Home - Bienvenido a Kódigos.


 
Home - Bienvenido a Kódigos.
   
Home
Nosotros
Colecciones
Contacto
 

 

"Eros y El Talismán".

Capítulo 13.- DISFUNCION ERECTIL. ¿IMPOTENTE A LOS TREINTA o IMPONENTE A LOS SETENTA?


Dirigía entonces una importante hospital. Cientos de personas, miles de llamadas, problemas y noticias, compromisos y presiones veinte horas al día.

Uno de nuestros doctores, ojos azules con manchas amarillas, a quien conocía mucho porque habíamos sido compañeros de universidad, entró a mi despacho encorvado por una tristeza que arrastraba con pasos cortos. Parecía cargar una cruz invisible.

– ¡Demonios! –me dije– ¿Quién se le habrá muerto a Gilberto?

Sin dejar la cruz, se sentó frente a mí y permaneció mucho rato en silencio, cabizbajo.
Las continuas llamadas del teléfono hacían mas llevadera la atmósfera que hasta la entrada de Gilberto había sido maravillosa, con mi secretaria de vacaciones y María cuatro nombres, llamada “cuerpo” por mi espíritu, entrando y saliendo, diría que con cualquier disculpa.

– Entonces, Gilberto… ¿Qué pasa? ¿Qué te ocurre?

Para mi asombro, él lloraba. Un llanto silencioso. Sin ademanes.

– Ahora sí estamos jodidos –pensé. Se le murió algún familiar.
– ¿Qué pasó, Gilberto? Cuéntame.
– Me quedé impotente.
– Te quedaste...
– Impotente... Sí... Ya no se me para... Hace varios meses que no hay caso... No hay modo de que se me levante la polla.
– Y cómo puede ser, si eres joven y saludable. ¿Qué edad tenemos ya? ¿Treinta y cinco? ¿Treinta y siete?
– Treinta y dos… Pero... La verdad es que hace meses que no tengo una erección… Hoy, por fin, decidí contarlo a alguien…Por si hay algo que me puedas sugerir... Por si se te ocurre algún remedio… Algo que pueda hacer…
– No creo que un hombre de nuestra edad pueda ser impotente. Algo tiene que estar pasando contigo… ¿Has probado con el Viagra?
– Si, lo he probado. Y durante unos meses dio resultado…
Pero luego… cada día me ayuda menos... Hace más de cuatro meses que no me puedo coger a Alejandra.
– ¿A Lucrecia?
– Sí…

Gilberto llamaba por el segundo nombre a su esposa, mujer bajita y dominante, dotada de un inmenso culo que escondía detrás de grandes carteras o caminando de lado cuando se topaba con algún conocido. Mujer de escándalos tan grandes y desproporcionados
que la fidelidad de Gilberto estaba garantizada de por vida, hasta la segunda reencarnación.
Me volvió el alma al cuerpo.

– Con ella, Gilberto, nunca se me habría levantado la polla... En realidad tienes que ser muy macho para haber cogido a esa horrible fiera durante tantos años... Ve a ver si encuentras una mujer que esté buena y entonces hablemos de impotencia… Créeme: no necesitarás Viagra ni ayuda alguna…La potencia no es cuestión de uno, Gilberto, es asunto de esa pequeña cabeza que decide por sí misma.


Para continuar leyendo puede comprar el libro o sólo este capítulo

Atras

 

 

     



  96-184 84 52
 
Webmail