Home - Bienvenido a Kódigos.


 
Home - Bienvenido a Kódigos.
   
Home
Nosotros
Colecciones
Contacto
 

 

Texto escogido de PARTE II: AFRICA. Capítulo 35. La princesa Velsiria

(Párrafo que relata cuando Iania, madre de Hunerico, primogénito del rey vándalo, reclama por la mutilación de Velsiria, esposa de Hunerico e hija de Teodorico, rey visigodo)........

El mismo día que Velsiria viaja de regreso hacia la corte visigoda, Iania llega hasta el palacio del rey vándalo acompañada de Hunerico.

La madre del príncipe, elegante e impecablemente enfundada en un vestido verde, llorando y mil veces más furiosa que de costumbre camina hasta el rey y comienza a golpearlo sin parar.

Infructuosamente Genserico intenta calmarla.

—Animal, animal, maldito animal —repite una y mil veces la hermosa mujer.

Hunerico presencia la escena, ausente y abatido.

Iania golpea y repite afiebrada:

—Animal, animal… —incansablemente, sin por ello agotar la paciencia del rey, hasta que se desvanece.

—¿Qué le pasa? —pregunta Genserico a su hijo.

—Piensa, como yo, que Velsiria era inocente.

—Imposible —exclama el rey.

—Compartieron muchos días en mi hogar. Parecían hermanas, guardando la distancia de los años. Piensa, como yo, que Velsiria me amaba y te admiraba. Que es una mujer maravillosa. Has cometido un error irreparable.

—No lo creo —dice el rey.

—Pues te equivocas —dice el hijo—, y es más: ¿Qué demonios piensas tú, que jamás te equivocas juzgando a los que ves? ¿Qué piensas tú? Atrévete a decirlo. ¿No sentiste que su sorpresa era sincera? ¿No es que ni tu mismo podías creerlo cuando viste morir a su confesor? ¿Intentaba engañarte cuando decía ser inocente?

El rey calla.

—Debes admitir que se han burlado de ti, que has cometido un inmenso abuso, que sin razón has flagelado a mi mujer, a la mujer que yo amo —dice el hijo, y agrega, levantando a la madre aun desvanecida—: Porque, a decir verdad, aunque todo fue un acuerdo político y así lo entendí y acepté, primero la admiré y después empecé a sentir amor por ella. La amé y la amo… —concluye, abatido, hablando consigo mismo.

—Además, cometiste un grave error político. ¿En qué clase de hombre, solitario e iracundo, te has convertido?. ¿Dónde está mi padre, el ser más juicioso, el más inteligente de la tierra? —se despide el hijo.

El rey guarda silencio y conserva el ademán altivo mientras madre e hijo se retiran. Una vez solo, con aire abatido permanece absorto durante largo tiempo.

—¡Moroyún! —grita de pronto.

Este aparece en segundos.

—Afirman que Velsiria es inocente. Lo juran. Quiero saberlo más allá de toda duda. Porque yo mismo… —el rey calla.

 

 

 

     



  96-184 84 52
 
Webmail