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J U S T I C I A
Drama.
Darío Varela
V. 20.12.2012


Personajes
1. Roque, estudiante
2. Luisa, estudiante
3. Auguste Dupin, investigador
4. Riko, especulador
5. Amelia, mentalista
6. Cándido, senador
7. Betania, esposa de Riko
8. Hacker
9. Líder vándalo
10. Bernardo, estudiante
11. Empresario
12. Capitán de policía
Estudiantes, encapuchados, policías

Escena I.

Roque, Luisa, Bernardo, estudiantes universitarios y un escolar quinceañero distribuidos de cualquier modo entre mesas, pupitres y pancartas, tras un día de paro y ocupación de vías.

ESTUDIANTE 1: ¡Una gran movilización! Después de un mes de paro y con 400 escuelas tomadas, una vez más logramos llenar la Alameda.
LUISA (mientras cliquea su teléfono inteligente y sin levantar la vista de él): Un éxito nunca visto.
ESTUDIANTE 2: El gobierno tendrá que ceder. La capital no puede seguir paralizada
BERNARDO: El gobierno no cederá. Poco le importan la educación en huelga y algunas calles interrumpidas. El país produce y exporta como si nada... Los bancos abiertos... todo en paz salvo ese ligero sabor a lacrimógena y algunos negocios destrozados
Estudiante 1: Cederán... ya lo verás
Estudiante 3: No pueden permitir que estemos todo el año en la calle. Aunque aparenten lo contrario, tiemblan ante el paro.
BERNARDO: Nosotros sufrimos el desgaste... Pasamos hambre, perdemos clases, llevamos golpes a pesar de nuestro esfuerzo por evitar la violencia... Ellos pueden esperar cuanto sea necesario mientras no vayamos más allá de ocupar calles y esgrimir pancartas... Es necesario paralizar el país... estrangular la economía... golpearles en el bolsillo. Ahí se alojan sus sentimientos. Es lo único que les late, es el órgano que les impulsa la sangre.
ESTUDIANTE 1: No debemos perder la perspectiva. Este es un movimiento de estudiantes por la educación.
BERNARDO: Tomar los puertos por donde se llevan el cobre y la fruta. Bloquear las autopistas para detener los camiones que mueven la producción.
VARIOS ESTUDIANTES: No... No conviene...No debemos desvirtuar el movimiento... Eso traerá caos y violencia... Se perderá el apoyo que tenemos en la opinión pública
BERNARDO: Mejor educación y enseñanza gratuita no terminarán con la inequidad. Mil privilegios enriquecen a unos pocos y traen miseria a la mayoría. Es necesario poner el país de rodillas, impedirle exportar. Y cuando estén estrangulados podremos exigir grandes cambios... Una nueva constitución... nacionalizar el cobre, la pesca y las aguas.. en fin... crear un país que sea de todos y no de cuarenta ladrones.
ESTUDIANTES (Todos contra Bernardo): Te equivocas. Tantas veces se ha comenzado bien, como ahora, para terminar derrotados al dejarnos llevar por ideas extremistas. Que esta vez la lucha sea solo por la educación.

Golpean a la puerta con rudeza y estruendo

ESTUDIANTE 3: La policía... vienen por nosotros.
ESTUDIANTES: No hay nada que temer... Si nos llevan tendrán que soltarnos. No hemos violado la ley. La opinión pública está con nosotros.
ESTUDIANTE 3. No abran... nos llevarán.

Roque camina decidido hasta la puerta y la abre de par en par en ademán de dejar pasar a quien quiera entrar. Nadie asoma. Asombro en unos. Temor en otros.
De pronto ingresan, como una explosión, tres encapuchados con palos y molotov

ESTUDIANTE 2: ¡Cuidado!... ¡Son policías!...

Algunos estudiantes se interponen entre los encapuchados y los más temerosos. Líder es el jefe de los encapuchados.

LIDER: No somos policía... Solo queremos saber dónde y cuándo será la próxima marcha para que nuestros destrozos puedan ser aterradores... inolvidables... Estamos hartos de llegar a última hora. De parecer improvisados. Tenemos mala prensa.

Mientras él habla, los otros dos recorren el lugar. Leen las pancartas en voz alta. Pintan grafiti en las paredes del local.

ESTUDIANTE 1: ¿Qué es esto? ¿Una burla? Uds. desvirtúan nuestro movimiento. Sirven de disculpa a la policía para atacarnos. Imponen violencia donde queremos mostrar fuerza mesurada, determinación controlada, capacidad de estar por encima de la bajeza del gobierno.
LIDER (Ríe eufórico. Es muy extrovertido): ¡Ja...Ja...Ja!... Nosotros somos la Tele... Somos la vida de vuestro movimiento... Sin buses y comercios incendiados, sin carros policiales en llamas y vitrinas astilladas, sin el baile de la muerte contra las fuerzas de la represión, nadie sabría de Uds. ... Sin vandalismo nadie se interesaría en la educación. Cero tele. Qué decir de la prensa. No habría empresarios que reclaman daños y exigen resolver el problema como sea, por la fuerza o la negociación... Que piden poner fin a los desmanes.
ROQUE: Están locos... La violencia es la única amenaza a nuestro éxito.
LIDER: Vuestro éxito depende de los que nada tienen que perder. De los que nunca ganaremos algo. Depende de vuestra capacidad de remover el magma de la sociedad.
ESTUDIANTE 1: Basta... Fuera de aquí... Nada tenemos que hablar... Es de esperar que los medios no se enteren que vinieron hasta acá.
LIDER: Uds. no entienden nada. Una sola palabra. Y menos la oscura fuerza de los hechos... Lo quieran o no, sin nosotros son nada... Hasta los policías infiltrados tienen su momento de felicidad cuando destruyen para aparentar que son de los nuestros. Cuando pueden ser lo que son... Tú sientes el entusiasmo con que rompen y queman codo a codo contigo. Pero el placer les dura poco... Pronto se ven obligados a ser policías, a sacarse la capucha que les permite vivir, para ponerse la máscara de autoridad que esconde su frustración, su miseria, su falta de esperanza... la máscara de siervo que escasamente les permite sobrevivir y educar a los hijos.

Escena II.

Sala-comedor de la casa de Dupin, que habla por teléfono.
A la derecha puerta que da a otra habitación cuyo interior no se ve
A la izquierda puerta de entrada desde la calle
Al fondo, puerta que da a la cocina, que apenas se vislumbra
Mientras Dupin habla por teléfono se abre la puerta de calle y entran Roque y Luisa. Ella con, la cabeza gacha, dándole al áifon (iPhone). Pasan hasta la cocina y vuelven con café y algo de comer. Ella todo lo hace mientras clickea tu teléfono

DUPIN (al teléfono): Sí, señora Agosines... como le he dicho... No puedo hacerme cargo de ello... No es mi especialidad... Entiendo su desesperación... Se equivoca... No es que haya que ser mujer para entenderla... No me creerá... Sufrí exactamente lo mismo... Lloré, desesperé y quise morir tal como Ud. ... No me burlo... Créame... Por favor ¿cómo podría yo...? Todo fue como le digo... A veces ni siquiera estoy seguro que fue, temo que siga siendo... ¡Qué puedo hacer!... lo siento mucho... Le insisto: no puedo hacerme cargo de su caso... No es del tipo de situaciones que yo investigo... Lo lamento... No... No... Por favor discúlpeme pero nunca recomiendo a otro... Perdóneme, por favor... Créame que lo siento de todo corazón... Buenas noches...

Dupin pone fin a la llamada y queda ensimismado. Los muchachos se alimentan en silencio.

ROQUE: Vamos chico... Olvida a mamá... Pareces un muchachito... A tu edad ya todos saben que el tema, de verdad verdad, es sexo y solo sexo. El amor es asunto para que lo sufran tus nietos.
LUISA (deja el celular a su lado y encara a Roque): Te desconozco... no es lo que me dices... Ahora resulta que eres un desalmado... y es tarde para darme cuenta.
DUPIN: ¿Tarde?... Eres una niña
LUISA: ¿Niña yo? (rompe en llanto)
DUPIN: Muchacha... ¿qué tienes?... no entiendo nada (se pone de pie, toma el saco y camina hacia la puerta de calle) Los dejo... tal vez deban hablar.
LUISA: No se vaya por favor.
ROQUE: Pa... quédate, que es contigo que queremos hablar
DUPIN: Aunque no parece, me alegro, porque quiero saber del paro estudiantil que está en los periódicos de todo el mundo... ¿Cuál es el paso siguiente? ¿Paralizar los puertos? ¿Estrangular por fin las exportaciones?
ROQUE: No, pa... Ya te lo he dicho... Lo nuestro es la educación, nada más.
DUPIN: El mundo está lleno de cesantes ilustrados... De nada sirve estudiar sin igualdad de oportunidades... Mientras unos pocos tramitan leyes que los hacen cada vez más ricos, el resto, tenga educación o no, camina el pantano de la cesantía o amarra su vida a jornadas interminables a cambio de una miseria. ¿Lo han leído? Los periódicos pagan dos euros por un artículo de ochocientas palabras. Con dos artículos, si te los publican, puedes comprar un café.
ROQUE: Pa... lo hemos hablado tantas veces... Solo queremos educación gratuita para todos... El resto vendrá solo...
LUISA (mientras cliquea trata de suavizar la situación): Vamos Roque... admite que aunque tu y yo no estamos de acuerdo con ello, algunos de nosotros piensan como tu padre.
ROQUE: Bueno... pero son minoría... Pa... queremos hablarte de nosotros.
DUPIN: Pero si lo único que hacen es hablarme de Uds. ... Pienso que estoy demasiado enterado de todo.
ROQUE (sonriendo): Pues no lo creas... te falta la mejor parte.
DUPIN (se sienta y abre su laptop para comenzar a trabajar): Soy todo oídos.
ROQUE: Qué difícil eres, viejo... Venimos a informarte que serás abuelo.
DUPIN (medio serio medio en broma): Si están hablando en serio no esperen que se los perdone... ¿Quieren hacer abuelo a un tipo tan joven como yo?...
LUISA: Resígnese papá... ya no tiene remedio... Y le pondremos su nombre Auguste... Auguste Dupin... por cierto... ¿de donde salió ese nombre?
DUPIN: ¿Mi nombre?... Siempre es incómodo llevar el nombre de un personaje literario... Sin embargo, algo me dice que estoy condenado, como Dupin, a ser un personaje imaginario que hace justicia en la vida real.
ROQUE: ¿Cómo así?
DUPIN: Dupin es el personaje principal de Poe en las primeros cuentos policiales que se escribieron. El segundo caso que Dupin investigó en los cuentos de Poe fue el de María Roget, una muchacha asesinada, en la vida real, varios años antes de ser escritos esos cuentos que, una vez publicados, permitieron a la justicia condenar al asesino de María...
ROQUE: Está decidido, se llamará Auguste... Y no solo serás abuelo... Vamos a casarnos.
DUPIN (rie a carcajadas, cálida y relajadamente... No se burla: simplemente ríe): Eso no está fácil... ¿De qué pretenden vivir? ¿De marchas y manifestaciones? Por otra parte. la princesa no se casará con un plebeyo... eso solo ocurre en los cuentos de hadas... Aunque quiera hacerlo... no será fácil.
LUISA: Pa... me ofende...
DUPIN: No es por tí... Tus padres jamás lo aceptarían... ellos son clase alta... jet set... páginas sociales... ¿me explico?... ¿Te imaginas a esas revistas de chisme y farándula entrando por esta puerta a tomar fotos para mostrar el lujo con que vive el novio?
LUISA: No somos clase alta. Mis padres crecieron en un barrio modesto.
DUPIN: La condición de plebeyo desaparece en segundos. Sus huellas se borran con pocos centavos. Y el que llega a ser aristócrata, aunque sea por unos días, jamás admite que ha vuelto a ser plebeyo.
LUISA: No los conoce... Ellos no son así
ROQUE: Vamos, Pa... ya lo hemos hablado con Luisa... Nos casaremos aunque no se lo permitan.
DUPIN: Lo que es fácil para la gente humilde puede ser complicado para los ricos... Pero... ¡Enhorabuena!... ¡Los felicito!... Por fin podré compartir portada con una de esas chicas que dan vida a los kioskos.


Escena III.

Dormitorio de Luisa. Se oye a cierto volumen a Adele, en "Rolling in the deep".
A la izquierda, una ventana. A la derecha, la puerta de acceso al dormitorio.
Luisa de pie junto a la ventana cliquea incansable su teléfono inteligente sin levantar la vista de éste
Entra Betania, joven, elegante, un torbellino

LUISA (se levanta, baja el volumen de la música): Madre... ¿dónde estabas?... llevo horas esperándote... no contestas las llamadas
BETANIA (se pasea desesperada): ¿Has visto a tu padre? ¿Has sabido algo de él? ¿Lo has llamado?
LUISA: El tampoco contesta su móvil... No sé para que Uds. tienen teléfono... Ni navegan, ni tuitean, ni lo atienden... Por lo demás ¿qué tanto te preocupas porque no está si cuando está no le hablas, no lo escuchas y no atiendes las llamadas con las que trata de saber dónde estás o cuándo vendrás?
BETANIA: Mira, mijita, si quieres aprender a manejar a tu hombre puedo darte algunas lecciones en otra ocasión... Pero ahorita, en este momento, me luce que la situación es muy grave, por decir lo menos... Jamás, nunca, ni una sola vez en los veinte años que llevamos casados tu padre había dejado de venir y nunca, jamás, ni una sola vez desde que inventaron el móvil ha dejado de contestar mis llamadas tan pronto éstas intentan repicar.
LUISA: Pues enhorabuena... por fin te están dando ojo por ojo... ya era hora que Riko se pusiera los pantalones... parecía tu esclavo
BETANIA: Hija... No creo que entiendas siquiera lo que dices y menos lo que ocurre... Tu padre anda desaparecido y todo el mundo lo busca... Llaman y amenazan.. Que se arrepentirá... Que tiene compromisos que debe cumplir... Mis amigas ya no solo insinúan, diría que hasta se burlan cuando me dicen que tenga cuidado, que el crack de la bolsa ha convertido de la noche a la mañana a grandes millonarios en miserables harapientos.
LUISA: Siempre tan dramática... Parece que no conocieras a Riko... ¿Cuántas veces, dime, cuántas veces ha ocurrido que los negocios van mal, que se habla de recesión y desempleo, de caída en las ventas y baja en las acciones y él siempre aparece sonriente como un niño diciendo que casi no se explica cómo gana tanto dinero, que le han liquidado las últimas operaciones con montos mayores que lo esperado, que no entiende ni se imagina cuál puede ser la causa de ello, que no comprende cómo puede producir tanta riqueza si, a decir verdad, él no hace nada y, si vamos a decir más, ni siquiera sabe hacer algo?
BETANIA: No lo juzgues... Hay personas así, que son protegidas de la fortuna... que hagan lo que hagan todo les sale bien... pero esta vez estoy asustada... aterrorizada a decir verdad... porque las cosas que suceden nunca habían ocurrido... Llamo al senador Cándido y no me atiende... Que él no me atienda a mí. Él, que era capaz de mover cielo y tierra para atender cualquier capricho mío... Todo esto me huele muy mal. A-te-rra-do-ra-men-te mal.
LUISA: No seas aprensiva (camina hasta la cama se sienta y la invita a sentarse a su lado) Ven aquí ... Siéntate junto a mi que tengo que contarte algo que te impresionará y espero que te hará feliz.
Betania no da señas de poder detenerse. Sigue paseando por el cuarto como una enajenada

BETANIA: ¿Sentarme? ¡Estas loca! Yo lo único que necesito es encontrar a Riko... ¿Contarme algo?... No quiero saber nada de nada... Solo quiero saber de Riko... ¿Es que no entiendes que esto no puede estar pasándome a mi?
LUISA: Tranquilízate... que a ti no te está pasando nada... Seguro que papá está tratando de arreglar sus asuntos en medio de esta crisis de la que tanto se habla y ya verás que aparecerá diciendo que todo está mejor que nunca para nosotros.
BETANIA: Luisa... algo me dice que para nosotros esto es una catástrofe nunca vista, algo así como un accidente aéreo... como un tsunami que se llevó todo y que lo único que te deja es una cara de sorpresa, de incapacidad de entender, de asombro, que cuando te muestran en la tele te hace ver como si fueras un perfecto imbécil... es que no quiero imaginarme a los periodistas haciendo mil preguntas y tratando de adivinar cómo realmente estamos, a qué hemos quedado reducidos.
LUISA: Si, como dices, "algo te lo dice", por qué no vas y consultas con Amelia... de pronto ella te puede decir donde está Papá, cómo saldremos de todo esto, dónde pasaremos las próximas vacaciones.
BETANIA: ¿Que consulte con Amelia? ¿me ves así y te burlas de mí? ¿lo dices tú que siempre te has reído de tu padre y de mí porque creemos en ella y nos guiamos por lo que dice?... ¿no viste que hasta el gobierno la contrató para encontrar el avión que se cayó al mar con los periodistas?
LUISA: No me burlo... es que te veo tan desesperada que intento encontrar algo que te saque de ese estado.
BETANIA: Estoy así precisamente porque vengo de donde Amelia.
LUISA: ¿Y qué te dijo?
BETANIA: Lo menos grave que me dijo, lo más suave, lo más tolerable, si cabe tolerar que una chica como tú que recién comienza la universidad esté embarazada, es que voy a ser abuela... pero todo lo demás... todo... todo... creo que voy a volverme loca.

Sale de la habitación.


Escena IV.

Oficina de Cándido, ministro de gobierno
Varios teléfonos sobre su escritorio
Al abrirse el telón, Cándido, 60, distinguido y bien trajeado, de pie escucha lo que su interlocutor le dice por uno de los teléfonos. No se entiende nada de lo que le dicen: solo el zumbido de la conversación.
De vez en cuando Cándido responde a lo que escucha. Al hacerlo hace venias y gesto de infinita cortesía, de ilimitada sumisión.

CANDIDO (inclinándose con sumisión): Sí, señor.... Señor.... Sí, señor... Como Ud. indique... Si, señor se hará exactamente así... Si, señor, cuidando los detalles que Ud. ha mencionado con tanta claridad, de manera inconfundible... Descuide, señor... No le quepa duda, señor, se hará de inmediato... Lo que sea necesario señor... Sí señor, lo entiendo así, todo exactamente todo lo que sea necesario sin consideración, sin excepción, sin miramiento, sin vacilación, en forma expedita... Sí, señor.

Se abre la puerta de la oficina. Entra Riko, 40, elegante, mesurado, respetuoso, muy cortés. Cándido continúa hablando. Riko permanece de pié. Pronto Cándido le hace seña de que puede sentarse. Suenan teléfonos. Cándido levanta y cuelga el aparato que ha comenzado a sonar y continua de pie escuchando lo que le dicen por el teléfono y asintiendo y gesticulando con infinita sumisión. Riko lo observa extasiado. Con asombro y admiración.

CANDIDO: Si, señor... lo tengo muy presente...lo recuerdo perfectamente... así se hará, señor... ¿Alguna otra instrucción, señor?.... Si, señor... Si, señor.... ¿Está seguro señor de que eso es todo y no hay nada mas que pueda hacer por Ud.?... Bien, señor, así se hará... y por favor tenga presente que cualquier cosa que necesite, cualquier asunto que me quiera encomendar a cualquier hora, 24/7, ... dije 24/7, señor... los 7 días de la semana y las 24 horas del día... estoy a su orden señor... más aun... es para mí un placer servirle... Buenas tardes señor... Buenas...

Cuando termina de hablar por teléfono Cándido se pasea ensimismado durante algunos momentos mientras se transfigura desde el subordinado casi jorobado de tanto inclinarse para asentir, para disminuir su presencia, para mantener la mirada fija en el piso, hasta convertirse en el funcionario todopoderoso cuyo pecho henchido y cabeza levantada, cuyo aire de prócer trasuntan su inmenso poder y la altísima estima en que se tiene. La transfiguración no es nada divertida: un esclavo repugnante se convierte en un amo aterrador. Riko no puede dejar de observar asombrado el espectáculo.

CANDIDO: Mi muy querido señor Arestimuño... ¡Quién habría podido imaginar que eventos tan poderosos e inevitables pudieran haber afectado a tantos en la forma minuciosa y devastadora con que lo han hecho!
RIKO: Ministro Cándido... llevo casi seis horas esperándolo, sin mencionar las cien llamadas que le he hecho sin conseguir hablar con Ud.
CANDIDO: Querido amigo
RIKO: Esperando por Ud., Cándido, sin que me hayan brindado un café siquiera... nada... Preguntándome que habrá sido de esos vinos y esos almuerzos que nos servían en esta misma oficina... Esperándolo a Ud., que no hace una semana salía hasta el ascensor a recibirme y atendía mis más mínimos deseos.
CANDIDO: Querido amigo...
RIKO: Me preguntaba una y mil veces durante estas horas de espera qué puedo haber hecho mal, en qué puedo haber faltado yo para que en tan corto plazo mi suerte haya cambiado de modo tan dramático como incomprensible.
CANDIDO: Así ocurre a veces, querido amigo... Hay quienes dicen que estas debacles, estas caídas estrepitosas de la bolsa se producen en forma cíclica... unos hablan de cada catorce años, otros dicen que cada siete... hay quienes afirman que incluso con mayor frecuencia
RIKO: ¿Y qué se puede o qué se debe hacer en estos casos?
CANDIDO: Todo depende, querido amigo... y depende de muchos factores
RIKO: Como siempre le he dicho, como siempre he hecho, haré lo que Ud. me recomiende... Venderé los papeles que haya que vender y compraré... bueno... una vez que haya vendido compraré lo que Ud. me recomiende y seguiré como siempre dando a Ud. el 30% de mis ganancias porque entiendo, tal vez hoy mejor que nunca, que debo colaborar con el gobierno para que éste pueda hacer su trabajo y, llegado el caso como ocurre ahora, pueda ayudarme
CANDIDO: Le decía que todo depende querido amigo... porque no siempre se puede hacer lo que se venía haciendo...
RIKO: ¿Cómo no? ¿Por qué lo dice Ud.? Yo puedo seguir vendiendo y comprando y siguiendo sus consejos que nunca habían fallado y que estoy seguro que volverán a ser tan acertados como siempre fueron.
CANDIDO: En efecto puede Ud. intentar vender... incluso puede vender... pero ocurre que todos los títulos, las participaciones, los derivados, las compras cortas de acciones, todos los instrumentos en su poder o en poder de los bancos garantizando los créditos tomados por Ud., no valen nada.
RIKO: ¿Cómo que nada?
CANDIDO: Nada, amigo mío... no valen nada... se han convertido, de pronto, en papeles, como pudiera ser un periódico de ayer o el envoltorio ya rasgado de un regalo... papeles.
RIKO: No entiendo cómo puede ocurrir algo así. Los grandes bancos y otros como yo compraban los mismos documentos, instrumentos o como los llamaran, y me cuesta imaginar que también ellos ahora no tienen nada y tienen que esperar horas para que los reciban y no les contestan las llamadas de teléfono y sobretodo los llaman de otros bancos para exigir, amenazar, que le van a quitar esto o aquello, en forma inmediata, y precisando que se quedarán con todo lo que uno tiene y aun con lo que planeaba tener... cuesta entenderlo.
CANDIDO: Así es, en determinados casos, amigo mío...
RIKO: ¿De modo que al Banco Cruzado y al Banco de Teruel y a las familias Ortúzar y Quiñones, por mencionar algunos de los que invertían codo a codo conmigo en los mismos instrumentos y que llegaban, como yo, hasta acá con su religioso 30% también les quitarán todo, sus edificios y sus bienes como amenazan hacer con nosotros los Arestimuño?
CANDIDO: Le decía que todo depende, querido amigo...
RIKO: ¿De que depende, señor ministro? Explíqueme Ud. por favor para organizar mis cosas de modo que dependan como necesito que dependan.
CANDIDO: Dependen, amigo mío, de la importancia que tiene cada uno y de cómo o cuan o complejamente cada uno haya diseñado sus redes de protección de activos.
RIKO: No le entiendo del todo señor ministro. ¿No tenemos todos la misma importancia o al menos no la tenemos por igual todos los que hemos venido puntualmente hasta aquí a entregar nuestro triesmo?
CANDIDO: En alguna medida sí y en otra no tanto como uno podría imaginar, amigo mío... Trataré de explicarme... Tomemos por ejemplo el Banco de Teruel que Ud. ha mencionado. Si ese banco, que es uno de los grandes bancos, quiebra, si pierde todo, si debe entregar sus edificios, si se declara en bancarrota, el país también irá a la quiebra, al difól(default)... nuestro país se convertiría en lo que llaman "un paria de la comunidad internacional"... y eso, no podemos permitirlo. Entonces se toman medidas, las que sean necesarias para que ese banco y en general todos los bancos puedan seguir operando, puedan conservar sus bienes y tener sus bóvedas llenas de dinero como si no hubiera pasado nada, aunque los títulos, las acciones y los instrumentos en los que está representado su patrimonio no valga nada, igual como no valen nada los suyos, amigo mío... ¿ me entiende Ud.?
RIKO: La verdad que no, aunque sí comprendo que un banco pueda tener para el país más importancia que nosotros los Arestimuño o que yo, el único Arestimuño que existe en nuestro país, a decir verdad... Pero también los Ortúzar y los Quiñones, familias tan antiguas y acaudaladas que aparecen en las listas de Forbes como ya estaba apareciendo yo, ¿también ellos porque no son bancos lo perderán todo como entiendo que Ud. me quiere hacer entender que lo perderé yo?
CANDIDO: Como le decía, querido amigo, depende... todo depende... Ellos por ejemplo, tienen ciertas estructuras, ciertas configuraciones o arreglos de propiedad que al final impiden no solo que se les afecte si no incluso que siquiera se sepa de quien es cada bien y quien es el que realmente lo ha perdido todo. Entonces ellos, que si Ud. lo mira desde un punto de vista estrictamente legal no tienen nada, pero absolutamente nada a su nombre seguirán teniendo todo lo que tenían, casas, palacios, yates y vehículos, absolutamente todo, a nombre de vaya uno a saber quién y más bien ni siquiera intente uno saberlo... Pero Ud., mi querido amigo, que ha puesto siem pre todo a su nombre personal, que es un propietario individual e indisimulable de papeles que no valen nada y que ha garantizado todo con sus bienes personales, casas, palacios, yates y vehículos, y que ha comprometido como fiadores y pagadores solidarios a Ud. mismo, a su mujer, a su hija y a sus herederos hasta dos o tres generaciones, está en una situación distinta, yo diría que demasiado distinta si me veo obligado a calificarla de algún modo.
RIKO: ¿Y qué puedo hacer yo, en mi caso, bajo mis condiciones, con mi estructura individual como Ud. la llama para salvar el pellejo en esta situación y para no verme despojado de todo lo que tengo y obligado a decirle a mi amadísima esposa Betania y a mi querida única hija Luisa que todo acabó y que hoy, sí, hoy mismo ya no tenemos casa ni ingresos ni carros ni choferes ni apartamentos en Nueva York y en Paris... que tenemos que vivir de la caridad, allegados en casa de un familiar que ni siquiera tenemos?
CANDIDO: Si Ud. me apura a que le de una repuesta precisa, querido amigo, tendría que decirle que ya no hay nada que pueda Ud. hacer, que no hay ayuda que Ud. pueda esperar del gobierno y que más bien me temo o tengo la certeza o entiendo que está dispuesto que el gobierno lo dejará caer a Ud., a Ud. solo, y que lo usará para demostrar que las instituciones funcionan, que el mercado opera libremente, que si alguien toma grandes riesgos, un día puede ganar mucho y otro día puede perderlo todo... y que así como el que gana disfruta de su triunfo, el que pierde asume las consecuencias... todas la consecuencias, las que en su caso, por lo que me ha expresado, Ud. ni siquiera las imagina.
RIKO: ¿Después de todo lo que he aportado a este gobierno y al anterior y a Ud. en lo personal, me dice que no solo no tengo nada ni tengo solución alguna, si no que ni siquiera imagino lo que me espera porque seré usado para servir de ejemplo para los demás?
CANDIDO: Así es, amigo mío, así es. Tanto es así que el gobierno me pidió agradecerle lo que ha hecho por nosotros y muy especialmente los sacrificios que tendrá que soportar... Y por favor comprenda que no puedo seguir atendiéndolo ya que, como Ud. sabe, mis horas no son mías pues me debo por entero al país y mis conciudadanos.


Escena V.

Amplia Sala de reunión sindical. Sillas diseminadas. Algunos poster en las paredes. Estudiantes y trabajadores de diversas edades y aspecto. Pancartas

ESTUDIANTE 1: Llevamos seis meses de marchas y amenazas. Hemos negociado con el gobierno en cada mesa que han propuesto y no hemos conseguido nada. Ni uno solo de los objetivos de esta lucha.
TRABAJADOR 1: Nada que cambie en alguna medida el negocio que han montado para aprovecharse de la educación. Son como el tigre ante el venado. No ven la belleza, la gracia delicada. Solo perciben una presa que se mueve y buscan donde meter la dentellada.
LUISA (cliqueando el áifon): No podemos seguir con el mismo llamado. Si bien todavía muchos participan en cada marcha, la verdad es que cada día somos menos. Si no fuera por los encapuchados, que cada día son más y cada vez dan mejor pelea, ya los medios estarían celebrando la agonía de nuestro movimiento.
BERNARDO: Lo vengo diciendo desde el primer día. Avenidas ocupadas, vitrinas destrozadas, buses incendiados no tocan el bolsillo de los poderosos. Solo destruyen los bienes y el trabajo de gente desamparada como nosotros. Debemos golpear a los dueños del país. A los que sacan por los puertos el cobre, cada día menos refinado, para robarse el oro, la plata y el molibdeno que va en la tierra roja que dicen llevarse.
TRABAJADOR 2: Cada vez que hemos intentado estrangular la economía, nos masacran. Ya no será agua y lacrimógenas. Será sangre y fuego.

Se abre la puerta violentamente. Entran ágiles, incontenibles, extrovertidos tres ó cuatro encapuchados. Saltos de kárate y capoeira. Grafitean las paredes.

LIDER: ¿Fuego? ¿Quién dijo fuego? Por fin escucho esa palabra sagrada en este salón de fiestas ¿Fuego? ¿Cocteles Molotov? ¿Se quemarán a lo bonzo? ¿Dejan por fin los desfiles rosa para luchar de verdad contra la barbarie de guante blanco?
BERNARDO (Ignorándolo, se dirige a los asistentes originales): No propongo caer en hechos de violencia. Solo estrangular. Interrumpir las exportaciones. Parar el cobre y la fruta. Cortar aquí y allá las vías y autopistas de acceso a los puertos. Nada más. Basta ocupar por una hora la entrada al puerto para que se genere una cola de 400 camiones. Tardan horas en conseguir que el tráfico vuelva a ser normal. Esto permite volver a interrumpirlo antes de que lo logren. Debemos cerrar una y otra vez los puertos principales. Guerra de guerrillas. Evitar el enfrentamiento.
LIDER: Eso es... Gran idea.... Uds. acumulan camiones y nosotros los incendiamos... Por fin los dueños del país sentirán la inseguridad y la agonía que son la única forma de vida que nos permiten.
LUISA (cliqueando): Olviden lo que dicen los vándalos. Hagamos lo nuestro. ¿Qué deciden? ¿Estrangulamos los puertos o seguimos tomando calles, escuelas y universidades?
LIDER: Lamento no poder quedarme a exponer ideas y discutir conceptos. La policía nos sigue como la mariposa al fuego. Está por llegar. Por favor no se compliquen. Todo es muy es simple. Sea huelga, lluvia, terremoto, marcha rosa, guerra de guerrillas, haya las condiciones especiales que hubiere, alguien tiene que poner el fuego y el palo, la pintura y la piedra... La tele. La policía. La coreografía. La luz. La acción... Si Uds. no tienen el capital necesario para poner en escena desde sus casas a miles de actores como hacen los poderosos que envían a policías, bomberos, médicos, periodistas, políticos y jueces, entonces tienen que montar la escena como antes, como en los primeros días, cuando nadie tenía capital y la historia se escribía con fuego, con palos y piedra, con pintura fría y caliente, con sangre y grafiti.... Me disculpan, debemos darnos a la fuga... ¡Hasta el próximo incendio!

Encapuchados se retiran. Excepto uno que termina su grafiti antes de salir

ESTUDIANTES: Es hora de golpear el hígado de los poderosos
HACKER: Están mal. Hay que pasar suave. Desfiles y tomas. Resistencia pasiva. Ser agredidos. Evitar que nuestra acción legitime la represión. Lograr que la injusticia de su actuar contraste con nuestra debilidad, con el abuso que sufrimos... Pero también hay que golpear. Y para eso hay que crear. Infiltrarse. Robar y publicar información reservada, boicotear sistemas y comunicaciones, desafinar la orquesta, transferir fondos, enredar operaciones desde el escondite inaccesible de cada francotirador electrónico.
ESTUDIANTE 1: Guerra electrónica... Romántico, pero no funciona... El estado tiene mil modos de defenderse. Al final nos muestra como simples delincuentes. La única opción es la calle. En las avenidas o en los puertos, pero en la calle. Miles de nosotros de carne y hueso mostrando pancartas. Decisión, sencilla humanidad, capacidad de sacrificio.
HACKER: Los acompañaremos siempre. Ayer en las calles. Hoy en los puertos... Pero no será suficiente... La capacidad de represión del aparato del estado es ilimitada. El que ha luchado en primera fila sabe que la batalla es desigual desde que rompe. Solo la informática puede emparejar las fuerzas y darnos la ventaja porque nosotros alucinamos día y noche, soñamos e inventamos cada día. Y solo tenemos que enfrentar a sujetos a sueldo, obligados, oprimidos, hartos, que trabajan pocas horas, con breik para el café y una hora para pasar hambre al aire libre, al aire nauseabundo y oscuro del tráfico.
TODOS: Vamos ahora por los puertos. Peguemos donde duele.
TODOS: Que así sea

Escena VI

La escena vacía. Es la sala de la casa de Dupin.
Al poco se abre la puerta de calle e ingresa Dupin, con la vista fija en el periódico que lee.
Con la puerta abierta se detiene mientras, sin terminar de entrar, continúa leyendo. Betania aparece en el umbral.
Sin percatarse de ella, Dupin intenta cerrar tras sí la puerta mientras sigue leyendo.
Cuando observa que algo le impide cerrar la puerta a sus espaldas, se da vuelta y se entera de la presencia, casi encima suyo, de Betania.

BETANIA (entrando): Me lo imaginaba alto, igual que su hijo.
DUPIN: Pues ya lo vé... Y estuve tan enamorado de su madre que jamás pensé que pudiera ser de otro. Siempre creí que ella solo tenía ojos para mí.
BETANIA: (como para sí misma) Ya quisiera una que así fuera... (y a DUPIN) El señor Dupin ¿verdad?

Dupin, que intenta asimilar lo devastadora que es ella, calla paralizado.

BETANIA: ¿Puedo pasar?
DUPIN: Por favor... adelante... Es Ud. mucho más hermosa y atractiva de lo que luce en las revistas cuya portada no se puede dejar de observar.
BETANIA: Con su permiso... (Camina hasta dominar la escena)... Gracias por su cumplido.
DUPIN (Con vago gesto. No es claro si la invita a sentarse o a quedarse de pie, como está): Bien puede... Está en su casa.
BETANIA: ¿Entonces tampoco su esposa era alta?
DUPIN: Mientras estuve con ella siempre me pareció perfecta… Maravillosa en todo... Ahora, años después que me dejó, ya pude empezar a observar y ver que ella y todos en su familia son de baja estatura, al igual que en la mía. Pero me abstengo de cualquier conclusión. Hago como el que se detiene algunos metros antes del borde de un precipicio para mirar el paisaje desde ahí, sin querer pensar que desde más cerca del abismo la vista puede ser mejor. Prefiero creer que Roque es hijo de ese amor que es lo único realmente maravilloso que me ha ocurrido en la vida, aparte de tener a Roque, se entiende.... Pero... cuénteme ¿que la trae por aquí si soy yo quien debe acercarse a pedir la mano de su hija?
BETANIA: ¿Cómo que la mano de mi hija? ¿qué dice Ud.?
DUPIN: Nada... solo pretendía hacerle todo mas fácil, pues ya veo que Ud. no sabe por dónde empezar.
BETANIA: Pues me ha dado un susto terrible... Mi hija casada... Y casada... en fin, con quien sea... Es que no la imagino, tan joven, pensando siquiera en casarse... Ud. sabe... a esa edad los noviazgos duran nada y hasta lo que parece más fuerte de pronto se convierte en recuerdo inofensivo.
DUPIN: Evidentemente... ¿un café?
BETANIA: No gracias... Espero que esto no nos tome mucho tiempo.
DUPIN: Entonces dígame en que puedo serle útil. Yo entretanto preparo un café para mí. Dicen que el café ayuda a escuchar y, ocasionalmente, despeja el entendimiento.
BETANIA: Vengo por mi esposo.
DUPIN: Pues no esta aquí... ni siquiera lo conozco.
BETANIA: ¿Es que no se puede hablar en serio con Ud.?
DUPIN: En esta playa solo varan historias tristes, aterradoras. Siempre les cuesta comenzar. Casi nunca dicen la verdad. El humor suele ser eficaz.
BETANIA: Entonces permítame hablar sin interrumpirme, que cada cosa sin sentido que Ud. dice me saca de mi desesperación, de mi concentración, de mi terrible sensación de que todo acabó. Y créame que cuando digo todo, es todo, sin excepción.
DUPIN (ahora muy formal): Siéntese, por favor.
BETANIA (se sienta): Mi esposo ha desaparecido... lleva tres semanas sin que se sepa nada de él... Tres semanas que han sido suficientes para comprender que no puedo vivir sin él... No es solo que no pueda vivir sin su dinero... Es que además no puedo vivir sin él... No es que quiera seguir regañándolo y gritándole como una poseída, celándolo día y noche hasta hacerle la vida imposible... es que ahora comprendo que aceptaría lo que fuera por volver a estar con él, por verlo una vez más.. sentirlo a mi lado... escuchar el sonido incomparable de su voz, ser testigo de su candidez y de su risa
DUPIN: ¿Tres semanas? Cuénteme todo lo que sepa, sin entrar en detalles esta primera vez.
BETANIA: Estamos a 28. Miércoles... El Viernes 9 salió de casa tempranísimo como todos los días. No entiendo para qué, pues su trabajo se reduce a sentarse tras el escritorio en su lujosa oficina, meterse en blúmber y ver cómo se mueve el precio de las acciones y de unos valores o productos que ni siquiera son acciones. Entiendo que son nada o algo similar a nada, pero que lo hicieron millonario una y otra vez... Ni siquiera hace eso... En realidad solo espera que lo llamen por teléfono y le digan compra esto o aquello, vende la que vence mañana y cosas así que él hacía puntualmente como si lo supiera todo o no entendiera nada... Y varias veces al día revisaba el saldo de sus cuentas bancarias para asegurarse que siempre aumentaba... No era mucho lo que hacía, en verdad... Eso y transferir dinero a mis cuentas y a las del senador Cándido... diría que eso era todo... Me corrijo, porque si no le cuento todo no podrá Ud. ayudarme... No es que no entienda por que salía tempranísimo. Sospecho que lo hacía para desayunar y estoy segura que mucho más que eso en casa de Rosita Hernández, la actriz tan de moda, la del monólogo... La conoce ¿no? (Dupin asiente) Al Senador Cándido también, ¿no? (Dupin asiente)... No sabe Ud. cuántas veces he ido a ver ese monólogo que ya me sé de memoria intentando comprender qué tiene ella que no tenga yo, qué ve Ricardo en ella que no pueda encontrar en mí que me he cuidado día y noche para él... para ser la mujer más bella, sexy, coqueta y divertida de todas, solo para él.

Dupin la mira detenidamente y mueve la cabeza como asintiendo para sí mismo. Como diciéndose que en efecto aquello es un mujerón que nadie en su sano juicio cambiarÍa por Rosita Hernández. Ella llora quedamente. Dupin sirve dos cafés, le alcanza uno y se sienta frente a ella.

BETANIA (Saborea el café ensimismada. Tras un largo silencio): Está muy dulce, muy oscuro, muy amargo... pero de algún modo exquisito y reconfortante... Desde ese día no he sabido nada de él. Llamo a sus compañeros del golf, Luis Fernández y Guillermo Cañas y nada saben de él. Solo saben hacerme proposiciones. Las mismas de siempre. Solo que ahora alegan que como estoy sola no tengo razones para rechazarlos... Lo mismo Simón Heinz. Aunque nada sabe de Ricardo, nada de nada según él, no le faltan palabras para tratar de convencerme.
DUPIN: ¿Y Rosita?
BETANIA: Parece que tampoco sabe de él, pues mientras la insulto por teléfono llora desconsolada y me pide a mí, la muy descarada, que si Riko aparece le diga que daría lo que fuera por volver a verlo.
DUPIN: Entiendo... pero... ¿que espera Ud. de mi?...¿en qué puedo servirle?... ¿Quiere mi opinión sobre el caso o que me ocupe de encontrar a su esposo?
BETANIA: Quiero que encuentre a mi esposo... Temo que le haya pasado algo... Sospecho que lo han secuestrado... Que quieran asustarlo... No puedo imaginar que él haya decidido desaparecer sin decirme nada y sin atenderme al teléfono... Luisa habla maravillas de Ud. ... Me dice que es un brillante investigador... que ha resuelto casos de gran complejidad.
DUPIN: Los mejores, los más crueles e interesantes quedan resueltos solo por unos días en este país, señora. Puede ser que uno acierte en dar con el asesino y aun con los autores intelectuales y pueda demostrar quiénes son los delincuentes y quiénes los afectados... Pero luego, si hay poderosos involucrados, entra en juego la justicia y lo enreda todo a tal extremo que se considera afortunado que los familiares de la víctima no terminen en la cárcel y aceptable que los asesinos sean objeto de desagravios y más tarde sean condecorados o declarados Doctor Honoris Causa de alguna universidad, para terminar de pulir y dar brillo a su imagen intachable.
BETANIA: Ahora me parece que Ud. se toma todo demasiado en serio, señor Dupin... Tal vez deba dejar el café. Dicen que el té verde relaja.
DUPIN: A veces hablo demasiado como ve... Por ser Ud. la madre de Luisa, que es como una hija para mí, y no entienda por ello que también yo le estoy haciendo proposiciones que, debo aclararle, me parecen muy justificadas, intentaré ayudarla, aunque no le puedo garantizar resultado alguno.
BETANIA: Muchas gracias... Yo sé que no existe modo de garantizar que lo encuentre... ¿Y sus honorarios? ¿Cuánto suman? ¿Qué parte se paga por adelantado? Por favor entiéndame... nunca me he visto en una situación similar
DUPIN: Por ser Ud. quien es, le propondré mis honorarios una vez que encontremos al Sr. Arestimuño. Entonces los tres nos pondremos de acuerdo acerca de la eventual efectividad de mi participación y en el monto de mis honorarios, en caso que deba cobrarles algo.
BETANIA: Sr. Dupin, yo no vine a pedirle un favor... vine a contratarlo.
DUPIN: La entiendo y aprecio su disposición a pagar por mis servicios... Pero imagine Ud. que convengamos que son cien mil dólares y que tan pronto hemos terminado de firmar nuestro acuerdo golpean a la puerta y aparece el Sr. Arestimuño queriendo conocer al padre de Roque o al propio Roque para sacarle los ojos, o que llega Ud. a su casa y lo consigue esperándola... Vamos paso a paso. Verá Ud. que lo encontraremos y después llegaremos a un acuerdo satisfactorio para todos.


Escena VII.

Dupin trabaja en su computador.
Se escucha a Louis Amstrong que canta "Kiss of fire", el tango "El Choclo", en su versión en ingles, (http://www.youtube.com/watch?v=gVxwN3Eaf_U), al menos hasta que, después de su cantar inicial, entra la trompeta.
Tocan a la puerta. Dupin abre. Es Riko, 40, desfalleciente.
La música baja de volumen pero permanece hasta que se termina la pieza.

RIKO: ¿Puedo?
DUPIN (reconociéndolo escasamente): ¿Ricardo Arestimuño? Es Ud., ¿no?... Lo he visto en la tele.
RIKO: ¿Puedo?

Dupin lo coge de un brazo y lo ayuda a pasar y sentarse en una silla del comedor que oficia de su escritorio de trabajo

DUPIN: ¿Agua?
RIKO: Por favor

Dupin le sirve agua. Riko bebe sediento

DUPIN: ¿Algo de comer?

Riko calla.

DUPIN: Vamos, que yo también he pasado hambre alguna vez.

Riko permanece sentado sin hacer ademán. Dupin habla mientras abre la nevera, saca recursos, prepara un sandwich a un costado en la propia mesa del comedor.

DUPIN: He leído que lo buscan
RIKO: Necesitan un chivo expiatorio
DUPIN: ¿Por qué no se ha fugado? Todos lo hacen.
RIKO: No tengo nada... ni aquí, ni afuera.
DUPIN: Cuesta creerlo... Millonario, especulador y sin salvavidas en un paraíso fiscal... No parece real.
RIKO (a medida que se expresa va mostrando su personalidad seductora, sencilla, amable, convincente, cándida): Una cosa es la imagen que crean de uno y otra lo que uno es... Me he visto en la tele y los periódicos... A tal punto parezco un delincuente, un especulador profesional, un desalmado inversionista empujado por la codicia que hasta me arrepiento y me avergüenzo de serlo a pesar de nunca haberlo sido.
DUPIN: Pero las cifras que dicen que Ud. ha ganado en la bolsa, cientos de millones de dólares... hasta hace poco un héroe, un ícono del emprendimiento, del capital semilla, de la toma exitosa de posiciones en situaciones de riesgo en las que otros no se atrevieron a invertir... Cuesta creer que alguien tan exitoso y admirado no haya asegurado su futuro como hacen hasta los banqueros y especuladores más modestos.
RIKO: Aunque cueste creerlo...

Dupin le alcanza un sandwich que Riko, mientras habla intenta comer, formal y mesurado, con tenedor y cuchillo, y termina devorando con graciosa avidez

RIKO: Nunca supe nada de eso ni fui experto. De hecho apenas entendía como funciona la bolsa y jamás llegué a comprender qué demonios eran esos derivados e instrumentos secundarios en los que se me consideraba un genio y que me hicieron inmensamente rico... de ahí que no daba entrevistas... Tal vez mi silencio agrandaba el aura y mi prestigio.
DUPIN: Nadie podría creerlo... En corto tiempo ganó Ud. cifras inalcanzables para cualquiera.. ¿Y sin saber nada del asunto?... Difícil... imposible de creer.

Riko come calladamente. Bebe. Se relaja. Transmite el inmenso placer que siente tras haber saciado hambre y sed.

RIKO: Ahora, después de disfrutar lo que Ud. me ha dado de beber y de comer, debo decirle algo que quizá estaba obligado a decirle antes de entrar.
DUPIN: Lo escucho.
RIKO: ¿Cómo empezar, si no lo conozco siquiera?... Mi hija recitaba... "Compadre quiero cambiar mi caballo por su casa, mi cuchillo por su espejo, mi montura por su manta..." Siempre recuerdo la escena que pintaban esos versos... Necesito refugio... Me buscan... No tengo a quien acudir... Luisa me hablaba de Ud., del padre de Roque... Me decía que algo tiene de excepcional, de único... Nunca entendí del todo a qué se refería... lo pintaba como un hombre generoso.
DUPIN: El poema ese que recita su hija continúa: "Si yo pudiera, mocito, ese trato se cerraba, pero yo ya no soy yo, ni mi casa es ya mi casa"... ¿Cómo podría ayudarlo si fuese cierto que soy generoso? Mire que unos días por una razón y otros por muchas otras, no tengo ni jamás he tenido dinero.
RIKO: No se trata de dinero... Necesito refugio... Donde esconderme
DUPIN: No pretenderá...
RIKO: No tengo donde ir. El Senador dice que me darán cárcel, la más dura, porque necesitan mostrar que castigan a alguien... Y Amelia dice que en la cárcel me matarán porque temen que hable, aunque no sé qué podría yo decir, no sé qué puedo yo saber tan peligroso así como para que quieran callarme.
DUPIN: ¿El senador?... ¿Qué senador?... ¿Amelia?... ¿La mentalista de la tele? ¿Refugio aquí?... No puedo siquiera imaginarlo... La única ayuda que puedo darle es comida y algo de beber, aunque debemos decir que Ud. se ha presentado aquí como si fuese otra persona que requiere de mis servicios para recuperar su fortuna o algo así... Más que eso, desde ya le digo que ni se lo sueñe... Que no tengo espacio aquí dónde recibirlo... No puedo convertirme en cómplice de un especulador financiero, quizás lo que más detesto, por el solo hecho de que vayamos a ser consuegros.
RIKO: ¿Con qué?
DUPIN: ¿Tampoco Ud. sabe nada del asunto?
RIKO: ¿De qué asunto?
DUPIN: Su mujer estuvo aquí hace pocos días y tuve que decirle que se trataba de una broma... Estaba tan mal que no le dije nada... Su hija Luisa está embarazada de mi hijo Roque y van a casarse.
RIKO (alegremente): ¿Un nieto? Siempre quise tener uno... Y ahora que cada día es más difícil, que cada día me parece el último, pocas cosas puedo imaginar que me pueden traer felicidad... Esta es una... un nieto... ¿Tiene Ud. una foto de Roque? ¿Se parece a Ud.?
DUPIN: Descuide... no tema... no se me parece en nada... No puede Ud. quedarse aquí. Sería absurdo... La policía, aunque su torpeza es el único sustento de mi profesión, no puede ser tan torpe que no lo busquen aquí, lugar al que llegan su hija y su esposa.
RIKO: ¿Betania? ¿mi mujer?
DUPIN: Ya se lo he dicho a Ud. hace unos segundos. Ella ha estado aquí y volverá... La policía andará tras ella aunque más no sea porque tal vez no hay en el país mujer alguna detrás de la que se pueda andar tan justificadamente.
RIKO (celoso) ¿Y que viene a hacer aquí mi mujer? ... Le ruego me explique.
DUPIN: Muy simple: está desesperada y me ha contratado para que lo busque a Ud. ... de modo que tenemos otra razón para que no se quede aquí: puedo venderlo. Me ha ofrecido mucho dinero por encontrarlo.
RIKO: Ella no tiene con qué pagarle.
DUPIN: Ud. puede ser un sujeto absurdo, incomprensible, y eso aun está por verse... Pero que ella no haya ahorrado nada, que no haya guardado... que no tenga dinero en el extranjero... Imposible... o yo no sé nada de mujeres.
RIKO: Si Ud. no me recibe moriré de hambre... O tendré que entregarme y me matarán... No sé esconderme, robar, fugarme... No estoy hecho para eso... Apenas si alguna vez he levantado la voz a alguien... Siempre todo ha sido fácil para mi... Solo ahora, por primera vez se me presenta un problema y ya ve... no sé cómo hacer y no estoy preparado para atenderlo.
DUPIN: Además un hombre como Ud. no parece capaz de oír a su hija entrar aquí, reír y conversar, sin salir de su escondite a abrazarla y preguntarle por el nieto... Aquí desde cualquier rincón se oye todo lo que se habla... Y cuando venga su mujer...¿no saldrá corriendo a besarla cuando la oiga llorar por Ud. y decir que lo busca no por su dinero ni por nada material si no porque lo ama y no puede vivir sin Ud.?... No lo soportaría... Y ya tendría yo que dar refugio clandestino a toda la familia... Aunque la policía sea perfectamente inútil los encontraría y yo iré preso por encubridor.

Escena VIII

Se abre la puerta de calle. Entran Roque, cabeza vendada, brazo en cabestrillo, y Luisa, con la ropa manchada pero muy compuesta. Roque se echa en el sofá. Ella se sienta a la mesa. Dupin entra desde la puerta a la derecha que se supone que lleva a una habitación interior.

DUPIN: ¿Qué tienes? ¿Qué te ha pasado?
LUISA: Tiene un traumatismo encefálico cerrado y el brazo fracturado. Le prescribieron reposo pero volvió a las barricadas... Al final hemos tenido que correr... Tuvimos suerte... hay heridos, tal vez muertos... y muchos detenidos.
DUPIN (a Roque): ¿Cómo te sientes?... ¿necesitas algo?
ROQUE: Estoy bien... No era fácil estrangular, parar los puertos.. no imaginas la fuerza con que vinieron... no esperaron un día...
DUPIN: La idea era golpear y retirarse, no quedarse mucho tiempo ahí para evitar un enfrentamiento abierto.
LUISA: Así lo intentamos... Cortábamos la autopista aquí y allá... Distintos lugares de estrangulamiento... Pero la respuesta policial era cada vez más ágil y desalmada.
ROQUE: Además los encapuchados no consideran estrategia... golpean siempre... se mantienen mientras pueden... regresan incansables... y cada día son más aunque cada día resulta herido un mayor número de ellos... y los capturan como si fueran ganado.
LUISA: Han asesinado al ex presidente Ríos...
DUPIN: A Ríos... el admirado que se lo merecía todo... la verdad es que también se merecía la muerte... quizás es lo que más se merecía... ¿y saben ya quien lo mató?
LUISA: No tienen la menor idea... Caminaba solo cerca de una casa que tiene al pie de un cerro, lejos de la capital... Le dieron dos tiros desde lejos... como si hubiera sido un jabalí... El segundo cuando ya estaba en cuatro patas... Hablan de un tirador profesional...
ROQUE: Sicarios... Asesinato político en este país donde nunca ha pasado nada... Cuesta creerlo
DUPIN: ¿Cómo que nunca?.. Hace veinte años asesinaron a un senador... Y que hayan matado a Ríos es, sinceramente, de toda justicia... Siempre pensé que algún día le cobrarían la muerte del descuartizado.
LUISA: ¿Qué descuartizado?
DUPIN: Durante su gobierno descuartizaron a un alto funcionario de la principal Universidad del país. Pretendían evitar que hablara. Que delatara a Ríos en un esquema de corrupción que recién comenzaba a descubrirse y donde Daniel, el dscuartizado, después de muerto logró ser el testigo principal.
ROQUE: ¿Y cómo saben que fue Ríos? ¿Cómo saben siquiera que querían callarlo si como dices lo mataron? ¿Es que lo descuartizaron después que habló?
DUPIN: Lo raptaron y descuartizaron oportunamente. No alcanzó a hablar. Ni siquiera a decir que pensaba hablar. Fue un asesinato preventivo. Y dejaron su documento de identidad y su llavero sobre los diecinueve huesos que fue lo único que se ha encontrado de él.
LUISA: ¿Para que la cédula y el llavero?
DUPIN: Para dar un mensaje a otros que pensaran denunciar los delitos de Ríos y sus cómplices. Quisieron dejar en claro que esos huesos eran suyos y no de cualquier otro. Un pequeño gesto para que todos pudiesen entender que hablar era poco saludable... Daniel sabía mucho. Algunos huesos es todo lo que quedó de sus intenciones.
ROQUE: Pueden haber sido huesos de cualquier otra persona y que por coincidencia hayan tirado ahí su cedula y el llavero.
DUPIN: Hubo identificación vía ADN... Eran sus huesos... Además, temiendo ser asesinado, Daniel dejó, en manos de un periódico, miles de documentos que sirvieron para enjuiciar a Ríos y sus cómplices.
LUISA: ¿Y pudo demostrarse que ellos lo asesinaron?
DUPIN: Nunca se supo nada. Ni siquiera se investigó. Ríos y la oposición llegaron a un acuerdo para dejar impune ese crimen de lesa humanidad.
LUISA: ¿Y nadie pidió justicia?
DUPIN: Un ciudadano, uno solo, mientras Ríos era presidente, cada año por la prensa y la TV denunciaba que Ríos estaba involucrado en el asesinato y el encubrimiento.
ROQUE: ¿Y Ríos que decía?
DUPIN: Callaba... probablemente temblaba.
LUISA: ¿Y nadie más dijo nada? ¿Jueces? ¿Diputados ¿Periodistas? ¿Nadie?
DUPIN: Solo la hermosa jueza que llevaba los casos que se adelantaban gracias a los papeles que dejó Daniel. Pero tan pronto ella quiso saber quien descuartizó a su testigo estrella, la Corte Suprema le prohibió acercar su hermosa nariz a la hediondez de la patria.
ROQUE: ¿Y qué fue de Ríos y sus cómplices de corrupción?
DUPIN: Fueron beneficiados con la prescripción de sus delitos, mediante una sentencia amañada del más alto tribunal.
LUISA: ¿Prescripción?
DUPIN: Es el instrumento de los poderosos para asegurarse impunidad... Tal es así que durante el gobierno de Ríos, cuando algunos senadores fueron acusados de pedofilia, el Congreso aprobó una ley que establece que la pedofilia prescribe a los cinco años de cometidos los delitos. De modo que si intentaban condenarlos, el juez podía sentenciar que esos delitos estaban prescritos.
LUISA: ¿Y en qué terminó todo?
DUPIN: Una vez que lograron sentencias que los ponían a salvo de sus acusadores, el Congreso modificó la ley para restablecer que los delitos de pedofilia prescriben después de quince años.
LUISA: ¡Qué horror!... pobre país.

Las palabras de Luisa son interrumpidas por un sollozo de Riko en su escondite, en el cuarto a la derecha del escenario

LUISA: Un sollozo... Escuché un sollozo
ROQUE (asombrado): Yo también
DUPIN (fingiendo desesperación): ¿Qué les pasa? ¿Se han vuelto locos? Ahora resulta que creen en espíritus y que en esta casa se oyen sollozos que además yo no escucho... Roque, por primera vez me veo obligado a mandarte el carajo... No puede ser que tú, hijo mío a quién eduqué tan racionalmente se deje influir así y comience a creer locuras.
ROQUE: Es que sinceramente me pareció escucharlo. Y cuando Luisa dijo que lo había oído no pude evitar admitir que yo también.
DUPIN: No sé qué les pasa.... escuchan sollozos... ¡quién podría creerlo de Uds.!
ROQUE: Entonces piensas que el asesinato de Ríos es por el descuartizamiento de Daniel.
DUPIN: No sé si lo pienso o lo deseo. Al menos es un mensaje a los responsables de impartir justicia: si ellos no castigan a los grandes asesinos, alguien se encargará de hacerlo. Cuando comprendan que así será, ya se cuidarán de impartir justicia con detenimiento y rigor para que no sea que terceros lo hagan solo con rigor.
LUISA: Mamá me espera. Está cada día más descontrolada por la ausencia de papá. Quién lo hubiera creído... Cuando lo tuvo cerca le hizo la vida imposible.

Se escucha un nuevo sollozo, algo más quedo

LUISA: ¿lo oyeron?
DUPIN (que también ha reaccionado ante el sollozo): ¿Oímos qué?
LUISA: Un sollozo
ROQUE (que al oírlo se había dado vuelta en dirección al sollozo, mira a Luisa con complicidad, luego a su padre): ¿Sollozo? Yo no escuché nada.
LUISA: Debo irme
ROQUE: Voy contigo
DUPIN (a Roque): Mejor quédate. Debes hacer reposo. Un golpe en el cráneo...

Los jóvenes se van.
Tan pronto han salido, Dupin camina hasta la sala contigua en la que se esconde Riko. Pronto regresa con éste.

DUPIN: Te lo dije... Eres una mamita... El día que venga tu mujer te echas a sus pies y mi prestigio se viene al suelo... He aceptado cobrarle por encontrarte y resulta que estás en mi casa... lo siento pero tienes que irte... busca otro lugar para ti.
RIKO: Perdón... perdóname por favor... es que me emocioné demasiado al escucharla... apenas puedo imaginar que esa muchacha, a quien me cuesta dejar de ver como una niña, sea capaz de luchar por lo que cree y cargue además con mi nieto.
DUPIN: Ya verás cómo ese crío, que respira molotov y lacrimógenas no será una mamita... Lo siento... no puedes quedarte.
RIKO: No tengo donde ir... (intentando seducirlo) entonces la derecha en tiempos de Ríos aceptó dejar sin castigo a los que descuartizaron a ese tal Daniel... Y en cambio a mí, que no he matado ni robado a nadie, que no tengo culpa alguna, que todavía no entiendo qué demonios es un derivado, me quieren meter preso por el resto de mi vida...
DUPIN: El encubrimiento es un delito mil veces mayor y, en el caso, más grave que el propio descuartizamiento. Gobierno, oposición, jueces, congresistas, propietarios de los medios, una red interminable, una medusa de mil cabezas... por eso se dice que Daniel comenzó a gobernar el propio día en que aparecieron sus restos... Y mientras no se castigue a quienes ordenaron matarlo y a quienes dirigieron el encubrimiento, este país seguirá siendo lo que es: un grupo de delincuentes de cuello y corbata que esquilman, oprimen y escriben sus propias leyes mientras acallan, extorsionan e imponen disciplina a millones de indefensos... Golpean incansablemente al oprimido hasta convertir su rebeldía en resentimiento, en frustración, en convicción de que nada que se intente tendrá resultado.
RIKO: Y yo soy uno de ellos... (solloza)... y tú, mi conabuelo... ¿así se dice? me echas a la calle, me arrojas a sus garras... Luisa comentaba en casa que tienes alma, que eres solidario y comprometido... cuentos y más cuentos.
DUPIN: Tu no entiendes la situación en que me pones... tengo un apartamento al que te puedes ir.
RIKO: ¿Y cómo haré para comer?... para salir de compras... ¿no viste en la tele que ofrecen recompensa por mi?... me pintan como un monstruo... como el único culpable de la miseria de todos... una sola persona que me reconozca y seré linchado o me entregarán...
DUPIN: Esta misma noche te llevaré a mi apartamento en la playa... te dejaré provisiones y te las llevaré cada semana... Aquí no te quedas un día más.

Escena IX.

Sala de la casa de Dupin, que, en pijamas, habla por teléfono.

DUPIN: Sr. González. Mientras más indago en su caso, más me parece que Ud. me guarda algo, que no me dice todo lo que sabe... O que a Ud. le ha cabido una participación en los hechos distinta de la que me ha detallado... No, ya la he dicho que no envíe a nadie hasta acá... Pues si ya lo hizo por favor llámelo y dígale que no lo recibiré... Soy yo quien decide cómo se lleva el caso y dónde y con quién me reúno... Le agradezco que lo llame antes de que sea tarde... Por favor...

Dupin, molesto, pone el áifon en la base del amplificador parlante y se echa en el sillón.
Suena "Mi noche triste", en la versión original de Gardel, acompañado solo de guitarras.
Después de algunos compases del tango, se escuchan fuertes golpes a la puerta. Dupin se pone de pie con aire indignado. No abre. Intenta seguir escuchando a Gardel.
Los golpes se repiten. Dupin se pasea tratando de escuchar el tango. De pronto camina hasta la puerta.
Tan pronto la abre, irrumpen tres o cuatro encapuchados.
Todos excepto Líder, que se echa en el sillón, se pasean por la sala y las habitaciones vecinas, ignorando a Dupin e inspeccionando el lugar con desparpajo.

LIDER: ¡Qué música añeja!... Gardel, ¿no?... La policía se llevó a Roque, su hijo... Parecía muy malherido.
DUPIN: ¿Dónde está Roque? ¿Quién es Ud.? ¿qué pasa con él? ¿de dónde lo conoce?
LIDER: Lo metieron en un carro de la policía... Solo vi cuando lo recogieron, ya inconsciente. Lo arrastraron sin el menor cuidado y lo arrojaron dentro del carro.
DUPIN: ¿Quién es Ud.?
LIDER: ¿Yo?... nadie... Somos los que todavía mantenemos el bloqueo de los puertos... Los estudiantes ya lo han abandonado... No es mucho más lo que podremos resistir. Somos pocos. Y si bien ellos...
DUPIN: ¿Dónde tienen a Roque?
LIDER: No se puede saber. Y a esta hora no hay nada que hacer. Lo negarán en cada lugar al que vayamos por él. Mañana, una vez que los grandes jefes aprueben las coartadas, darán una respuesta precisa y perfecta: está en tal parte, se le acusa de tales hechos, se le consiguió con tales daños causados por los propios violentistas que forman parte de su movimiento o resultado del enfrentamiento entre los violentistas y las fuerzas de orden.
DUPIN: ¿De dónde conoce a Roque?
LIDER: Irrumpimos un par de veces en las reuniones de los líderes de los estudiantes. Ahí estaba Roque, bastante conservador, y su novia, Luisa, siempre dándole al telefonito. Supe que él es hijo de Ud. después que Luisa me rechazó no sé si por mi pasar algo agitado o porque le gustan chicos más tímidos.
DUPIN: Voy de inmediato a la dirección general de la policía y, si no lo consigo, preguntaré por él en todos los hospitales públicos donde suelen arrojar a sus víctimas.
LIDER: A la policía será inútil. A los hospitales puedo acompañarlo. Sin pasamontañas.

Uno de los encapuchados, al escucharlo, se detiene asombrado

ENCAPUCHADO: ¿Te volviste loco, jefe? Este tipo podrá denunciarte.
LIDER (a Encapuchado): Lo primero que aprendí en la calle es a ver que hay detrás de cada rostro. Este no denuncia.
DUPIN. Gracias. Por la compañía y por la confianza. Veo que no estoy preparado para saber que a mi hijo le ha pasado algo grave. Me cambio en unos minutos.

Dupin desaparece por la puerta a la derecha y se mantiene conversando con Líder. A veces asoma la cabeza para contestar, otras solo se escucha su voz. Así, hasta que aparece preparado para salir.

LIDER: Abríguese bien que la noche está que no perdona...

Se pone de pié. Observa un cuadro en las paredes de la habitación.

LIDER: ¿Supo que acusan a Arestimuño, el padre de Luisa, del asesinato de Ríos?
DUPIN (asoma la cabeza asombrado):¿A Riko? ¿Ese pobre inocente?
LIDER: ¿Inocente? Es la escoria del sistema... El financia a estos bandidos... del presidente para abajo... Inocente... Es dueño de mil empresas.
DUPIN (habla desde el cuarto vecino): No es lo que Riko cuenta... Dice que está quebrado, en la ruina... que no tiene dónde dormir.
LIDER: ¿Y Ud. cree esos cuentos?... ¿Un investigador famoso como Ud. se come todo lo que le dicen? Lo veo y no lo creo... Dicen que Ud. ve debajo del fango y resulta que se deja engañar por un pillo cualquiera... Seguro que Arestimuño tiene mil guaridas y cien escondrijos donde guarda una y otra y otra fortuna... Si dicen que mató a Ríos es porque saben que lo mató, porque saben cuándo y cómo lo hizo... Porque lo ayudaron a matarlo... Uno a veces no entiende sus razones, pero ellos tienen todo organizado... Yo saco a éste, tú me entregas a aquél, el de más allá no se toca... y así... un libreto donde las palabras son billetes que no dicen nada, que no escuchan ni ven nada, billetes que ni siquiera existen pero que saltan de una cuenta a otra, de un fondo al de más allá... y en el camino van pariendo palacios y bancos, aviones y yates.
DUPIN (aparece vestido para salir): Vamos... vamos por Roque

Escena X.

Departamento de Dupin en la playa. Se escucha a buen volumen a Freddie Mercury, con Queen, en "I wanna break free".
Versión 2007:http://www.youtube.com/watch?v=eM8Ss28zjcE
Suenan siete golpes a la puerta. Tatata ta tatata. Obvia contraseña.
Aun así, Riko se asusta. Baja la música. Permanece inmóvil.
Al poco se repite la contraseña.
Riko, inseguro y torpe, abre apenas la puerta y asoma completa la cabeza. Entonces abre de par en par y aparece Amelia, alta, fornida, vestido corto ajustado, peinada y muy pintada, enjoyada como la vía láctea, elegante sin embargo, aunque sin duda chocante por su porte y complexión manifiestamente varonil. Amelia no es un travesti para hacer escarnio de él. Es una profesional de la lectura del porvenir.

AMELIA: ¿Quién es ese tío ronco, misterioso y varonil que llamó a mi celular desde un teléfono público para darme esta dirección y pedirme que venga a verte?
RIKO (Efusivo): Gracias... Muchas gracias por venir... Sé lo mucho que arriesgas
AMELIA: ¿Quién es él?
RIKO: Me pidió guardar el secreto.
AMELIA: ¿De dónde lo conoces?.... Es peligroso... No te conviene.
RIKO: Es el único que me ha prestado ayuda... a más de ti, que has aceptado verme.
AMELIA: Es un asesino.
RIKO (rie): ¿El?... Imposible... es tranquilo y generoso.
AMELIA: Tal vez me equivoco... pero lo veo con aura de asesino, de violencia, de crímenes horribles.
RIKO: El trabaja en eso. Es detective privado. Supongo que en tu imaginación o en tus visiones aparece rodeado del mundo criminal que investiga.
AMELIA (sentándose): Estas muy delgado... has envejecido.
RIKO: Quiero saber que será de mí... como saldré de esto.
AMELIA: ¿Quieres que tire las cartas, lea el tabaco?
RIKO: Nunca necesitaste cartas ni tabaco para decirme cuándo comprar y cuándo vender. Si comprar esto o aquello. Solo quiero saber que será de mí, puesto que por mucho que pienso y trato de imaginar qué debo hacer o, al menos, qué puedo hacer, no logro encontrar una camino de salida.
AMELIA (Cierra los ojos. se mesa el cabello. Se levanta y camina inquieta. Se va desesperando): Déjame tratar de ver todo una vez más
RIKO: Cándido, el senador, dice que me harán preso y me condenarán a muchos años... Que me castigarán para lavar la cara del gobierno... Y ahora en la tele me acusan de haber matado a Ríos...
AMELIA (tratando de concentrarse): Por favor, ¡calla!
RIKO (calla brevemente pero no puede evitarlo): Yo... a Ríos... ¿Qué puede importarme Ríos?... No se casi nada de él... Lo matan los propios cómplices suyos o de Cándido y me culpan a mí.

Amelia ya no está ahí. Se ha abstraído del todo
RIKO: Solo quiero saber mi porvenir... qué será de mí... qué me ocurrirá... ¿cómo puedo estar metido en este lío si yo jamás hice el mal a nadie?... Por el contrario... no puedo entenderlo.
AMELIA (Vuelve en sí devastada. De pronto cae en cuenta que está con Riko. Adopta una actitud evasiva): Debes tener paciencia.
RIKO: No me vengas a mí con esas, Amelia, que te conozco demasiado... dime lo que has visto.. ¿qué pasará conmigo?
AMELIA (al cabo de un silencio): No tienes escapatoria... no hay salida... Caes sin medida... Ruedas hacia un abismo... Te prenden... Te condenan... Una multitud contempla... Todo muy rápido.. Luego otro abismo... Desapareces.
RIKO: ¿Condenado por qué delito?
AMELIA: Eso no lo puedo saber.
RIKO: ¿También por la muerte de Ríos?
AMELIA: A juzgar por el revuelo, el odio, los grandes funerales... parece ser que sí
RIKO (solloza): Tienes que ayudarme... Tienes amigos en el gobierno... Se habla del poder que tienes sobre algunos... Por favor, ayúdame
AMELIA: Solo estoy para mirar, para ver, para anunciar, dar testimonio... No puedo hacer nada... No soy un personaje,...apenas un espectador que se adelanta algunas escenas.

Riko se deja caer en un sofá y solloza repetidamente. Amelia se sienta a su lado y lo consuela


Escena XI.a

Ha amanecido y el sol no ha asomado. Las tinieblas parecen salidas de la biblia. Se ven luces y escucha el sonido de carros y buses que pasan. Líder Encapuchado y Luisa conversan en la acera esperando autobús. Solo el áifon ilumina levemente la cara de ella que mantiene la mirada fija en el telefonito.

LUISA: No entiendo cómo puede ser que el sol no haya salido... ¿Será que ya no existe? ¿Que en pocos minutos todo habrá terminado? Estoy aterrada... Salí de casa solo para no volverme loca. ¿Será que aún es de noche y los hackers han manipulado la hora?... Esta mañana no había TV, internet, ni señal de celular.
LIDER: La falta de luz impide ver lo hermosa que debes estar... Las molotov ya no solo darán vida a la lucha... También a la belleza
LUISA: ¿No temes? ¿No te inquieta que sea tan tarde y el sol no salga, que no haya comunicación alguna? ¿No te aterra que tal vez nos queden minutos... quizás segundos de vida?.. ¿Nunca te detienes a pensar?
LIDER: ¿Detenerme? La policía, si pudiera... ¿Temer?... ¿Qué puede ocurrir que sea peor que lo que es?.. ¿Qué esperanza nos pueden quitar si nunca hemos tenido alguna? ... Lo que ocurra, sea lo que fuere, da lo mismo... Si alcanzamos a dar todavía algunos golpes... bienvenidos... Si esto se acaba o se acabó, poco importa... Para nosotros nunca ni siquiera intentó comenzar.


Escena XI.b

Oficina del senador Cándido.

EMPRESARIO: Es casi medio día y todo sigue a oscuras. De alguna manera han logrado tapar el sol... Tal vez han creado un eclipse permanente... Lo sabremos tan pronto comiencen a pedir... Seguro que creen que por fin han dado un golpe que nos obligará a negociar... Definitivamente no entienden nada de nada.
CANDIDO: Yo no vería las cosas con tanto optimismo... La situación parece más bien difícil... O más que eso, si se me lo permite: fuera de control... El país es presa de pánico. Saqueo y vandalismo en todas las ciudades con las que tenemos comunicación... ¿Cuantos días podemos resistir así, sin sol siquiera, sin contar al menos la luz del día?... ¿Uno?... ¿Diez?
EMPRESARIO: Esto no pasará del día de hoy. Los yanquis ya estarán trabajando para que vuelva la luz del sol. No pueden permitir un mundo a oscuras.
CANDIDO: No es tan sencillo. Es un eclipse que afecta solo el cono sur de América. De algún modo juntaron basura cósmica, restos de satélites que giraban abandonados y crearon un artefacto en orbita estacionaria sobre nosotros, de modo que impiden el paso de los rayos de sol.
EMPRESARIO: Seguro que los yanquis lo volarán en pedazos en cuestión de horas.
CANDIDO: No parece tan sencillo. Sospechan que la basura cósmica incluye artefactos nucleares. Destruirla podría dar lugar a una catástrofe sin precedentes.
EMPRESARIO: ¡Carajo! (Se pasea en silencio. Levanta una cortina. Se asoma a la ventana) La ciudad está iluminada... Los saqueos aumentan el terror que impera porque el sol no asoma y porque las comunicaciones están interrumpidas... La gente será más tolerante cuando llegue el momento de juzgar la acción de la policía.. Dirán que cualquier extremo era necesario.
CANDIDO: Es hora de revisar las peticiones que hemos postergado estos años convencidos como estábamos de que nunca podrían ir más allá de algunas marchas, escuelas tomadas, desmanes y saqueos localizados... Pero esto ya es otra cosa... Han interrumpido la vida misma.
EMPRESARIO: No exagere, senador... Los negocios siguen marchando.. Los barcos zarpan, las comunicaciones bancarias y comerciales fluyen a través de las redes de respaldo... El pánico restringirá el consumo y las bolsas caerán por unos días... pero a la vuelta de un mes, haya sol o no lo haya, estaremos ganando lo mismo o más que de costumbre.
CANDIDO: Ese siempre ha sido su análisis y de ahí hemos sacado siempre la solución: no ceder en nada, apretar la tuerca una vuelta más, golpearlos duro, dejar que se desgasten, meter en la cárcel a algunos para darles un poco de la tragedia que parecen querer... Pero esta vez es distinto.
EMPRESARIO: ¿Distinto?.. Simplemente una nueva forma de presión... Como cualquier otra... No debemos dramatizar... Por el contrario, si ven que el país sigue operando normalmente, la inutilidad del esfuerzo que han hecho les hará comprender que deben dejar de luchar y aceptar para siempre lo que queramos regalarles.
CANDIDO: La luz del sol... ¿Es que no comprende? Los campos, la fotosíntesis, no podremos seguir viviendo.
EMPRESARIO: Algunos no podrán, es cierto... Muchos, probablemente... Pero se abrirán nuevas oportunidades, nacerán nuevos negocios... Me atrevo a imaginar que incluso podremos estar mejor sin luz, sin sol, sin calor... Habrá tanto más que producir y vender... Si actuamos oportunamente incluso el turismo puede por fin florecer en este país.
CANDIDO: El daño puede ser irreparable... la vida misma está amenazada... Sus propios nietos, senador
EMPRESARIO: Ya estaban amenazados.. Para las grandes mayorías las oportunidades no existen... Millones de muertos pueden traer un nuevo equilibrio... Garantizan un porvenir para el planeta... La historia agradecerá la acción de los saboteadores y reconocerá el coraje que tuvimos al negarnos siquiera a conversar... ¿Quieren hacerlo saltar? Pues que lo hagan saltar, ya que son ellos quienes saltarán. No es mucho lo que dejaremos de ganar hoy para garantizar este nuevo renacer.
CANDIDO: Pienso que Ud. no comprende que esta vez la situación es demasiado grave... Diré al presidente que debe negociar, que debe ceder, que es necesario que la inmensa riqueza del país alcance también a las grandes mayorías
EMPRESARIO: No se atreva, Senador... Dígale más bien que en días así, cuando todo parece condenado, su deber es más que nunca apoyar a la banca y los negocios... de otro modo todo se habrá perdido para siempre.


Escena XII

Dupin escribe en su laptop sobre la mesa del comedor.
Se escucha el silencio.
A un costado de la sala, Roque, sentado en su silla de ruedas con un collarín que le soporta el cuello, permanece inmóvil.
Golpean a la puerta con la misma clave usada por Amelia en una escena anterior
Dupin abre.

RIKO (entrando): Dicen que yo lo mate (desesperado) ¡¡¡que yo lo maté!!!
DUPIN: Cálmate, que desde hace semanas te buscan por la muerte de Ríos... No digas que no lo sabías.
RIKO (se pasea desesperado) ¿Ríos?... Dicen que también maté a Cándido... ¡Roque! (reparando en él) ¡Roque! ¿Qué haces en esa silla?
ROQUE (habla con dificultad, ronco, como desde dentro del pecho): E-s-p-e-r-o... m-i-l-a-g-r-o...
DUPIN: El doctor dice que, con suerte, en cualquier momento empezará a moverse, poco a poco, hasta recuperarse del todo...
RIKO (Se arrodilla junto a Roque. Apoya la frente sobre uno de los brazos inmóviles de Roque apoyado en la baranda de la silla): Roque... Roque... (a Dupin): ¿desde cuándo el muchacho está así? ¿qué le ha ocurrido?…
DUPIN: Dos meses... Así me lo entregó la policía... él no recuerda nada. Ni siquiera de la semana anterior al día en que lo golpearon.
RIKO (llora desesperado): ¿Qué está pasando? ¿por qué? ¿Cómo todo, incluso la juventud se derrumba a nuestro alrededor?... El padre de mi nieto... Y ahora Cándido... Cándido... otro fantasma... ¿Y Luisa?... ¿Ha venido?... ¿Cómo va su barriga, el nieto que temo no alcanzar a conocer?
ROQUE: V-i-e-n-e...
DUPIN: Viene todos los días... Está cada día más hermosa
RIKO: Luisa... Cándido... han matado a Cándido y, tal como él me lo dijo, el gobierno me tiene a mí para que cargue con todas las culpas... Y Roque así... No lo puedo creer... Yo venía, Dupin, a pedirte refugio aquí, una vez más... Ya no sollozo... Ya no hablo... Puedo fingir que estoy muerto... Ya casi estoy muerto... Pero no... me voy... los dejo
DUPIN: ¿Por qué dices que han matado a Cándido?
RIKO (otra vez camina desesperado como si pensar en ello le hiciera perder la razón): Porque está muerto... Hoy... lo han encontrado en su oficina... Siempre era el primero en llegar al ministerio.
DUPIN: ¿Y cómo lo sabes? No han informado nada.
RIKO: Lo escuché esta mañana por el radio... Entonces salí, cerré tu apartamento y caminé hasta el bus que me trajo... No puedo estar solo... todo me causa terror... Lo golpearon en la cabeza con un antiguo tintero de bronce que adornaba su escritorio... Dicen que intentó defenderse, que levantó los brazos pero el tintero era demasiado pesado como para que pudiera detener su imperturbable paso justiciero... Pobre Cándido.
DUPIN (se sienta a la mesa, manipula el laptop brevemente, lee un par de segundos con detenimiento): Así es... Efectivamente han asesinado a Cándido... Un nuevo asesinato político.
RIKO: Pobre Cándido.
DUPIN: ¿Pobre? Pobre país obligado a mantener a maleantes como él. Escribió leyes para beneficiarse a sí mismo y a sus cómplices, delincuentes inmobiliarios. Leyes que les dan para siempre el fruto de sus delitos. Era la personificación del "Abogado del dólar", descrito por Pablo Neruda, el que "remacha los grillos de la esclavitud de la patria"
ROQUE: ¿D-e-f-i-e-n-d-e-s... a-s-e-s-i-...?
DUPIN: Ellos han subvertido la democracia. Se han valido de todo para matar, despojar y enriquecerse. Han creado obligaciones ilegales que Uds., que no habían nacido, tendrán que pagar durante toda su vida... La miseria de los oprimidos es el resultado del abuso que hacen del gobierno y de la ley.
RIKO: ¿Y ello justifica matarlos?
DUPIN: Si la justicia no los castiga y, por el contrario, exige respeto para ellos, entonces alguien debe asegurarse de que no se saldrán con la suya. Y demostrar a los jueces que si no hacen la tarea entonces alguien la hará.
ROQUE: P-a... ¿q-u-é... t-e...?
DUPIN: Todo tiene un límite. Y cada uno de nosotros está obligado a exigir y aún a imponer ese límite. Existen delitos que no pueden quedar impunes. No hay disculpa para permitirlo. De otro modo jamás habrá democracia y caeremos una y otra vez en manos de delincuentes, dictadores o alucinados.
RIKO: Me voy... ¿puedo seguir en tu apartamento de la playa?... No será por mucho tiempo, supongo.
DUPIN: Puedes quedarte aquí si quieres... (a Roque) eran suyos los sollozos, ¿recuerdas?... (con triste desesperación) ¿recuerdas, hijo?
ROQUE: S-í... p-a... s-o-ll-o-z-o-s
RIKO: Me voy... soy demasiado asesino... vendrán por mí... te harán preso por encubridor... ¿quién cuidará de Roque?
DUPIN: Te quedas... ya encontrarán al asesino... Puede ser cualquiera... A Luisa, cuando venga, puedes hablarle... pero a tu mujer, no... nadie podría sacarla de aquí.

Escena XIII

Dupin y Riko en la sala de la casa de Riko.
Roque silencioso y quieto en su silla de ruedas, se interesa en lo que sucede.

DUPIN: En menos de una semana han aprobado leyes para encarcelar a los que protestan y calificar de terrorista cualquier discurso que se pueda pensar que incita a la violencia.
RIKO: En este país son muy eficientes. Todo funciona rápido.
DUPIN: ¿Rápido? Las leyes que penalizan los delitos ambientales y los delitos inmobiliarios llevan años en el Congreso. Alegan mil razones para no aprobarlas. Así los bien relacionados destruyen el ambiente y compran permisos de construcción sin que puedan ser castigados.
RIKO: Alguna poderosa razón deben tener para no aprobar las leyes que mencionas. No puede ser que...

Lo interrumpen fuertes golpes a la puerta y una voz

Voz: ¡¡¡Policía!!! ¡Abran la puerta!

Riko queda paralizado, al borde de un infarto. Dupin, con toda calma pone el índice vertical sobre su propia boca, en ademán de hacerlo callar, y con gesto reposado lo conmina a esconderse en el cuarto vecino, lo que Riko hace con prisa, torpeza e interminable estruendo.
Tan pronto Riko ha entrado a su cuarto, Dupin cierra la puerta que da a él y le pone llave.

Voz: ¡¡¡Policía!!! ¡Abran la puerta!
DUPIN (a gritos): Un momento... me estoy vistiendo.

Cuando Riko por fin ha dejado de hacer ruido para esconderse, Dupin camina calmadamente hasta la puerta y abre. Irrumpen Capitán y dos o tres policías. Mientras Capitán habla, policías husmean el lugar. Incluso intentan sin éxito abrir la puerta del cuarto de Riko.

CAPITAN (con afectada cordialidad): Amigo Dupín... Ya quisiera poder decir que hace tiempo que no lo veo, pero Ud. nos visita con excesiva frecuencia... Lamentablemente esta vez se trata de algo distinto...
DUPIN: ¿En qué puedo servirle, Capitán?
CAPITAN: Tengo orden de allanamiento de su domicilio.
DUPIN: ¿Me permite ver la orden?
CAPITAN (la saca de uno de sus bolsillos y se la entrega): Puede verla.

Dupin la lee y se la devuelve

DUPIN: ¿Qué puedo hacer ante una orden así? ... Solo facilitar su tarea para reducir mis inconvenientes... Dígame, capitán... ¿qué específicamente buscan en mi domicilio?
CAPITAN: Tenemos orden de arresto contra el Sr. Ricardo Alberto Arestimuño Pérez... Según nos han informado, ésta es una de sus guaridas.
DUPIN: ¿Guarida? ¿Mi casa? Ja! Ja! Ja! ¿Y de qué se acusa a ese Ricardo?
CAPITAN: No finja que no sabe, amigo Dupin.... De delitos financieros que han afectado gravemente la economía del país y, además, para que Ud. comience a tomar el asunto más en serio, de magnicidios.
DUPIN: No es mi amigo... ni siquiera lo conozco... ¿Dijo Ud. magnicidio?...
CAPITAN: Dije "magnicidios"
DUPIN (horrorizado): ¿Lo acusan a él de las muertes de Ríos y de Cándido?
CAPITAN: De los asesinatos.
DUPIN: El sería incapaz de eso.
CAPITAN: Ha dicho Ud. que no lo conoce.
DUPIN: He visto lo que dicen los medios
CAPITAN: Y probablemente lo que dice la hija del acusado, novia de su hijo de Ud.
DUPIN: Pues, si lo desean, revisen todo. La persona que buscan no se encuentra aquí.

Los policías miran rápidamente tras los sillones y por los rincones del pequeño salón. Salen por la puerta que da hacia la cocina. Regresan en breve. Ahora se concentran en abrir la puerta del cuarto de Riko. No lo logran.

CAPITAN: Por favor, amigo Dupin, abra esa puerta.
DUPIN (tranquilo): Es el cuarto de mi hijo y de su novia... No tengo la llave... Cuando ella viene, ahí se encierran a conversar... Cuando se va, ella deja todo cerrado... Ud. sabe como son los muchachos hoy en día.
CAPITAN: Ud. me dirá, amigo Dupin: me entrega la llave o nos veremos obligados a abrir esa puerta por otros medios.
DUPIN. Un momento, Capitán, por favor... Permítame llamar a Luisa. Puede que esté por llegar y no sea necesario que la destruyan... La orden es de allanamiento, no de demolición, ¿verdad? Si la chica estuviera por llegar podríamos tomar un café mientras la esperamos...
CAPITAN: Me luce que Ud. solo trata de ganar tiempo, amigo Dupin... Y viendo como se encuentra su hijo cuesta imaginar que se encierre en un cuarto con su novia... Para serle sincero, no entiendo qué gana demorando este operativo... Además su casa está rodeada por mis hombres... A no ser que se produzca un terremoto en este preciso instante, nada puede alterar la marcha de este allanamiento.
DUPIN: ¿Puedo llamar, entonces, a Luisa?
CAPITAN: Llámela, pero no demore, por favor.

Dupin llama una y otra vez por su teléfono móvil. No le atienden. Insiste. Espera un momento.

DUPIN: ¿Un café?
CAPITAN: No, gracias

Dupin insiste con el teléfono. Aparentemente le cae una llamada. Deja mensaje.

DUPIN (habla por teléfono): Luisa... es pa... aquí en mi casa esta la policía... quieren entrar a tu cuarto... un allanamiento... buscan a tu padre... Ya les he dicho que no está aquí... ¿estás por llegar? Mira que si demoras tumbarán la puerta.
DUPIN:(Después de colgar): Vamos, Capitán. ¿Qué tal si esperamos unos minutos su respuesta?... ¿Un café?
CAPITAN: Amigo Dupin... Ud. y yo nos conocemos mucho... Por favor deme esa llave en este momento o doy orden a mis muchachos para que abran la puerta.
DUPIN: Capitán... ¿Como puede Ud. desconfiar de mi?... Ese hombre no esta aquí y la llave de esa puerta la tiene la novia de mi hijo... Esperemos por favor unos minutos.
CAPITAN (se dirige a sus hombres): Muchachos... abran esa puerta.

Los policías abren la puerta y entran al cuarto. Al poco comienza a escucharse ruido de objetos pesados que se mueven y, luego, de una lucha sorda. Pronto aparecen dos policías arrastrando a Riko que resiste pasivamente como haría cualquier activista al ser retirado de una "sentada".

CAPITAN: Vaya, amigo Dupin... esto le puede acarrear un problema legal mayor... ha estado escondiendo a un sujeto buscado por la justicia, ha negado su presencia en el lugar, ha impedido el acceso al cuarto en que se escondía el prófugo.
RIKO: Dupin... por favor haz algo... Amelia, mi mentalista, dice que me culparán de los males del país y del asesinato de los corruptos que fueron ejecutados.
DUPIN: Capitán... por favor deje las cosas así... Ud. sabe que este sujeto es incapaz de matar a nadie... es un inocente.
Capitan: ¿Inocente?... Solo en la bolsa de valores de nuestra capital estafó mas de cien millones de dólares... y dicen que en los grandes centros financieros dejó deudas por miles de millones.... Y además se le acusa, no de asesinatos... ¡de magnicidios!
DUPIN: Capitán... Ud. sabe, su experiencia se lo dice... este sujeto es incapaz no solo de disparar un tiro... es incapaz siquiera de levantar una mano... no creo que alguna vez le haya pegado a nadie... mucho menos matarlo
RIKO: Ayúdame Dupin... Si me sacan de aquí estoy muerto... me van a matar... (Solloza repetidamente)
DUPIN:: Capitán... deme diez minutos y le entregaré al asesino de Ríos y de Cándido... (e indicando a Riko) ¡Olvídese de ese pobre inocente!... ni es capaz de hacerlo ni sabe nada de las razones que podrían haber movido al magnicida.
CAPITAN: Perdone la confianza, amigo Dupin... ¿Ud. realmente cree que soy imbécil?... ¿De dónde pretende sacar y entregarme a un asesino que el país entero busca desde hace meses?
DUPIN: Paciencia, capitán... Debe admitir que en varias ocasiones les he entregado asesinos que Uds. llevaban meses buscando.

Dupin entra y sale repetidas veces por las puertas que dan al cuarto de Riko y la cocina, recogiendo ropa, objetos y un libro, todo lo cual mete en una maleta que ha abierto sobre el sofá de la sala. Cuando termina de llenarla, cierra la maleta y camina a la puerta de calle invitando a todos a salir.

DUPIN (mientras teclea calmadamente su teléfono móvil): Todavía debo hacer una llamada crucial, estimado Capitán... (y cuando le atienden) Verónica... esa voz tuya arrobadora... es Auguste, como bien sabes... Bien, muy bien... Solo que necesito que vengas a la mayor brevedad a hacerte cargo de Roque... Ya sé... Ya lo sé... Tienes razón, no tengo remedio... ¿Cuento contigo?... Gracias... No sé que habré hecho en alguna vida anterior para contar siempre contigo.... Esa vocecita tuya... Devastadora... No tardes, por favor... Adiós.
DUPIN: Vamos, capitán... Ya estamos todos.
CAPITAN: No lo entiendo.
DUPIN: El magnicida soy yo.
CAPITAN (Indignado, ignora a Dupin y ordena llevarse a Riko): Vamos muchachos. Saquen al prófugo.

Riko se tira al piso sollozando. Los policías intentan levantarlo

RIKO: Ayúdame, Dupin, que me van a matar.
DUPIN: Capitán... Ya se lo he dicho... El asesino soy yo y Ud. está en la obligación de hacerme preso.
CAPITAN: Dupin... no soy imbécil... no seré el hazmerreir de mis hombres y de los periodistas.
RIKO: Auguste... Por favor ayúdame... pero no te eches la culpa a ti... No es necesario... Me han dicho que eres muy inteligente... No entiendo lo que pretendes, pero no te sacrifiques por mí...
DUPIN: Capitán... yo maté a esos delincuentes y quiero pagar por ello... Maté a Ríos por el descuartizamiento de Daniel Figueroa y, a Cándido, por los mil delitos que ha cometido contra la nación. Los jueces deben entender que si ellos otorgan impunidad a los grandes delincuentes y condenan sin piedad a los oprimidos entonces habrá quien haga justicia y les diga en su cara, como yo quiero hacer, que deben elegir entre cumplir con la obligación de impartir justicia o resignarse a los actos de quienes estamos dispuestos a llegar a cualquier extremo para poner fin a esa farsa.
CAPITAN (a sus hombres): Prendan también a este sicópata... ¿Qué te pasó Dupin? ¿Ahora eres drogadicto? Se acabó tu brillante carrera.

Escena XIV.

Es la Sala de visitas de la cárcel
Puerta al fondo. Mesa en el centro con dos sillas una a cada lado, izquierdo y derecho del escenario donde conversarán la visitante y el preso. Cuando se abre el Telón, Amelia camina nerviosa, esperando.
Al poco se abre la puerta. Dos guardias traen a Dupin. Al verlo, Amelia se estremece de terror.

DUPIN: ¿Amelia?
AMELIA: Sí
DUPIN (a los guardias que se retiran): Un momento... es un error... ella no viene por mí... viene por Ricardo Arestimuño, el de la 2311
AMELIA: No, Auguste, es a ti a quien vengo a visitar.
DUPIN: Pierdes el tiempo... Aunque Riko me ha hablado de tus poderes, lo lamento, pero no creo en nada y menos en adivinos
AMELIA: Vengo a visitarte porque esta noche tendrás otra visita... Y has sido tan generoso con Riko que me sentí obligada a venir a avisarte para que lo sepas y por si quieres dejar algún mensaje, hacer llegar palabras a alguno de tus seres queridos.
DUPIN: ¿Quién viene esta noche? No es fácil llegar hasta mí... estoy en aislamiento y máxima seguridad... hace muchos, no se cuantos días no veo a nadie ni hablo con nadie.
AMELIA: La de negro y silencio...
DUPIN: ¿Morir esta noche? ¿Lo dicen los astros?... Suelen equivocarse
AMELIA: No es que lo haya adivinado... Me lo ha dicho alguien que lo sabe
DUPIN (burlon) ¿Otro adivino? ¿Un espíritu te ha interrumpido para hablarte de mí mientras leías el café o echabas las cartas?
AMELIA: Te lo diré con claridad para que no perdamos el tiempo, ya que en cualquier momento vienen los gendarmes y se termina esta reunión que me costó mucho conseguir... Soy la novia, o una de las novias, más bien, ¿como puedo evitar saberlo? del ministro del interior... Sí, aunque cueste creerlo... El, por su parte, cree tan ciegamente en mis poderes que da por sentado que sé todo lo que ocurrirá... de modo que no me dijo que esta noche te matarán... solo me preguntó, seguro de que yo ya lo sabía, porque según él sé todo lo que ocurrirá... es mucho más encantador que lo que parece en la tele... ese cargo tan ingrato no es bueno para la imagen de nadie... en fin... me preguntó cuál es el precio político que tendrá que pagar cuando se sepa que fuiste asesinado.
DUPIN: Que me hizo asesinar
AMELIA: No... No es él... Es un hombre de buen corazón... Incluso se alegró de la muerte de Cándido... piensa que jamás debió haber nacido... él es poderoso, es verdad, pero a veces recibe instrucciones terminantes... eso es: terminantes... casi todas las da él, pero muy ocasionalmente alguien lo llama y le dice en forma precisa y sin argumentos que debe mover esta pieza a tal casilla o tomar aquélla y ponerla fuera. En esas ocasiones también él, como todos, adivina, sabe, que no debe preguntar, que se ha convertido en una pieza del enorme mecanismo.

Mientras habla Amelia pone su finísimo bolso sobre la mesa. Es de esos que dejan ver el sin fin de objetos residentes en una cartera de mujer. Tras buscarlo con calma saca una cajita de cosméticos y mientras habla retoca su apariencia.

AMELIA: Ya está. Te estoy haciendo un video. Puedes enviar los mensajes que quieras. Después lo entrego a una amiga de toda confianza, una activista como dicen ahora, que verá de devolverme lo que es privado, para que lo haga llegar a Verónica. ¡Qué mujer encantadora la tuya y cómo le divierte que estés tan perdidamente enamorado de ella!...
DUPIN: ¿También ella te consulta?
AMELIA: Todo... piensa que eres muy mayor para estar enamorado de ella como si tuvieras quince... El resto del video mi amiga, la salvaje, lo pondrá en la red para que, según dice, todo se mantenga hirviendo despacito hasta que esté pronto.
DUPIN: no tengo nada que decir... los hechos hablan por sí solos... tal vez no debí matar a esos delincuentes... pero, por otra parte, ¿hasta cuándo van a matar y robar, a crear miseria y privar a los oprimidos de sus derechos más elementales, a gozar de impunidad para todos sus delitos, a pretender que los respeten como si no fueran lo que son, los peores delincuentes?... ¿hasta cuándo se puede permitir que la ley y la justicia solo sirvan para que ellos se apropien de lo que quieren y castiguen al que se opone?
AMELIA: Bueno ya tenemos algunas palabras... ¿Y para Roque?
DUPIN: Que siga su lucha con paciencia... que algún día estará recuperado del todo y podrá disfrutar de su hijo y de Luisa
AMELIA: Una pregunta mía.
DUPIN: Tú todo lo sabes.
AMELIA: ¿Por qué matas a Ríos, ex presidente de la república, hombre respetado por muchos políticos e intelectuales?
DUPIN: Los hombres de Ríos secuestraron y descuartizaron a Daniel. Seguro conoces el caso... Muchos hombres de Ríos fueron a la cárcel durante algunos días gracias a los papeles que dejó Daniel... Admito que si bien haber descuartizado a Daniel es un delito grave que ha quedado impune, pudiera no ser razón suficiente para matar a un ex presidente.
AMELIA: Y entonces ¿por qué?
DUPIN: ¿Segura que estas preguntas son tuyas? ¿no es que alguien te ha enviado con ellas?
AMELIA: La verdad es que sí... una amiga íntima, periodista ella, a quien le comenté que vendría a verte, me pidió que tratara de sacarte alguna declaración... ella no sabe que será la última, pero sí está interesada en saber de ti porque desde el día mismo en que te entregaste ya no existes... se pregunta no solo si es verdad si no cómo puede ser posible que un tipo como tú, prestigioso y mesurado, pudiera haber tomado una decisión tan descabellada, tan radical... bueno, en este país radical significa conservador... y como ni los diarios ni la tele hablan una palabra de ti... solo alcanzaron a decir que te habías inculpado de esos crímenes y que no había pruebas de que eso fuera cierto... de ahí en adelante... ni una mención más... has quedado reducido a ser una no noticia... entonces ella quiere información que permita entender si de pronto te volviste loco, si estás protegiendo a alguien, dicen que a Riko, o si lo que has hecho es resultado de ser, como tienes fama de serlo, extremadamente cuerdo.
DUPIN: ¿Y tu amiga cree que podrá publicar algo? Aquí nada se sabe sin que sea aprobado por el gobierno y además por sus cómplices, los dueños de los medios.
AMELIA: Sabe que nada aparecerá en los medios, pero también comprende que nada puede impedir que todo llegue hasta la red, que se tuitee y se publique en algún blog.
DUPIN: Antes de decirte por qué estos crímenes quiero ser claro: que con la complicidad del aparato del estado hayan secuestrado a Daniel, lo hayan descuartizado y hayan dejado algunos huesos suyos, limpios como lavados en ácido, uno de ellos un pedazo de cráneo, y el llavero y la cédula de identidad de Daniel, es inaceptable, es un delito de lesa humanidad y constituye terrorismo de estado... ¿Puede todo eso perdonarse? ¿Podemos aceptar y quedarnos de brazos cruzados cuando la justicia decide no investigar y dejar eso así?
AMELIA: Parece algo muy grave, sin duda
DUPIN: Si nos ponemos un momento en la piel de las hijas menores de Daniel que desaparece un día y cuatro meses después aparece descuartizado tras padecer quizás cuánta tortura, o si nos ponemos en el amor de su mujer, podríamos caer en la tentación de pensar que eso no se puede dejar así y que si la justicia no hace nada al respecto es comprensible que alguien diga ¡basta! y decida actuar.
AMELIA: No te entiendo... ¿se justifica o no?
DUPIN: Te decía que si se mira solo como el secuestro, la tortura y descuartizamiento de un ciudadano por parte del aparato del estado y todo ello con la complicidad del propio presidente de la república y que si a pesar de todo esto la justicia se abstiene de actuar, tal vez todavía no se justificaría imponer en forma expedita la justicia que los responsables de impartirla se abstienen de impartir.
AMELIA: Entonces ¿es o no es aceptable que vengas tú o cualquiera y se convierta en algo así como en un combo de Macdónal: acusador, juez, jurado, tribunal de apelación, corte suprema y verdugo, todo en uno, y si demora más de veinte minutos, puedo pedir otro gratis?
DUPIN: Si el crimen fuera solo eso, que ya es mucho más de lo que uno puede tolerar, tal vez no, pero es mucho mas que eso, muchísimo más. Y entonces no solo hay razones para ejecutar a Ríos... en rigor existe la obligación de hacerlo.
AMELIA: ¿Por que dices "si el crimen fuera solo eso"? ¿es que descuartizaron a algún otro?
DUPIN: Porque más grave que el propio descuartizamiento, más grave que ese crimen de lesa humanidad, todavía más grave es el encubrimiento.
AMELIA ¿Un simple encubrimiento es un crimen más grave que el secuestro la tortura, el descuartizamiento, las hijas privadas de toda posibilidad de entender cuáles son lo hilos que mueven la vida, la mujer condenada a la soledad y al terror de las llamadas telefónicas para que no se atreva a hablar?
DUPIN: Y tú....¿cómo sabes de esas llamadas?
AMELIA: Una no solo es adivina... También es un ser humano que tiende la mano para ayudar las pocas veces que puede hacerlo...
DUPIN: ¿También la viuda de Daniel es cliente tuya?
AMELIA: No... Solo vino a mí el día de navidad, cuando Daniel llevaba cuatro días desaparecido... No sabía si denunciar la desaparición o esperar su regreso... Quería saber qué había pasado con él.
DUPIN: El encubrimiento es más grave porque el gobierno y la oposición llegaron a un acuerdo para que cien diputados, que tienen la obligación de investigar y que pertenecen a diversos partidos políticos, no investiguen y no hablen siquiera de un delito en el que está involucrado el presidente de la república. Para que los jueces, que tienen obligación de impartir justicia, se abstengan de hacerlo. Para que la jueza que investiga a los acusados por los papeles que dejó Daniel, a quién en el expediente se llama "testigo principal", sea amonestada y amenazada por sus superiores por haber tenido la osadía de preguntar quién descuartizó a su testigo ausente. Para que ella deba resignarse a aceptar que el "testigo principal" es un descuartizado de cuyo descuartizamiento no se puede hablar, que es solo algo abstracto llamado "testigo principal"... Para que todos los periódicos sin excepción afirmen que Daniel se suicidó... que la aparición de diecinueve huesos de alguien es prueba evidente de que se trata de un suicida. Y el esfuerzo se hace de forma tan coordinada que logran que ningún periodista ponga en duda tan asombrosa afirmación. Todos sin excepción coinciden en creer lo inimaginable: Daniel se suicidó, limpió sus huesos, escogió algunos de ellos, los dejó a la vista de todos y puso encima sus documentos y su llavero para que nadie tuviera dificultad alguna en identificarlo evitando con ello que la policía tuviera la ingrata tarea de seguir buscándolo.
AMELIA: Sigo sin ver la gravedad del encubrimiento...
DUPIN: Para que todo eso ocurra es necesario que se amarren mil complicidades, que decenas de personas estén asociadas con este fin. Y esto da lugar a que tanto esos criminales como otros que saben que ellos están en el delito empiecen a delinquir sin límite en la seguridad de que nadie les hará nada porque si algo dicen entonces ellos hablan y todo el tinglado se viene abajo. Y así se da que Daniel comienza a gobernar.Que todo lo que ocurre en el país está permeado, está condicionado, está sujeto a los silencios y a los “si tu me condenas por esto yo hago que te condenen por lo de Daniel”. El encubrimiento ha empapado al país, lo ha sumergido en la podredumbre.
AMELIA: Entonces lo matas por el encubrimiento.
DUPIN: Por esto y por aquello... Porque no es aceptable ni se puede permitir que un delito así y una asociación ilícita de mil cabezas ocurran y destruyan al país y que cada uno de nosotros se resigne a mirar a un lado, a dejar pasar, a tolerar que los jueces se sigan diciendo jueces y los políticos y los dueños de los medios sigan exigiendo respeto y fingiendo que no son delincuentes... Todos, cada uno de nosotros tiene la obligación de cortar el nudo, de terminar con la farsa, de decirles que su justicia no es justicia, que justicia es castigar sin excepciones, que cada vez que ellos se nieguen a hacerlo habrá alguien, uno cualquiera, que lo hará, breve y expedito, ya que no lo quieren largo y apegado a derecho.
AMELIA: ¿Tu conducta y tu discurso no son un llamado a la violencia, una incitación al terrorismo?
DUPIN: Mientras los delincuentes hagan las leyes seguirán llamando con el nombre que les parezca necesario y condenando con la pena más aterradora a cualquiera que pretenda restablecer el derecho a la justicia y lograr que la ley sea en beneficio de todos y no solo de quienes la escriben.
AMELIA: Parece terrorista incitar a millones de oprimidos a ajusticiar sin proceso a los grandes criminales que los tribunales se niegan a enjuiciar.
DUPIN: Incito a los jueces a impartir justicia. Pretendo que la gravedad de mi delito los obligue a abrir los ojos que mantienen deliberadamente cerrados. Que les haga percibir la ferocidad de las fuerzas que despierta su negligencia criminal. Recordarles que la rebelión es un derecho de los oprimidos que observan que la farsa que se representa en el teatro de los intocables desata una tragedia real, de sangre y de hambre, de dolor y lágrimas entre los impotentes espectadores.
AMELIA: ¿Y por qué te entregas si todo estaba organizado para culpar a Riko y nadie podría haber sospechado siquiera de ti?
DUPIN: Si quiero justicia debo pagar por los delitos que he cometido.
AMELIA: Me causas horror... Se me revuelve el estómago. Me produces una angustia visceral.
DUPIN: ¿Mayor horror que el que te causa ver que la justicia deja de cumplir su obligación de actuar y solo despliega una parodia, representa un papel, ocupa un lugar para engañar y confundir a los desamparados? ¿Mayor horror que observar que, mientras se otorga impunidad a los poderosos, la menor transgresión es suficiente para caer sobre los oprimidos con toda fuerza de leyes escritas para atender la codicia insaciable y la ambición sin limite de unos pocos?
AMELIA (mientras guarda sus cosméticos en el bolso y pone éste en el espaldar de la silla): No entiendo por qué me produce más horror la reacción del individuo que se rebela desde su debilidad, desde su insignificancia ante el aparato del estado, que la acción del estado enorme y poderoso que con fuerza incontenible abusa de todo y de todos... debo admitir que no me entiendo.
DUPIN: ¿Ni siquiera ahora que has apagado la videocámara quieres saber del segundo magnicidio?
AMELIA: Aunque lo adiviné desde el primer instante, me parece tan dulce e inocente, lo quiero de tal manera que prefiero creer que no sé quien mató a Cándido.

Telón


Caracas, Mayo 2012.

Antonio García V., (a) Darío Varela, es autor de:

Stop Gates now”, el primer libro que denunció los delitos de Microsoft, fue parte del juicio en que el Juez Jackson y luego la Corte Suprema de USA condenaron a la empresa del delincuente Bill Gates por fechorías que incluyen imponer el primer monopolio global y "retrasar el desarrollo del software"
Genserico, rey de los vándalos”, novela histórica. Investigación que demuestra que el desconocido rey vándalo que dominó el mundo occidental durante más de la mitad del Siglo V D.C. y que introdujo en Occidente el feudalismo y la monarquía hereditaria es el protagonista indiscutible de la transición Antigüedad - Medioevo
"Democracia Política y Económica", nueve casos de corrupción durante el gobierno del Presidente de Chile Ricardo Lagos Escobar, que suman varios millardos de dólares y un Crimen de Lesa Humanidad: el secuestro y descuartizamiento, aún impune, del testigo principal, Daniel Figueroa de la Fuente.
Apnea del Sueño, remedio inmediato para un mal incurable”, libro que enseña cómo resolver este grave problema de salud pública y que denuncia los abusos de la industria del CPAP, inútil y discapacitante dispositivo médico que genera un mercado de cinco mil millones de dólares anuales.