inútil y discapacitante dispositivo médico
que genera un mercado de cinco mil millones de dólares
anuales.
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