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J
U S T I C I A
Drama.
Darío Varela
V. 20.12.2012
Personajes
1.
Roque, estudiante
2. Luisa, estudiante
3. Auguste Dupin, investigador
4. Riko, especulador
5. Amelia, mentalista
6. Cándido, senador
7. Betania, esposa de Riko
8. Hacker
9. Líder vándalo
10. Bernardo, estudiante
11. Empresario
12. Capitán de policía
Estudiantes,
encapuchados, policías
Escena
I.
Roque,
Luisa, Bernardo, estudiantes universitarios y un escolar quinceañero
distribuidos de cualquier modo entre mesas, pupitres y pancartas,
tras un día de paro y ocupación de vías.
ESTUDIANTE
1: ¡Una gran movilización! Después de
un mes de paro y con 400 escuelas tomadas, una vez más
logramos llenar la Alameda.
LUISA (mientras cliquea su teléfono inteligente
y sin levantar la vista de él): Un éxito
nunca visto.
ESTUDIANTE 2: El gobierno tendrá que ceder. La capital
no puede seguir paralizada
BERNARDO: El gobierno no cederá. Poco le importan la
educación en huelga y algunas calles interrumpidas.
El país produce y exporta como si nada... Los bancos
abiertos... todo en paz salvo ese ligero sabor a lacrimógena
y algunos negocios destrozados
Estudiante 1: Cederán... ya lo verás
Estudiante 3: No pueden permitir que estemos todo el año
en la calle. Aunque aparenten lo contrario, tiemblan ante
el paro.
BERNARDO: Nosotros sufrimos el desgaste... Pasamos hambre,
perdemos clases, llevamos golpes a pesar de nuestro esfuerzo
por evitar la violencia... Ellos pueden esperar cuanto sea
necesario mientras no vayamos más allá de ocupar
calles y esgrimir pancartas... Es necesario paralizar el país...
estrangular la economía... golpearles en el bolsillo.
Ahí se alojan sus sentimientos. Es lo único
que les late, es el órgano que les impulsa la sangre.
ESTUDIANTE 1: No debemos perder la perspectiva. Este es un
movimiento de estudiantes por la educación.
BERNARDO: Tomar los puertos por donde se llevan el cobre y
la fruta. Bloquear las autopistas para detener los camiones
que mueven la producción.
VARIOS ESTUDIANTES: No... No conviene...No debemos desvirtuar
el movimiento... Eso traerá caos y violencia... Se
perderá el apoyo que tenemos en la opinión pública
BERNARDO: Mejor educación y enseñanza gratuita
no terminarán con la inequidad. Mil privilegios enriquecen
a unos pocos y traen miseria a la mayoría. Es necesario
poner el país de rodillas, impedirle exportar. Y cuando
estén estrangulados podremos exigir grandes cambios...
Una nueva constitución... nacionalizar el cobre, la
pesca y las aguas.. en fin... crear un país que sea
de todos y no de cuarenta ladrones.
ESTUDIANTES (Todos contra Bernardo): Te equivocas.
Tantas veces se ha comenzado bien, como ahora, para terminar
derrotados al dejarnos llevar por ideas extremistas. Que esta
vez la lucha sea solo por la educación.
Golpean
a la puerta con rudeza y estruendo
ESTUDIANTE
3: La policía... vienen por nosotros.
ESTUDIANTES: No hay nada que temer... Si nos llevan tendrán
que soltarnos. No hemos violado la ley. La opinión
pública está con nosotros.
ESTUDIANTE 3. No abran... nos llevarán.
Roque
camina decidido hasta la puerta y la abre de par en par en
ademán de dejar pasar a quien quiera entrar. Nadie
asoma. Asombro en unos. Temor en otros.
De pronto ingresan, como una explosión, tres encapuchados
con palos y molotov
ESTUDIANTE
2: ¡Cuidado!... ¡Son policías!...
Algunos
estudiantes se interponen entre los encapuchados y los más
temerosos. Líder es el jefe de los encapuchados.
LIDER:
No somos policía... Solo queremos saber dónde
y cuándo será la próxima marcha para
que nuestros destrozos puedan ser aterradores... inolvidables...
Estamos hartos de llegar a última hora. De parecer
improvisados. Tenemos mala prensa.
Mientras
él habla, los otros dos recorren el lugar. Leen las
pancartas en voz alta. Pintan grafiti en las paredes del local.
ESTUDIANTE
1: ¿Qué es esto? ¿Una burla? Uds. desvirtúan
nuestro movimiento. Sirven de disculpa a la policía
para atacarnos. Imponen violencia donde queremos mostrar fuerza
mesurada, determinación controlada, capacidad de estar
por encima de la bajeza del gobierno.
LIDER (Ríe eufórico. Es muy extrovertido):
¡Ja...Ja...Ja!... Nosotros somos la Tele... Somos la
vida de vuestro movimiento... Sin buses y comercios incendiados,
sin carros policiales en llamas y vitrinas astilladas, sin
el baile de la muerte contra las fuerzas de la represión,
nadie sabría de Uds. ... Sin vandalismo nadie se interesaría
en la educación. Cero tele. Qué decir de la
prensa. No habría empresarios que reclaman daños
y exigen resolver el problema como sea, por la fuerza o la
negociación... Que piden poner fin a los desmanes.
ROQUE: Están locos... La violencia es la única
amenaza a nuestro éxito.
LIDER: Vuestro éxito depende de los que nada tienen
que perder. De los que nunca ganaremos algo. Depende de vuestra
capacidad de remover el magma de la sociedad.
ESTUDIANTE 1: Basta... Fuera de aquí... Nada tenemos
que hablar... Es de esperar que los medios no se enteren que
vinieron hasta acá.
LIDER: Uds. no entienden nada. Una sola palabra. Y menos la
oscura fuerza de los hechos... Lo quieran o no, sin nosotros
son nada... Hasta los policías infiltrados tienen su
momento de felicidad cuando destruyen para aparentar que son
de los nuestros. Cuando pueden ser lo que son... Tú
sientes el entusiasmo con que rompen y queman codo a codo
contigo. Pero el placer les dura poco... Pronto se ven obligados
a ser policías, a sacarse la capucha que les permite
vivir, para ponerse la máscara de autoridad que esconde
su frustración, su miseria, su falta de esperanza...
la máscara de siervo que escasamente les permite sobrevivir
y educar a los hijos.
Escena II.
Sala-comedor
de la casa de Dupin, que habla por teléfono.
A la derecha puerta que da a otra habitación cuyo interior
no se ve
A la izquierda puerta de entrada desde la calle
Al fondo, puerta que da a la cocina, que apenas se vislumbra
Mientras Dupin habla por teléfono se abre la puerta
de calle y entran Roque y Luisa. Ella con, la cabeza gacha,
dándole al áifon (iPhone). Pasan hasta la cocina
y vuelven con café y algo de comer. Ella todo lo hace
mientras clickea tu teléfono
DUPIN
(al teléfono): Sí, señora Agosines...
como le he dicho... No puedo hacerme cargo de ello... No es
mi especialidad... Entiendo su desesperación... Se
equivoca... No es que haya que ser mujer para entenderla...
No me creerá... Sufrí exactamente lo mismo...
Lloré, desesperé y quise morir tal como Ud.
... No me burlo... Créame... Por favor ¿cómo
podría yo...? Todo fue como le digo... A veces ni siquiera
estoy seguro que fue, temo que siga siendo... ¡Qué
puedo hacer!... lo siento mucho... Le insisto: no puedo hacerme
cargo de su caso... No es del tipo de situaciones que yo investigo...
Lo lamento... No... No... Por favor discúlpeme pero
nunca recomiendo a otro... Perdóneme, por favor...
Créame que lo siento de todo corazón... Buenas
noches...
Dupin
pone fin a la llamada y queda ensimismado. Los muchachos se
alimentan en silencio.
ROQUE:
Vamos chico... Olvida a mamá... Pareces un muchachito...
A tu edad ya todos saben que el tema, de verdad verdad, es
sexo y solo sexo. El amor es asunto para que lo sufran tus
nietos.
LUISA (deja el celular a su lado y encara a Roque):
Te desconozco... no es lo que me dices... Ahora resulta que
eres un desalmado... y es tarde para darme cuenta.
DUPIN: ¿Tarde?... Eres una niña
LUISA: ¿Niña yo? (rompe en llanto)
DUPIN: Muchacha... ¿qué tienes?... no entiendo
nada (se pone de pie, toma el saco y camina hacia la puerta
de calle) Los dejo... tal vez deban hablar.
LUISA: No se vaya por favor.
ROQUE: Pa... quédate, que es contigo que queremos hablar
DUPIN: Aunque no parece, me alegro, porque quiero saber del
paro estudiantil que está en los periódicos
de todo el mundo... ¿Cuál es el paso siguiente?
¿Paralizar los puertos? ¿Estrangular por fin
las exportaciones?
ROQUE: No, pa... Ya te lo he dicho... Lo nuestro es la educación,
nada más.
DUPIN: El mundo está lleno de cesantes ilustrados...
De nada sirve estudiar sin igualdad de oportunidades... Mientras
unos pocos tramitan leyes que los hacen cada vez más
ricos, el resto, tenga educación o no, camina el pantano
de la cesantía o amarra su vida a jornadas interminables
a cambio de una miseria. ¿Lo han leído? Los
periódicos pagan dos euros por un artículo de
ochocientas palabras. Con dos artículos, si te los
publican, puedes comprar un café.
ROQUE: Pa... lo hemos hablado tantas veces... Solo queremos
educación gratuita para todos... El resto vendrá
solo...
LUISA (mientras cliquea trata de suavizar la situación):
Vamos Roque... admite que aunque tu y yo no estamos de acuerdo
con ello, algunos de nosotros piensan como tu padre.
ROQUE: Bueno... pero son minoría... Pa... queremos
hablarte de nosotros.
DUPIN: Pero si lo único que hacen es hablarme de Uds.
... Pienso que estoy demasiado enterado de todo.
ROQUE (sonriendo): Pues no lo creas... te falta la
mejor parte.
DUPIN (se sienta y abre su laptop para comenzar a trabajar):
Soy todo oídos.
ROQUE: Qué difícil eres, viejo... Venimos a
informarte que serás abuelo.
DUPIN (medio serio medio en broma): Si están
hablando en serio no esperen que se los perdone... ¿Quieren
hacer abuelo a un tipo tan joven como yo?...
LUISA: Resígnese papá... ya no tiene remedio...
Y le pondremos su nombre Auguste... Auguste Dupin... por cierto...
¿de donde salió ese nombre?
DUPIN: ¿Mi nombre?... Siempre es incómodo llevar
el nombre de un personaje literario... Sin embargo, algo me
dice que estoy condenado, como Dupin, a ser un personaje imaginario
que hace justicia en la vida real.
ROQUE: ¿Cómo así?
DUPIN: Dupin es el personaje principal de Poe en las primeros
cuentos policiales que se escribieron. El segundo caso que
Dupin investigó en los cuentos de Poe fue el de María
Roget, una muchacha asesinada, en la vida real, varios años
antes de ser escritos esos cuentos que, una vez publicados,
permitieron a la justicia condenar al asesino de María...
ROQUE: Está decidido, se llamará Auguste...
Y no solo serás abuelo... Vamos a casarnos.
DUPIN (rie a carcajadas, cálida y relajadamente...
No se burla: simplemente ríe): Eso no está
fácil... ¿De qué pretenden vivir? ¿De
marchas y manifestaciones? Por otra parte. la princesa no
se casará con un plebeyo... eso solo ocurre en los
cuentos de hadas... Aunque quiera hacerlo... no será
fácil.
LUISA: Pa... me ofende...
DUPIN: No es por tí... Tus padres jamás lo aceptarían...
ellos son clase alta... jet set... páginas sociales...
¿me explico?... ¿Te imaginas a esas revistas
de chisme y farándula entrando por esta puerta a tomar
fotos para mostrar el lujo con que vive el novio?
LUISA: No somos clase alta. Mis padres crecieron en un barrio
modesto.
DUPIN: La condición de plebeyo desaparece en segundos.
Sus huellas se borran con pocos centavos. Y el que llega a
ser aristócrata, aunque sea por unos días, jamás
admite que ha vuelto a ser plebeyo.
LUISA: No los conoce... Ellos no son así
ROQUE: Vamos, Pa... ya lo hemos hablado con Luisa... Nos casaremos
aunque no se lo permitan.
DUPIN: Lo que es fácil para la gente humilde puede
ser complicado para los ricos... Pero... ¡Enhorabuena!...
¡Los felicito!... Por fin podré compartir portada
con una de esas chicas que dan vida a los kioskos.
Escena III.
Dormitorio
de Luisa. Se oye a cierto volumen a Adele, en "Rolling
in the deep".
A la izquierda, una ventana. A la derecha, la puerta de acceso
al dormitorio.
Luisa de pie junto a la ventana cliquea incansable su teléfono
inteligente sin levantar la vista de éste
Entra Betania, joven, elegante, un torbellino
LUISA
(se levanta, baja el volumen de la música):
Madre... ¿dónde estabas?... llevo horas esperándote...
no contestas las llamadas
BETANIA (se pasea desesperada): ¿Has visto a tu padre?
¿Has sabido algo de él? ¿Lo has llamado?
LUISA: El tampoco contesta su móvil... No sé
para que Uds. tienen teléfono... Ni navegan, ni tuitean,
ni lo atienden... Por lo demás ¿qué tanto
te preocupas porque no está si cuando está no
le hablas, no lo escuchas y no atiendes las llamadas con las
que trata de saber dónde estás o cuándo
vendrás?
BETANIA: Mira, mijita, si quieres aprender a manejar a tu
hombre puedo darte algunas lecciones en otra ocasión...
Pero ahorita, en este momento, me luce que la situación
es muy grave, por decir lo menos... Jamás, nunca, ni
una sola vez en los veinte años que llevamos casados
tu padre había dejado de venir y nunca, jamás,
ni una sola vez desde que inventaron el móvil ha dejado
de contestar mis llamadas tan pronto éstas intentan
repicar.
LUISA: Pues enhorabuena... por fin te están dando ojo
por ojo... ya era hora que Riko se pusiera los pantalones...
parecía tu esclavo
BETANIA: Hija... No creo que entiendas siquiera lo que dices
y menos lo que ocurre... Tu padre anda desaparecido y todo
el mundo lo busca... Llaman y amenazan.. Que se arrepentirá...
Que tiene compromisos que debe cumplir... Mis amigas ya no
solo insinúan, diría que hasta se burlan cuando
me dicen que tenga cuidado, que el crack de la bolsa ha convertido
de la noche a la mañana a grandes millonarios en miserables
harapientos.
LUISA: Siempre tan dramática... Parece que no conocieras
a Riko... ¿Cuántas veces, dime, cuántas
veces ha ocurrido que los negocios van mal, que se habla de
recesión y desempleo, de caída en las ventas
y baja en las acciones y él siempre aparece sonriente
como un niño diciendo que casi no se explica cómo
gana tanto dinero, que le han liquidado las últimas
operaciones con montos mayores que lo esperado, que no entiende
ni se imagina cuál puede ser la causa de ello, que
no comprende cómo puede producir tanta riqueza si,
a decir verdad, él no hace nada y, si vamos a decir
más, ni siquiera sabe hacer algo?
BETANIA: No lo juzgues... Hay personas así, que son
protegidas de la fortuna... que hagan lo que hagan todo les
sale bien... pero esta vez estoy asustada... aterrorizada
a decir verdad... porque las cosas que suceden nunca habían
ocurrido... Llamo al senador Cándido y no me atiende...
Que él no me atienda a mí. Él, que era
capaz de mover cielo y tierra para atender cualquier capricho
mío... Todo esto me huele muy mal. A-te-rra-do-ra-men-te
mal.
LUISA: No seas aprensiva (camina hasta la cama se sienta y
la invita a sentarse a su lado) Ven aquí ... Siéntate
junto a mi que tengo que contarte algo que te impresionará
y espero que te hará feliz.
Betania no da señas de poder detenerse. Sigue paseando
por el cuarto como una enajenada
BETANIA:
¿Sentarme? ¡Estas loca! Yo lo único que
necesito es encontrar a Riko... ¿Contarme algo?...
No quiero saber nada de nada... Solo quiero saber de Riko...
¿Es que no entiendes que esto no puede estar pasándome
a mi?
LUISA: Tranquilízate... que a ti no te está
pasando nada... Seguro que papá está tratando
de arreglar sus asuntos en medio de esta crisis de la que
tanto se habla y ya verás que aparecerá diciendo
que todo está mejor que nunca para nosotros.
BETANIA: Luisa... algo me dice que para nosotros esto es una
catástrofe nunca vista, algo así como un accidente
aéreo... como un tsunami que se llevó todo y
que lo único que te deja es una cara de sorpresa, de
incapacidad de entender, de asombro, que cuando te muestran
en la tele te hace ver como si fueras un perfecto imbécil...
es que no quiero imaginarme a los periodistas haciendo mil
preguntas y tratando de adivinar cómo realmente estamos,
a qué hemos quedado reducidos.
LUISA: Si, como dices, "algo te lo dice", por qué
no vas y consultas con Amelia... de pronto ella te puede decir
donde está Papá, cómo saldremos de todo
esto, dónde pasaremos las próximas vacaciones.
BETANIA: ¿Que consulte con Amelia? ¿me ves así
y te burlas de mí? ¿lo dices tú que siempre
te has reído de tu padre y de mí porque creemos
en ella y nos guiamos por lo que dice?... ¿no viste
que hasta el gobierno la contrató para encontrar el
avión que se cayó al mar con los periodistas?
LUISA: No me burlo... es que te veo tan desesperada que intento
encontrar algo que te saque de ese estado.
BETANIA: Estoy así precisamente porque vengo de donde
Amelia.
LUISA: ¿Y qué te dijo?
BETANIA: Lo menos grave que me dijo, lo más suave,
lo más tolerable, si cabe tolerar que una chica como
tú que recién comienza la universidad esté
embarazada, es que voy a ser abuela... pero todo lo demás...
todo... todo... creo que voy a volverme loca.
Sale de
la habitación.
Escena IV.
Oficina
de Cándido, ministro de gobierno
Varios teléfonos sobre su escritorio
Al abrirse el telón, Cándido, 60, distinguido
y bien trajeado, de pie escucha lo que su interlocutor le
dice por uno de los teléfonos. No se entiende nada
de lo que le dicen: solo el zumbido de la conversación.
De vez en cuando Cándido responde a lo que escucha.
Al hacerlo hace venias y gesto de infinita cortesía,
de ilimitada sumisión.
CANDIDO
(inclinándose con sumisión): Sí, señor....
Señor.... Sí, señor... Como Ud. indique...
Si, señor se hará exactamente así...
Si, señor, cuidando los detalles que Ud. ha mencionado
con tanta claridad, de manera inconfundible... Descuide, señor...
No le quepa duda, señor, se hará de inmediato...
Lo que sea necesario señor... Sí señor,
lo entiendo así, todo exactamente todo lo que sea necesario
sin consideración, sin excepción, sin miramiento,
sin vacilación, en forma expedita... Sí, señor.
Se abre
la puerta de la oficina. Entra Riko, 40, elegante, mesurado,
respetuoso, muy cortés. Cándido continúa
hablando. Riko permanece de pié. Pronto Cándido
le hace seña de que puede sentarse. Suenan teléfonos.
Cándido levanta y cuelga el aparato que ha comenzado
a sonar y continua de pie escuchando lo que le dicen por el
teléfono y asintiendo y gesticulando con infinita sumisión.
Riko lo observa extasiado. Con asombro y admiración.
CANDIDO:
Si, señor... lo tengo muy presente...lo recuerdo perfectamente...
así se hará, señor... ¿Alguna
otra instrucción, señor?.... Si, señor...
Si, señor.... ¿Está seguro señor
de que eso es todo y no hay nada mas que pueda hacer por Ud.?...
Bien, señor, así se hará... y por favor
tenga presente que cualquier cosa que necesite, cualquier
asunto que me quiera encomendar a cualquier hora, 24/7, ...
dije 24/7, señor... los 7 días de la semana
y las 24 horas del día... estoy a su orden señor...
más aun... es para mí un placer servirle...
Buenas tardes señor... Buenas...
Cuando
termina de hablar por teléfono Cándido se pasea
ensimismado durante algunos momentos mientras se transfigura
desde el subordinado casi jorobado de tanto inclinarse para
asentir, para disminuir su presencia, para mantener la mirada
fija en el piso, hasta convertirse en el funcionario todopoderoso
cuyo pecho henchido y cabeza levantada, cuyo aire de prócer
trasuntan su inmenso poder y la altísima estima en
que se tiene. La transfiguración no es nada divertida:
un esclavo repugnante se convierte en un amo aterrador. Riko
no puede dejar de observar asombrado el espectáculo.
CANDIDO:
Mi muy querido señor Arestimuño... ¡Quién
habría podido imaginar que eventos tan poderosos e
inevitables pudieran haber afectado a tantos en la forma minuciosa
y devastadora con que lo han hecho!
RIKO: Ministro Cándido... llevo casi seis horas esperándolo,
sin mencionar las cien llamadas que le he hecho sin conseguir
hablar con Ud.
CANDIDO: Querido amigo
RIKO: Esperando por Ud., Cándido, sin que me hayan
brindado un café siquiera... nada... Preguntándome
que habrá sido de esos vinos y esos almuerzos que nos
servían en esta misma oficina... Esperándolo
a Ud., que no hace una semana salía hasta el ascensor
a recibirme y atendía mis más mínimos
deseos.
CANDIDO: Querido amigo...
RIKO: Me preguntaba una y mil veces durante estas horas de
espera qué puedo haber hecho mal, en qué puedo
haber faltado yo para que en tan corto plazo mi suerte haya
cambiado de modo tan dramático como incomprensible.
CANDIDO: Así ocurre a veces, querido amigo... Hay quienes
dicen que estas debacles, estas caídas estrepitosas
de la bolsa se producen en forma cíclica... unos hablan
de cada catorce años, otros dicen que cada siete...
hay quienes afirman que incluso con mayor frecuencia
RIKO: ¿Y qué se puede o qué se debe hacer
en estos casos?
CANDIDO: Todo depende, querido amigo... y depende de muchos
factores
RIKO: Como siempre le he dicho, como siempre he hecho, haré
lo que Ud. me recomiende... Venderé los papeles que
haya que vender y compraré... bueno... una vez que
haya vendido compraré lo que Ud. me recomiende y seguiré
como siempre dando a Ud. el 30% de mis ganancias porque entiendo,
tal vez hoy mejor que nunca, que debo colaborar con el gobierno
para que éste pueda hacer su trabajo y, llegado el
caso como ocurre ahora, pueda ayudarme
CANDIDO: Le decía que todo depende querido amigo...
porque no siempre se puede hacer lo que se venía haciendo...
RIKO: ¿Cómo no? ¿Por qué lo dice
Ud.? Yo puedo seguir vendiendo y comprando y siguiendo sus
consejos que nunca habían fallado y que estoy seguro
que volverán a ser tan acertados como siempre fueron.
CANDIDO: En efecto puede Ud. intentar vender... incluso puede
vender... pero ocurre que todos los títulos, las participaciones,
los derivados, las compras cortas de acciones, todos los instrumentos
en su poder o en poder de los bancos garantizando los créditos
tomados por Ud., no valen nada.
RIKO: ¿Cómo que nada?
CANDIDO: Nada, amigo mío... no valen nada... se han
convertido, de pronto, en papeles, como pudiera ser un periódico
de ayer o el envoltorio ya rasgado de un regalo... papeles.
RIKO: No entiendo cómo puede ocurrir algo así.
Los grandes bancos y otros como yo compraban los mismos documentos,
instrumentos o como los llamaran, y me cuesta imaginar que
también ellos ahora no tienen nada y tienen que esperar
horas para que los reciban y no les contestan las llamadas
de teléfono y sobretodo los llaman de otros bancos
para exigir, amenazar, que le van a quitar esto o aquello,
en forma inmediata, y precisando que se quedarán con
todo lo que uno tiene y aun con lo que planeaba tener... cuesta
entenderlo.
CANDIDO: Así es, en determinados casos, amigo mío...
RIKO: ¿De modo que al Banco Cruzado y al Banco de Teruel
y a las familias Ortúzar y Quiñones, por mencionar
algunos de los que invertían codo a codo conmigo en
los mismos instrumentos y que llegaban, como yo, hasta acá
con su religioso 30% también les quitarán todo,
sus edificios y sus bienes como amenazan hacer con nosotros
los Arestimuño?
CANDIDO: Le decía que todo depende, querido amigo...
RIKO: ¿De que depende, señor ministro? Explíqueme
Ud. por favor para organizar mis cosas de modo que dependan
como necesito que dependan.
CANDIDO: Dependen, amigo mío, de la importancia que
tiene cada uno y de cómo o cuan o complejamente cada
uno haya diseñado sus redes de protección de
activos.
RIKO: No le entiendo del todo señor ministro. ¿No
tenemos todos la misma importancia o al menos no la tenemos
por igual todos los que hemos venido puntualmente hasta aquí
a entregar nuestro triesmo?
CANDIDO: En alguna medida sí y en otra no tanto como
uno podría imaginar, amigo mío... Trataré
de explicarme... Tomemos por ejemplo el Banco de Teruel que
Ud. ha mencionado. Si ese banco, que es uno de los grandes
bancos, quiebra, si pierde todo, si debe entregar sus edificios,
si se declara en bancarrota, el país también
irá a la quiebra, al difól(default)... nuestro
país se convertiría en lo que llaman "un
paria de la comunidad internacional"... y eso, no podemos
permitirlo. Entonces se toman medidas, las que sean necesarias
para que ese banco y en general todos los bancos puedan seguir
operando, puedan conservar sus bienes y tener sus bóvedas
llenas de dinero como si no hubiera pasado nada, aunque los
títulos, las acciones y los instrumentos en los que
está representado su patrimonio no valga nada, igual
como no valen nada los suyos, amigo mío... ¿
me entiende Ud.?
RIKO: La verdad que no, aunque sí comprendo que un
banco pueda tener para el país más importancia
que nosotros los Arestimuño o que yo, el único
Arestimuño que existe en nuestro país, a decir
verdad... Pero también los Ortúzar y los Quiñones,
familias tan antiguas y acaudaladas que aparecen en las listas
de Forbes como ya estaba apareciendo yo, ¿también
ellos porque no son bancos lo perderán todo como entiendo
que Ud. me quiere hacer entender que lo perderé yo?
CANDIDO: Como le decía, querido amigo, depende... todo
depende... Ellos por ejemplo, tienen ciertas estructuras,
ciertas configuraciones o arreglos de propiedad que al final
impiden no solo que se les afecte si no incluso que siquiera
se sepa de quien es cada bien y quien es el que realmente
lo ha perdido todo. Entonces ellos, que si Ud. lo mira desde
un punto de vista estrictamente legal no tienen nada, pero
absolutamente nada a su nombre seguirán teniendo todo
lo que tenían, casas, palacios, yates y vehículos,
absolutamente todo, a nombre de vaya uno a saber quién
y más bien ni siquiera intente uno saberlo... Pero
Ud., mi querido amigo, que ha puesto siem pre todo a su nombre
personal, que es un propietario individual e indisimulable
de papeles que no valen nada y que ha garantizado todo con
sus bienes personales, casas, palacios, yates y vehículos,
y que ha comprometido como fiadores y pagadores solidarios
a Ud. mismo, a su mujer, a su hija y a sus herederos hasta
dos o tres generaciones, está en una situación
distinta, yo diría que demasiado distinta si me veo
obligado a calificarla de algún modo.
RIKO: ¿Y qué puedo hacer yo, en mi caso, bajo
mis condiciones, con mi estructura individual como Ud. la
llama para salvar el pellejo en esta situación y para
no verme despojado de todo lo que tengo y obligado a decirle
a mi amadísima esposa Betania y a mi querida única
hija Luisa que todo acabó y que hoy, sí, hoy
mismo ya no tenemos casa ni ingresos ni carros ni choferes
ni apartamentos en Nueva York y en Paris... que tenemos que
vivir de la caridad, allegados en casa de un familiar que
ni siquiera tenemos?
CANDIDO: Si Ud. me apura a que le de una repuesta precisa,
querido amigo, tendría que decirle que ya no hay nada
que pueda Ud. hacer, que no hay ayuda que Ud. pueda esperar
del gobierno y que más bien me temo o tengo la certeza
o entiendo que está dispuesto que el gobierno lo dejará
caer a Ud., a Ud. solo, y que lo usará para demostrar
que las instituciones funcionan, que el mercado opera libremente,
que si alguien toma grandes riesgos, un día puede ganar
mucho y otro día puede perderlo todo... y que así
como el que gana disfruta de su triunfo, el que pierde asume
las consecuencias... todas la consecuencias, las que en su
caso, por lo que me ha expresado, Ud. ni siquiera las imagina.
RIKO: ¿Después de todo lo que he aportado a
este gobierno y al anterior y a Ud. en lo personal, me dice
que no solo no tengo nada ni tengo solución alguna,
si no que ni siquiera imagino lo que me espera porque seré
usado para servir de ejemplo para los demás?
CANDIDO: Así es, amigo mío, así es. Tanto
es así que el gobierno me pidió agradecerle
lo que ha hecho por nosotros y muy especialmente los sacrificios
que tendrá que soportar... Y por favor comprenda que
no puedo seguir atendiéndolo ya que, como Ud. sabe,
mis horas no son mías pues me debo por entero al país
y mis conciudadanos.
Escena V.
Amplia
Sala de reunión sindical. Sillas diseminadas. Algunos
poster en las paredes. Estudiantes y trabajadores de diversas
edades y aspecto. Pancartas
ESTUDIANTE
1: Llevamos seis meses de marchas y amenazas. Hemos negociado
con el gobierno en cada mesa que han propuesto y no hemos
conseguido nada. Ni uno solo de los objetivos de esta lucha.
TRABAJADOR 1: Nada que cambie en alguna medida el negocio
que han montado para aprovecharse de la educación.
Son como el tigre ante el venado. No ven la belleza, la gracia
delicada. Solo perciben una presa que se mueve y buscan donde
meter la dentellada.
LUISA (cliqueando el áifon): No podemos seguir con
el mismo llamado. Si bien todavía muchos participan
en cada marcha, la verdad es que cada día somos menos.
Si no fuera por los encapuchados, que cada día son
más y cada vez dan mejor pelea, ya los medios estarían
celebrando la agonía de nuestro movimiento.
BERNARDO: Lo vengo diciendo desde el primer día. Avenidas
ocupadas, vitrinas destrozadas, buses incendiados no tocan
el bolsillo de los poderosos. Solo destruyen los bienes y
el trabajo de gente desamparada como nosotros. Debemos golpear
a los dueños del país. A los que sacan por los
puertos el cobre, cada día menos refinado, para robarse
el oro, la plata y el molibdeno que va en la tierra roja que
dicen llevarse.
TRABAJADOR 2: Cada vez que hemos intentado estrangular la
economía, nos masacran. Ya no será agua y lacrimógenas.
Será sangre y fuego.
Se abre
la puerta violentamente. Entran ágiles, incontenibles,
extrovertidos tres ó cuatro encapuchados. Saltos de
kárate y capoeira. Grafitean las paredes.
LIDER:
¿Fuego? ¿Quién dijo fuego? Por fin escucho
esa palabra sagrada en este salón de fiestas ¿Fuego?
¿Cocteles Molotov? ¿Se quemarán a lo
bonzo? ¿Dejan por fin los desfiles rosa para luchar
de verdad contra la barbarie de guante blanco?
BERNARDO (Ignorándolo, se dirige a los asistentes originales):
No propongo caer en hechos de violencia. Solo estrangular.
Interrumpir las exportaciones. Parar el cobre y la fruta.
Cortar aquí y allá las vías y autopistas
de acceso a los puertos. Nada más. Basta ocupar por
una hora la entrada al puerto para que se genere una cola
de 400 camiones. Tardan horas en conseguir que el tráfico
vuelva a ser normal. Esto permite volver a interrumpirlo antes
de que lo logren. Debemos cerrar una y otra vez los puertos
principales. Guerra de guerrillas. Evitar el enfrentamiento.
LIDER: Eso es... Gran idea.... Uds. acumulan camiones y nosotros
los incendiamos... Por fin los dueños del país
sentirán la inseguridad y la agonía que son
la única forma de vida que nos permiten.
LUISA (cliqueando): Olviden lo que dicen los vándalos.
Hagamos lo nuestro. ¿Qué deciden? ¿Estrangulamos
los puertos o seguimos tomando calles, escuelas y universidades?
LIDER: Lamento no poder quedarme a exponer ideas y discutir
conceptos. La policía nos sigue como la mariposa al
fuego. Está por llegar. Por favor no se compliquen.
Todo es muy es simple. Sea huelga, lluvia, terremoto, marcha
rosa, guerra de guerrillas, haya las condiciones especiales
que hubiere, alguien tiene que poner el fuego y el palo, la
pintura y la piedra... La tele. La policía. La coreografía.
La luz. La acción... Si Uds. no tienen el capital necesario
para poner en escena desde sus casas a miles de actores como
hacen los poderosos que envían a policías, bomberos,
médicos, periodistas, políticos y jueces, entonces
tienen que montar la escena como antes, como en los primeros
días, cuando nadie tenía capital y la historia
se escribía con fuego, con palos y piedra, con pintura
fría y caliente, con sangre y grafiti.... Me disculpan,
debemos darnos a la fuga... ¡Hasta el próximo
incendio!
Encapuchados
se retiran. Excepto uno que termina su grafiti antes de salir
ESTUDIANTES:
Es hora de golpear el hígado de los poderosos
HACKER: Están mal. Hay que pasar suave. Desfiles y
tomas. Resistencia pasiva. Ser agredidos. Evitar que nuestra
acción legitime la represión. Lograr que la
injusticia de su actuar contraste con nuestra debilidad, con
el abuso que sufrimos... Pero también hay que golpear.
Y para eso hay que crear. Infiltrarse. Robar y publicar información
reservada, boicotear sistemas y comunicaciones, desafinar
la orquesta, transferir fondos, enredar operaciones desde
el escondite inaccesible de cada francotirador electrónico.
ESTUDIANTE 1: Guerra electrónica... Romántico,
pero no funciona... El estado tiene mil modos de defenderse.
Al final nos muestra como simples delincuentes. La única
opción es la calle. En las avenidas o en los puertos,
pero en la calle. Miles de nosotros de carne y hueso mostrando
pancartas. Decisión, sencilla humanidad, capacidad
de sacrificio.
HACKER: Los acompañaremos siempre. Ayer en las calles.
Hoy en los puertos... Pero no será suficiente... La
capacidad de represión del aparato del estado es ilimitada.
El que ha luchado en primera fila sabe que la batalla es desigual
desde que rompe. Solo la informática puede emparejar
las fuerzas y darnos la ventaja porque nosotros alucinamos
día y noche, soñamos e inventamos cada día.
Y solo tenemos que enfrentar a sujetos a sueldo, obligados,
oprimidos, hartos, que trabajan pocas horas, con breik para
el café y una hora para pasar hambre al aire libre,
al aire nauseabundo y oscuro del tráfico.
TODOS: Vamos ahora por los puertos. Peguemos donde duele.
TODOS: Que así sea
Escena
VI
La escena
vacía. Es la sala de la casa de Dupin.
Al poco se abre la puerta de calle e ingresa Dupin, con la
vista fija en el periódico que lee.
Con la puerta abierta se detiene mientras, sin terminar de
entrar, continúa leyendo. Betania aparece en el umbral.
Sin percatarse de ella, Dupin intenta cerrar tras sí
la puerta mientras sigue leyendo.
Cuando observa que algo le impide cerrar la puerta a sus espaldas,
se da vuelta y se entera de la presencia, casi encima suyo,
de Betania.
BETANIA
(entrando): Me lo imaginaba alto, igual que su hijo.
DUPIN: Pues ya lo vé... Y estuve tan enamorado de su
madre que jamás pensé que pudiera ser de otro.
Siempre creí que ella solo tenía ojos para mí.
BETANIA: (como para sí misma) Ya quisiera una que así
fuera... (y a DUPIN) El señor Dupin ¿verdad?
Dupin,
que intenta asimilar lo devastadora que es ella, calla paralizado.
BETANIA:
¿Puedo pasar?
DUPIN: Por favor... adelante... Es Ud. mucho más hermosa
y atractiva de lo que luce en las revistas cuya portada no
se puede dejar de observar.
BETANIA: Con su permiso... (Camina hasta dominar la escena)...
Gracias por su cumplido.
DUPIN (Con vago gesto. No es claro si la invita a sentarse
o a quedarse de pie, como está): Bien puede... Está
en su casa.
BETANIA: ¿Entonces tampoco su esposa era alta?
DUPIN: Mientras estuve con ella siempre me pareció
perfecta… Maravillosa en todo... Ahora, años
después que me dejó, ya pude empezar a observar
y ver que ella y todos en su familia son de baja estatura,
al igual que en la mía. Pero me abstengo de cualquier
conclusión. Hago como el que se detiene algunos metros
antes del borde de un precipicio para mirar el paisaje desde
ahí, sin querer pensar que desde más cerca del
abismo la vista puede ser mejor. Prefiero creer que Roque
es hijo de ese amor que es lo único realmente maravilloso
que me ha ocurrido en la vida, aparte de tener a Roque, se
entiende.... Pero... cuénteme ¿que la trae por
aquí si soy yo quien debe acercarse a pedir la mano
de su hija?
BETANIA: ¿Cómo que la mano de mi hija? ¿qué
dice Ud.?
DUPIN: Nada... solo pretendía hacerle todo mas fácil,
pues ya veo que Ud. no sabe por dónde empezar.
BETANIA: Pues me ha dado un susto terrible... Mi hija casada...
Y casada... en fin, con quien sea... Es que no la imagino,
tan joven, pensando siquiera en casarse... Ud. sabe... a esa
edad los noviazgos duran nada y hasta lo que parece más
fuerte de pronto se convierte en recuerdo inofensivo.
DUPIN: Evidentemente... ¿un café?
BETANIA: No gracias... Espero que esto no nos tome mucho tiempo.
DUPIN: Entonces dígame en que puedo serle útil.
Yo entretanto preparo un café para mí. Dicen
que el café ayuda a escuchar y, ocasionalmente, despeja
el entendimiento.
BETANIA: Vengo por mi esposo.
DUPIN: Pues no esta aquí... ni siquiera lo conozco.
BETANIA: ¿Es que no se puede hablar en serio con Ud.?
DUPIN: En esta playa solo varan historias tristes, aterradoras.
Siempre les cuesta comenzar. Casi nunca dicen la verdad. El
humor suele ser eficaz.
BETANIA: Entonces permítame hablar sin interrumpirme,
que cada cosa sin sentido que Ud. dice me saca de mi desesperación,
de mi concentración, de mi terrible sensación
de que todo acabó. Y créame que cuando digo
todo, es todo, sin excepción.
DUPIN (ahora muy formal): Siéntese, por favor.
BETANIA (se sienta): Mi esposo ha desaparecido... lleva tres
semanas sin que se sepa nada de él... Tres semanas
que han sido suficientes para comprender que no puedo vivir
sin él... No es solo que no pueda vivir sin su dinero...
Es que además no puedo vivir sin él... No es
que quiera seguir regañándolo y gritándole
como una poseída, celándolo día y noche
hasta hacerle la vida imposible... es que ahora comprendo
que aceptaría lo que fuera por volver a estar con él,
por verlo una vez más.. sentirlo a mi lado... escuchar
el sonido incomparable de su voz, ser testigo de su candidez
y de su risa
DUPIN: ¿Tres semanas? Cuénteme todo lo que sepa,
sin entrar en detalles esta primera vez.
BETANIA: Estamos a 28. Miércoles... El Viernes 9 salió
de casa tempranísimo como todos los días. No
entiendo para qué, pues su trabajo se reduce a sentarse
tras el escritorio en su lujosa oficina, meterse en blúmber
y ver cómo se mueve el precio de las acciones y de
unos valores o productos que ni siquiera son acciones. Entiendo
que son nada o algo similar a nada, pero que lo hicieron millonario
una y otra vez... Ni siquiera hace eso... En realidad solo
espera que lo llamen por teléfono y le digan compra
esto o aquello, vende la que vence mañana y cosas así
que él hacía puntualmente como si lo supiera
todo o no entendiera nada... Y varias veces al día
revisaba el saldo de sus cuentas bancarias para asegurarse
que siempre aumentaba... No era mucho lo que hacía,
en verdad... Eso y transferir dinero a mis cuentas y a las
del senador Cándido... diría que eso era todo...
Me corrijo, porque si no le cuento todo no podrá Ud.
ayudarme... No es que no entienda por que salía tempranísimo.
Sospecho que lo hacía para desayunar y estoy segura
que mucho más que eso en casa de Rosita Hernández,
la actriz tan de moda, la del monólogo... La conoce
¿no? (Dupin asiente) Al Senador Cándido también,
¿no? (Dupin asiente)... No sabe Ud. cuántas
veces he ido a ver ese monólogo que ya me sé
de memoria intentando comprender qué tiene ella que
no tenga yo, qué ve Ricardo en ella que no pueda encontrar
en mí que me he cuidado día y noche para él...
para ser la mujer más bella, sexy, coqueta y divertida
de todas, solo para él.
Dupin
la mira detenidamente y mueve la cabeza como asintiendo para
sí mismo. Como diciéndose que en efecto aquello
es un mujerón que nadie en su sano juicio cambiarÍa
por Rosita Hernández. Ella llora quedamente. Dupin
sirve dos cafés, le alcanza uno y se sienta frente
a ella.
BETANIA
(Saborea el café ensimismada. Tras un largo silencio):
Está muy dulce, muy oscuro, muy amargo... pero de algún
modo exquisito y reconfortante... Desde ese día no
he sabido nada de él. Llamo a sus compañeros
del golf, Luis Fernández y Guillermo Cañas y
nada saben de él. Solo saben hacerme proposiciones.
Las mismas de siempre. Solo que ahora alegan que como estoy
sola no tengo razones para rechazarlos... Lo mismo Simón
Heinz. Aunque nada sabe de Ricardo, nada de nada según
él, no le faltan palabras para tratar de convencerme.
DUPIN: ¿Y Rosita?
BETANIA: Parece que tampoco sabe de él, pues mientras
la insulto por teléfono llora desconsolada y me pide
a mí, la muy descarada, que si Riko aparece le diga
que daría lo que fuera por volver a verlo.
DUPIN: Entiendo... pero... ¿que espera Ud. de mi?...¿en
qué puedo servirle?... ¿Quiere mi opinión
sobre el caso o que me ocupe de encontrar a su esposo?
BETANIA: Quiero que encuentre a mi esposo... Temo que le haya
pasado algo... Sospecho que lo han secuestrado... Que quieran
asustarlo... No puedo imaginar que él haya decidido
desaparecer sin decirme nada y sin atenderme al teléfono...
Luisa habla maravillas de Ud. ... Me dice que es un brillante
investigador... que ha resuelto casos de gran complejidad.
DUPIN: Los mejores, los más crueles e interesantes
quedan resueltos solo por unos días en este país,
señora. Puede ser que uno acierte en dar con el asesino
y aun con los autores intelectuales y pueda demostrar quiénes
son los delincuentes y quiénes los afectados... Pero
luego, si hay poderosos involucrados, entra en juego la justicia
y lo enreda todo a tal extremo que se considera afortunado
que los familiares de la víctima no terminen en la
cárcel y aceptable que los asesinos sean objeto de
desagravios y más tarde sean condecorados o declarados
Doctor Honoris Causa de alguna universidad, para terminar
de pulir y dar brillo a su imagen intachable.
BETANIA: Ahora me parece que Ud. se toma todo demasiado en
serio, señor Dupin... Tal vez deba dejar el café.
Dicen que el té verde relaja.
DUPIN: A veces hablo demasiado como ve... Por ser Ud. la madre
de Luisa, que es como una hija para mí, y no entienda
por ello que también yo le estoy haciendo proposiciones
que, debo aclararle, me parecen muy justificadas, intentaré
ayudarla, aunque no le puedo garantizar resultado alguno.
BETANIA: Muchas gracias... Yo sé que no existe modo
de garantizar que lo encuentre... ¿Y sus honorarios?
¿Cuánto suman? ¿Qué parte se paga
por adelantado? Por favor entiéndame... nunca me he
visto en una situación similar
DUPIN: Por ser Ud. quien es, le propondré mis honorarios
una vez que encontremos al Sr. Arestimuño. Entonces
los tres nos pondremos de acuerdo acerca de la eventual efectividad
de mi participación y en el monto de mis honorarios,
en caso que deba cobrarles algo.
BETANIA: Sr. Dupin, yo no vine a pedirle un favor... vine
a contratarlo.
DUPIN: La entiendo y aprecio su disposición a pagar
por mis servicios... Pero imagine Ud. que convengamos que
son cien mil dólares y que tan pronto hemos terminado
de firmar nuestro acuerdo golpean a la puerta y aparece el
Sr. Arestimuño queriendo conocer al padre de Roque
o al propio Roque para sacarle los ojos, o que llega Ud. a
su casa y lo consigue esperándola... Vamos paso a paso.
Verá Ud. que lo encontraremos y después llegaremos
a un acuerdo satisfactorio para todos.
Escena VII.
Dupin
trabaja en su computador.
Se escucha a Louis Amstrong que canta "Kiss of fire",
el tango "El Choclo", en su versión en ingles,
(http://www.youtube.com/watch?v=gVxwN3Eaf_U), al menos hasta
que, después de su cantar inicial, entra la trompeta.
Tocan a la puerta. Dupin abre. Es Riko, 40, desfalleciente.
La música baja de volumen pero permanece hasta que
se termina la pieza.
RIKO:
¿Puedo?
DUPIN (reconociéndolo escasamente): ¿Ricardo
Arestimuño? Es Ud., ¿no?... Lo he visto en la
tele.
RIKO: ¿Puedo?
Dupin
lo coge de un brazo y lo ayuda a pasar y sentarse en una silla
del comedor que oficia de su escritorio de trabajo
DUPIN:
¿Agua?
RIKO: Por favor
Dupin
le sirve agua. Riko bebe sediento
DUPIN:
¿Algo de comer?
Riko calla.
DUPIN:
Vamos, que yo también he pasado hambre alguna vez.
Riko permanece
sentado sin hacer ademán. Dupin habla mientras abre
la nevera, saca recursos, prepara un sandwich a un costado
en la propia mesa del comedor.
DUPIN:
He leído que lo buscan
RIKO: Necesitan un chivo expiatorio
DUPIN: ¿Por qué no se ha fugado? Todos lo hacen.
RIKO: No tengo nada... ni aquí, ni afuera.
DUPIN: Cuesta creerlo... Millonario, especulador y sin salvavidas
en un paraíso fiscal... No parece real.
RIKO (a medida que se expresa va mostrando su personalidad
seductora, sencilla, amable, convincente, cándida):
Una cosa es la imagen que crean de uno y otra lo que uno es...
Me he visto en la tele y los periódicos... A tal punto
parezco un delincuente, un especulador profesional, un desalmado
inversionista empujado por la codicia que hasta me arrepiento
y me avergüenzo de serlo a pesar de nunca haberlo sido.
DUPIN: Pero las cifras que dicen que Ud. ha ganado en la bolsa,
cientos de millones de dólares... hasta hace poco un
héroe, un ícono del emprendimiento, del capital
semilla, de la toma exitosa de posiciones en situaciones de
riesgo en las que otros no se atrevieron a invertir... Cuesta
creer que alguien tan exitoso y admirado no haya asegurado
su futuro como hacen hasta los banqueros y especuladores más
modestos.
RIKO: Aunque cueste creerlo...
Dupin
le alcanza un sandwich que Riko, mientras habla intenta comer,
formal y mesurado, con tenedor y cuchillo, y termina devorando
con graciosa avidez
RIKO:
Nunca supe nada de eso ni fui experto. De hecho apenas entendía
como funciona la bolsa y jamás llegué a comprender
qué demonios eran esos derivados e instrumentos secundarios
en los que se me consideraba un genio y que me hicieron inmensamente
rico... de ahí que no daba entrevistas... Tal vez mi
silencio agrandaba el aura y mi prestigio.
DUPIN: Nadie podría creerlo... En corto tiempo ganó
Ud. cifras inalcanzables para cualquiera.. ¿Y sin saber
nada del asunto?... Difícil... imposible de creer.
Riko come
calladamente. Bebe. Se relaja. Transmite el inmenso placer
que siente tras haber saciado hambre y sed.
RIKO:
Ahora, después de disfrutar lo que Ud. me ha dado de
beber y de comer, debo decirle algo que quizá estaba
obligado a decirle antes de entrar.
DUPIN: Lo escucho.
RIKO: ¿Cómo empezar, si no lo conozco siquiera?...
Mi hija recitaba... "Compadre quiero cambiar mi caballo
por su casa, mi cuchillo por su espejo, mi montura por su
manta..." Siempre recuerdo la escena que pintaban esos
versos... Necesito refugio... Me buscan... No tengo a quien
acudir... Luisa me hablaba de Ud., del padre de Roque... Me
decía que algo tiene de excepcional, de único...
Nunca entendí del todo a qué se refería...
lo pintaba como un hombre generoso.
DUPIN: El poema ese que recita su hija continúa: "Si
yo pudiera, mocito, ese trato se cerraba, pero yo ya no soy
yo, ni mi casa es ya mi casa"... ¿Cómo
podría ayudarlo si fuese cierto que soy generoso? Mire
que unos días por una razón y otros por muchas
otras, no tengo ni jamás he tenido dinero.
RIKO: No se trata de dinero... Necesito refugio... Donde esconderme
DUPIN: No pretenderá...
RIKO: No tengo donde ir. El Senador dice que me darán
cárcel, la más dura, porque necesitan mostrar
que castigan a alguien... Y Amelia dice que en la cárcel
me matarán porque temen que hable, aunque no sé
qué podría yo decir, no sé qué
puedo yo saber tan peligroso así como para que quieran
callarme.
DUPIN: ¿El senador?... ¿Qué senador?...
¿Amelia?... ¿La mentalista de la tele? ¿Refugio
aquí?... No puedo siquiera imaginarlo... La única
ayuda que puedo darle es comida y algo de beber, aunque debemos
decir que Ud. se ha presentado aquí como si fuese otra
persona que requiere de mis servicios para recuperar su fortuna
o algo así... Más que eso, desde ya le digo
que ni se lo sueñe... Que no tengo espacio aquí
dónde recibirlo... No puedo convertirme en cómplice
de un especulador financiero, quizás lo que más
detesto, por el solo hecho de que vayamos a ser consuegros.
RIKO: ¿Con qué?
DUPIN: ¿Tampoco Ud. sabe nada del asunto?
RIKO: ¿De qué asunto?
DUPIN: Su mujer estuvo aquí hace pocos días
y tuve que decirle que se trataba de una broma... Estaba tan
mal que no le dije nada... Su hija Luisa está embarazada
de mi hijo Roque y van a casarse.
RIKO (alegremente): ¿Un nieto? Siempre quise tener
uno... Y ahora que cada día es más difícil,
que cada día me parece el último, pocas cosas
puedo imaginar que me pueden traer felicidad... Esta es una...
un nieto... ¿Tiene Ud. una foto de Roque? ¿Se
parece a Ud.?
DUPIN: Descuide... no tema... no se me parece en nada... No
puede Ud. quedarse aquí. Sería absurdo... La
policía, aunque su torpeza es el único sustento
de mi profesión, no puede ser tan torpe que no lo busquen
aquí, lugar al que llegan su hija y su esposa.
RIKO: ¿Betania? ¿mi mujer?
DUPIN: Ya se lo he dicho a Ud. hace unos segundos. Ella ha
estado aquí y volverá... La policía andará
tras ella aunque más no sea porque tal vez no hay en
el país mujer alguna detrás de la que se pueda
andar tan justificadamente.
RIKO (celoso) ¿Y que viene a hacer aquí mi mujer?
... Le ruego me explique.
DUPIN: Muy simple: está desesperada y me ha contratado
para que lo busque a Ud. ... de modo que tenemos otra razón
para que no se quede aquí: puedo venderlo. Me ha ofrecido
mucho dinero por encontrarlo.
RIKO: Ella no tiene con qué pagarle.
DUPIN: Ud. puede ser un sujeto absurdo, incomprensible, y
eso aun está por verse... Pero que ella no haya ahorrado
nada, que no haya guardado... que no tenga dinero en el extranjero...
Imposible... o yo no sé nada de mujeres.
RIKO: Si Ud. no me recibe moriré de hambre... O tendré
que entregarme y me matarán... No sé esconderme,
robar, fugarme... No estoy hecho para eso... Apenas si alguna
vez he levantado la voz a alguien... Siempre todo ha sido
fácil para mi... Solo ahora, por primera vez se me
presenta un problema y ya ve... no sé cómo hacer
y no estoy preparado para atenderlo.
DUPIN: Además un hombre como Ud. no parece capaz de
oír a su hija entrar aquí, reír y conversar,
sin salir de su escondite a abrazarla y preguntarle por el
nieto... Aquí desde cualquier rincón se oye
todo lo que se habla... Y cuando venga su mujer...¿no
saldrá corriendo a besarla cuando la oiga llorar por
Ud. y decir que lo busca no por su dinero ni por nada material
si no porque lo ama y no puede vivir sin Ud.?... No lo soportaría...
Y ya tendría yo que dar refugio clandestino a toda
la familia... Aunque la policía sea perfectamente inútil
los encontraría y yo iré preso por encubridor.
Escena VIII
Se abre
la puerta de calle. Entran Roque, cabeza vendada, brazo en
cabestrillo, y Luisa, con la ropa manchada pero muy compuesta.
Roque se echa en el sofá. Ella se sienta a la mesa.
Dupin entra desde la puerta a la derecha que se supone que
lleva a una habitación interior.
DUPIN:
¿Qué tienes? ¿Qué te ha pasado?
LUISA: Tiene un traumatismo encefálico cerrado y el
brazo fracturado. Le prescribieron reposo pero volvió
a las barricadas... Al final hemos tenido que correr... Tuvimos
suerte... hay heridos, tal vez muertos... y muchos detenidos.
DUPIN (a Roque): ¿Cómo te sientes?... ¿necesitas
algo?
ROQUE: Estoy bien... No era fácil estrangular, parar
los puertos.. no imaginas la fuerza con que vinieron... no
esperaron un día...
DUPIN: La idea era golpear y retirarse, no quedarse mucho
tiempo ahí para evitar un enfrentamiento abierto.
LUISA: Así lo intentamos... Cortábamos la autopista
aquí y allá... Distintos lugares de estrangulamiento...
Pero la respuesta policial era cada vez más ágil
y desalmada.
ROQUE: Además los encapuchados no consideran estrategia...
golpean siempre... se mantienen mientras pueden... regresan
incansables... y cada día son más aunque cada
día resulta herido un mayor número de ellos...
y los capturan como si fueran ganado.
LUISA: Han asesinado al ex presidente Ríos...
DUPIN: A Ríos... el admirado que se lo merecía
todo... la verdad es que también se merecía
la muerte... quizás es lo que más se merecía...
¿y saben ya quien lo mató?
LUISA: No tienen la menor idea... Caminaba solo cerca de una
casa que tiene al pie de un cerro, lejos de la capital...
Le dieron dos tiros desde lejos... como si hubiera sido un
jabalí... El segundo cuando ya estaba en cuatro patas...
Hablan de un tirador profesional...
ROQUE: Sicarios... Asesinato político en este país
donde nunca ha pasado nada... Cuesta creerlo
DUPIN: ¿Cómo que nunca?.. Hace veinte años
asesinaron a un senador... Y que hayan matado a Ríos
es, sinceramente, de toda justicia... Siempre pensé
que algún día le cobrarían la muerte
del descuartizado.
LUISA: ¿Qué descuartizado?
DUPIN: Durante su gobierno descuartizaron a un alto funcionario
de la principal Universidad del país. Pretendían
evitar que hablara. Que delatara a Ríos en un esquema
de corrupción que recién comenzaba a descubrirse
y donde Daniel, el dscuartizado, después de muerto
logró ser el testigo principal.
ROQUE: ¿Y cómo saben que fue Ríos? ¿Cómo
saben siquiera que querían callarlo si como dices lo
mataron? ¿Es que lo descuartizaron después que
habló?
DUPIN: Lo raptaron y descuartizaron oportunamente. No alcanzó
a hablar. Ni siquiera a decir que pensaba hablar. Fue un asesinato
preventivo. Y dejaron su documento de identidad y su llavero
sobre los diecinueve huesos que fue lo único que se
ha encontrado de él.
LUISA: ¿Para que la cédula y el llavero?
DUPIN: Para dar un mensaje a otros que pensaran denunciar
los delitos de Ríos y sus cómplices. Quisieron
dejar en claro que esos huesos eran suyos y no de cualquier
otro. Un pequeño gesto para que todos pudiesen entender
que hablar era poco saludable... Daniel sabía mucho.
Algunos huesos es todo lo que quedó de sus intenciones.
ROQUE: Pueden haber sido huesos de cualquier otra persona
y que por coincidencia hayan tirado ahí su cedula y
el llavero.
DUPIN: Hubo identificación vía ADN... Eran sus
huesos... Además, temiendo ser asesinado, Daniel dejó,
en manos de un periódico, miles de documentos que sirvieron
para enjuiciar a Ríos y sus cómplices.
LUISA: ¿Y pudo demostrarse que ellos lo asesinaron?
DUPIN: Nunca se supo nada. Ni siquiera se investigó.
Ríos y la oposición llegaron a un acuerdo para
dejar impune ese crimen de lesa humanidad.
LUISA: ¿Y nadie pidió justicia?
DUPIN: Un ciudadano, uno solo, mientras Ríos era presidente,
cada año por la prensa y la TV denunciaba que Ríos
estaba involucrado en el asesinato y el encubrimiento.
ROQUE: ¿Y Ríos que decía?
DUPIN: Callaba... probablemente temblaba.
LUISA: ¿Y nadie más dijo nada? ¿Jueces?
¿Diputados ¿Periodistas? ¿Nadie?
DUPIN: Solo la hermosa jueza que llevaba los casos que se
adelantaban gracias a los papeles que dejó Daniel.
Pero tan pronto ella quiso saber quien descuartizó
a su testigo estrella, la Corte Suprema le prohibió
acercar su hermosa nariz a la hediondez de la patria.
ROQUE: ¿Y qué fue de Ríos y sus cómplices
de corrupción?
DUPIN: Fueron beneficiados con la prescripción de sus
delitos, mediante una sentencia amañada del más
alto tribunal.
LUISA: ¿Prescripción?
DUPIN: Es el instrumento de los poderosos para asegurarse
impunidad... Tal es así que durante el gobierno de
Ríos, cuando algunos senadores fueron acusados de pedofilia,
el Congreso aprobó una ley que establece que la pedofilia
prescribe a los cinco años de cometidos los delitos.
De modo que si intentaban condenarlos, el juez podía
sentenciar que esos delitos estaban prescritos.
LUISA: ¿Y en qué terminó todo?
DUPIN: Una vez que lograron sentencias que los ponían
a salvo de sus acusadores, el Congreso modificó la
ley para restablecer que los delitos de pedofilia prescriben
después de quince años.
LUISA: ¡Qué horror!... pobre país.
Las palabras
de Luisa son interrumpidas por un sollozo de Riko en su escondite,
en el cuarto a la derecha del escenario
LUISA:
Un sollozo... Escuché un sollozo
ROQUE (asombrado): Yo también
DUPIN (fingiendo desesperación): ¿Qué
les pasa? ¿Se han vuelto locos? Ahora resulta que creen
en espíritus y que en esta casa se oyen sollozos que
además yo no escucho... Roque, por primera vez me veo
obligado a mandarte el carajo... No puede ser que tú,
hijo mío a quién eduqué tan racionalmente
se deje influir así y comience a creer locuras.
ROQUE: Es que sinceramente me pareció escucharlo. Y
cuando Luisa dijo que lo había oído no pude
evitar admitir que yo también.
DUPIN: No sé qué les pasa.... escuchan sollozos...
¡quién podría creerlo de Uds.!
ROQUE: Entonces piensas que el asesinato de Ríos es
por el descuartizamiento de Daniel.
DUPIN: No sé si lo pienso o lo deseo. Al menos es un
mensaje a los responsables de impartir justicia: si ellos
no castigan a los grandes asesinos, alguien se encargará
de hacerlo. Cuando comprendan que así será,
ya se cuidarán de impartir justicia con detenimiento
y rigor para que no sea que terceros lo hagan solo con rigor.
LUISA: Mamá me espera. Está cada día
más descontrolada por la ausencia de papá. Quién
lo hubiera creído... Cuando lo tuvo cerca le hizo la
vida imposible.
Se escucha
un nuevo sollozo, algo más quedo
LUISA:
¿lo oyeron?
DUPIN (que también ha reaccionado ante el sollozo):
¿Oímos qué?
LUISA: Un sollozo
ROQUE (que al oírlo se había dado vuelta en
dirección al sollozo, mira a Luisa con complicidad,
luego a su padre): ¿Sollozo? Yo no escuché nada.
LUISA: Debo irme
ROQUE: Voy contigo
DUPIN (a Roque): Mejor quédate. Debes hacer reposo.
Un golpe en el cráneo...
Los jóvenes
se van.
Tan pronto han salido, Dupin camina hasta la sala contigua
en la que se esconde Riko. Pronto regresa con éste.
DUPIN:
Te lo dije... Eres una mamita... El día que venga tu
mujer te echas a sus pies y mi prestigio se viene al suelo...
He aceptado cobrarle por encontrarte y resulta que estás
en mi casa... lo siento pero tienes que irte... busca otro
lugar para ti.
RIKO: Perdón... perdóname por favor... es que
me emocioné demasiado al escucharla... apenas puedo
imaginar que esa muchacha, a quien me cuesta dejar de ver
como una niña, sea capaz de luchar por lo que cree
y cargue además con mi nieto.
DUPIN: Ya verás cómo ese crío, que respira
molotov y lacrimógenas no será una mamita...
Lo siento... no puedes quedarte.
RIKO: No tengo donde ir... (intentando seducirlo) entonces
la derecha en tiempos de Ríos aceptó dejar sin
castigo a los que descuartizaron a ese tal Daniel... Y en
cambio a mí, que no he matado ni robado a nadie, que
no tengo culpa alguna, que todavía no entiendo qué
demonios es un derivado, me quieren meter preso por el resto
de mi vida...
DUPIN: El encubrimiento es un delito mil veces mayor y, en
el caso, más grave que el propio descuartizamiento.
Gobierno, oposición, jueces, congresistas, propietarios
de los medios, una red interminable, una medusa de mil cabezas...
por eso se dice que Daniel comenzó a gobernar el propio
día en que aparecieron sus restos... Y mientras no
se castigue a quienes ordenaron matarlo y a quienes dirigieron
el encubrimiento, este país seguirá siendo lo
que es: un grupo de delincuentes de cuello y corbata que esquilman,
oprimen y escriben sus propias leyes mientras acallan, extorsionan
e imponen disciplina a millones de indefensos... Golpean incansablemente
al oprimido hasta convertir su rebeldía en resentimiento,
en frustración, en convicción de que nada que
se intente tendrá resultado.
RIKO: Y yo soy uno de ellos... (solloza)... y tú, mi
conabuelo... ¿así se dice? me echas a la calle,
me arrojas a sus garras... Luisa comentaba en casa que tienes
alma, que eres solidario y comprometido... cuentos y más
cuentos.
DUPIN: Tu no entiendes la situación en que me pones...
tengo un apartamento al que te puedes ir.
RIKO: ¿Y cómo haré para comer?... para
salir de compras... ¿no viste en la tele que ofrecen
recompensa por mi?... me pintan como un monstruo... como el
único culpable de la miseria de todos... una sola persona
que me reconozca y seré linchado o me entregarán...
DUPIN: Esta misma noche te llevaré a mi apartamento
en la playa... te dejaré provisiones y te las llevaré
cada semana... Aquí no te quedas un día más.
Escena IX.
Sala de
la casa de Dupin, que, en pijamas, habla por teléfono.
DUPIN:
Sr. González. Mientras más indago en su caso,
más me parece que Ud. me guarda algo, que no me dice
todo lo que sabe... O que a Ud. le ha cabido una participación
en los hechos distinta de la que me ha detallado... No, ya
la he dicho que no envíe a nadie hasta acá...
Pues si ya lo hizo por favor llámelo y dígale
que no lo recibiré... Soy yo quien decide cómo
se lleva el caso y dónde y con quién me reúno...
Le agradezco que lo llame antes de que sea tarde... Por favor...
Dupin,
molesto, pone el áifon en la base del amplificador
parlante y se echa en el sillón.
Suena "Mi noche triste", en la versión original
de Gardel, acompañado solo de guitarras.
Después de algunos compases del tango, se escuchan
fuertes golpes a la puerta. Dupin se pone de pie con aire
indignado. No abre. Intenta seguir escuchando a Gardel.
Los golpes se repiten. Dupin se pasea tratando de escuchar
el tango. De pronto camina hasta la puerta.
Tan pronto la abre, irrumpen tres o cuatro encapuchados.
Todos excepto Líder, que se echa en el sillón,
se pasean por la sala y las habitaciones vecinas, ignorando
a Dupin e inspeccionando el lugar con desparpajo.
LIDER:
¡Qué música añeja!... Gardel, ¿no?...
La policía se llevó a Roque, su hijo... Parecía
muy malherido.
DUPIN: ¿Dónde está Roque? ¿Quién
es Ud.? ¿qué pasa con él? ¿de
dónde lo conoce?
LIDER: Lo metieron en un carro de la policía... Solo
vi cuando lo recogieron, ya inconsciente. Lo arrastraron sin
el menor cuidado y lo arrojaron dentro del carro.
DUPIN: ¿Quién es Ud.?
LIDER: ¿Yo?... nadie... Somos los que todavía
mantenemos el bloqueo de los puertos... Los estudiantes ya
lo han abandonado... No es mucho más lo que podremos
resistir. Somos pocos. Y si bien ellos...
DUPIN: ¿Dónde tienen a Roque?
LIDER: No se puede saber. Y a esta hora no hay nada que hacer.
Lo negarán en cada lugar al que vayamos por él.
Mañana, una vez que los grandes jefes aprueben las
coartadas, darán una respuesta precisa y perfecta:
está en tal parte, se le acusa de tales hechos, se
le consiguió con tales daños causados por los
propios violentistas que forman parte de su movimiento o resultado
del enfrentamiento entre los violentistas y las fuerzas de
orden.
DUPIN: ¿De dónde conoce a Roque?
LIDER: Irrumpimos un par de veces en las reuniones de los
líderes de los estudiantes. Ahí estaba Roque,
bastante conservador, y su novia, Luisa, siempre dándole
al telefonito. Supe que él es hijo de Ud. después
que Luisa me rechazó no sé si por mi pasar algo
agitado o porque le gustan chicos más tímidos.
DUPIN: Voy de inmediato a la dirección general de la
policía y, si no lo consigo, preguntaré por
él en todos los hospitales públicos donde suelen
arrojar a sus víctimas.
LIDER: A la policía será inútil. A los
hospitales puedo acompañarlo. Sin pasamontañas.
Uno de
los encapuchados, al escucharlo, se detiene asombrado
ENCAPUCHADO:
¿Te volviste loco, jefe? Este tipo podrá denunciarte.
LIDER (a Encapuchado): Lo primero que aprendí en la
calle es a ver que hay detrás de cada rostro. Este
no denuncia.
DUPIN. Gracias. Por la compañía y por la confianza.
Veo que no estoy preparado para saber que a mi hijo le ha
pasado algo grave. Me cambio en unos minutos.
Dupin
desaparece por la puerta a la derecha y se mantiene conversando
con Líder. A veces asoma la cabeza para contestar,
otras solo se escucha su voz. Así, hasta que aparece
preparado para salir.
LIDER:
Abríguese bien que la noche está que no perdona...
Se pone
de pié. Observa un cuadro en las paredes de la habitación.
LIDER:
¿Supo que acusan a Arestimuño, el padre de Luisa,
del asesinato de Ríos?
DUPIN (asoma la cabeza asombrado):¿A Riko? ¿Ese
pobre inocente?
LIDER: ¿Inocente? Es la escoria del sistema... El financia
a estos bandidos... del presidente para abajo... Inocente...
Es dueño de mil empresas.
DUPIN (habla desde el cuarto vecino): No es lo que Riko cuenta...
Dice que está quebrado, en la ruina... que no tiene
dónde dormir.
LIDER: ¿Y Ud. cree esos cuentos?... ¿Un investigador
famoso como Ud. se come todo lo que le dicen? Lo veo y no
lo creo... Dicen que Ud. ve debajo del fango y resulta que
se deja engañar por un pillo cualquiera... Seguro que
Arestimuño tiene mil guaridas y cien escondrijos donde
guarda una y otra y otra fortuna... Si dicen que mató
a Ríos es porque saben que lo mató, porque saben
cuándo y cómo lo hizo... Porque lo ayudaron
a matarlo... Uno a veces no entiende sus razones, pero ellos
tienen todo organizado... Yo saco a éste, tú
me entregas a aquél, el de más allá no
se toca... y así... un libreto donde las palabras son
billetes que no dicen nada, que no escuchan ni ven nada, billetes
que ni siquiera existen pero que saltan de una cuenta a otra,
de un fondo al de más allá... y en el camino
van pariendo palacios y bancos, aviones y yates.
DUPIN (aparece vestido para salir): Vamos... vamos por Roque
Escena X.
Departamento
de Dupin en la playa. Se escucha a buen volumen a Freddie
Mercury, con Queen, en "I wanna break free".
Versión 2007:http://www.youtube.com/watch?v=eM8Ss28zjcE
Suenan siete golpes a la puerta. Tatata ta tatata. Obvia contraseña.
Aun así, Riko se asusta. Baja la música. Permanece
inmóvil.
Al poco se repite la contraseña.
Riko, inseguro y torpe, abre apenas la puerta y asoma completa
la cabeza. Entonces abre de par en par y aparece Amelia, alta,
fornida, vestido corto ajustado, peinada y muy pintada, enjoyada
como la vía láctea, elegante sin embargo, aunque
sin duda chocante por su porte y complexión manifiestamente
varonil. Amelia no es un travesti para hacer escarnio de él.
Es una profesional de la lectura del porvenir.
AMELIA:
¿Quién es ese tío ronco, misterioso y
varonil que llamó a mi celular desde un teléfono
público para darme esta dirección y pedirme
que venga a verte?
RIKO (Efusivo): Gracias... Muchas gracias por venir... Sé
lo mucho que arriesgas
AMELIA: ¿Quién es él?
RIKO: Me pidió guardar el secreto.
AMELIA: ¿De dónde lo conoces?.... Es peligroso...
No te conviene.
RIKO: Es el único que me ha prestado ayuda... a más
de ti, que has aceptado verme.
AMELIA: Es un asesino.
RIKO (rie): ¿El?... Imposible... es tranquilo y generoso.
AMELIA: Tal vez me equivoco... pero lo veo con aura de asesino,
de violencia, de crímenes horribles.
RIKO: El trabaja en eso. Es detective privado. Supongo que
en tu imaginación o en tus visiones aparece rodeado
del mundo criminal que investiga.
AMELIA (sentándose): Estas muy delgado... has envejecido.
RIKO: Quiero saber que será de mí... como saldré
de esto.
AMELIA: ¿Quieres que tire las cartas, lea el tabaco?
RIKO: Nunca necesitaste cartas ni tabaco para decirme cuándo
comprar y cuándo vender. Si comprar esto o aquello.
Solo quiero saber que será de mí, puesto que
por mucho que pienso y trato de imaginar qué debo hacer
o, al menos, qué puedo hacer, no logro encontrar una
camino de salida.
AMELIA (Cierra los ojos. se mesa el cabello. Se levanta y
camina inquieta. Se va desesperando): Déjame tratar
de ver todo una vez más
RIKO: Cándido, el senador, dice que me harán
preso y me condenarán a muchos años... Que me
castigarán para lavar la cara del gobierno... Y ahora
en la tele me acusan de haber matado a Ríos...
AMELIA (tratando de concentrarse): Por favor, ¡calla!
RIKO (calla brevemente pero no puede evitarlo): Yo... a Ríos...
¿Qué puede importarme Ríos?... No se
casi nada de él... Lo matan los propios cómplices
suyos o de Cándido y me culpan a mí.
Amelia
ya no está ahí. Se ha abstraído del todo
RIKO: Solo quiero saber mi porvenir... qué será
de mí... qué me ocurrirá... ¿cómo
puedo estar metido en este lío si yo jamás hice
el mal a nadie?... Por el contrario... no puedo entenderlo.
AMELIA (Vuelve en sí devastada. De pronto cae en cuenta
que está con Riko. Adopta una actitud evasiva): Debes
tener paciencia.
RIKO: No me vengas a mí con esas, Amelia, que te conozco
demasiado... dime lo que has visto.. ¿qué pasará
conmigo?
AMELIA (al cabo de un silencio): No tienes escapatoria...
no hay salida... Caes sin medida... Ruedas hacia un abismo...
Te prenden... Te condenan... Una multitud contempla... Todo
muy rápido.. Luego otro abismo... Desapareces.
RIKO: ¿Condenado por qué delito?
AMELIA: Eso no lo puedo saber.
RIKO: ¿También por la muerte de Ríos?
AMELIA: A juzgar por el revuelo, el odio, los grandes funerales...
parece ser que sí
RIKO (solloza): Tienes que ayudarme... Tienes amigos en el
gobierno... Se habla del poder que tienes sobre algunos...
Por favor, ayúdame
AMELIA: Solo estoy para mirar, para ver, para anunciar, dar
testimonio... No puedo hacer nada... No soy un personaje,...apenas
un espectador que se adelanta algunas escenas.
Riko se
deja caer en un sofá y solloza repetidamente. Amelia
se sienta a su lado y lo consuela
Escena
XI.a
Ha amanecido
y el sol no ha asomado. Las tinieblas parecen salidas de la
biblia. Se ven luces y escucha el sonido de carros y buses
que pasan. Líder Encapuchado y Luisa conversan en la
acera esperando autobús. Solo el áifon ilumina
levemente la cara de ella que mantiene la mirada fija en el
telefonito.
LUISA:
No entiendo cómo puede ser que el sol no haya salido...
¿Será que ya no existe? ¿Que en pocos
minutos todo habrá terminado? Estoy aterrada... Salí
de casa solo para no volverme loca. ¿Será que
aún es de noche y los hackers han manipulado la hora?...
Esta mañana no había TV, internet, ni señal
de celular.
LIDER: La falta de luz impide ver lo hermosa que debes estar...
Las molotov ya no solo darán vida a la lucha... También
a la belleza
LUISA: ¿No temes? ¿No te inquieta que sea tan
tarde y el sol no salga, que no haya comunicación alguna?
¿No te aterra que tal vez nos queden minutos... quizás
segundos de vida?.. ¿Nunca te detienes a pensar?
LIDER: ¿Detenerme? La policía, si pudiera...
¿Temer?... ¿Qué puede ocurrir que sea
peor que lo que es?.. ¿Qué esperanza nos pueden
quitar si nunca hemos tenido alguna? ... Lo que ocurra, sea
lo que fuere, da lo mismo... Si alcanzamos a dar todavía
algunos golpes... bienvenidos... Si esto se acaba o se acabó,
poco importa... Para nosotros nunca ni siquiera intentó
comenzar.
Escena XI.b
Oficina
del senador Cándido.
EMPRESARIO:
Es casi medio día y todo sigue a oscuras. De alguna
manera han logrado tapar el sol... Tal vez han creado un eclipse
permanente... Lo sabremos tan pronto comiencen a pedir...
Seguro que creen que por fin han dado un golpe que nos obligará
a negociar... Definitivamente no entienden nada de nada.
CANDIDO: Yo no vería las cosas con tanto optimismo...
La situación parece más bien difícil...
O más que eso, si se me lo permite: fuera de control...
El país es presa de pánico. Saqueo y vandalismo
en todas las ciudades con las que tenemos comunicación...
¿Cuantos días podemos resistir así, sin
sol siquiera, sin contar al menos la luz del día?...
¿Uno?... ¿Diez?
EMPRESARIO: Esto no pasará del día de hoy. Los
yanquis ya estarán trabajando para que vuelva la luz
del sol. No pueden permitir un mundo a oscuras.
CANDIDO: No es tan sencillo. Es un eclipse que afecta solo
el cono sur de América. De algún modo juntaron
basura cósmica, restos de satélites que giraban
abandonados y crearon un artefacto en orbita estacionaria
sobre nosotros, de modo que impiden el paso de los rayos de
sol.
EMPRESARIO: Seguro que los yanquis lo volarán en pedazos
en cuestión de horas.
CANDIDO: No parece tan sencillo. Sospechan que la basura cósmica
incluye artefactos nucleares. Destruirla podría dar
lugar a una catástrofe sin precedentes.
EMPRESARIO: ¡Carajo! (Se pasea en silencio. Levanta
una cortina. Se asoma a la ventana) La ciudad está
iluminada... Los saqueos aumentan el terror que impera porque
el sol no asoma y porque las comunicaciones están interrumpidas...
La gente será más tolerante cuando llegue el
momento de juzgar la acción de la policía..
Dirán que cualquier extremo era necesario.
CANDIDO: Es hora de revisar las peticiones que hemos postergado
estos años convencidos como estábamos de que
nunca podrían ir más allá de algunas
marchas, escuelas tomadas, desmanes y saqueos localizados...
Pero esto ya es otra cosa... Han interrumpido la vida misma.
EMPRESARIO: No exagere, senador... Los negocios siguen marchando..
Los barcos zarpan, las comunicaciones bancarias y comerciales
fluyen a través de las redes de respaldo... El pánico
restringirá el consumo y las bolsas caerán por
unos días... pero a la vuelta de un mes, haya sol o
no lo haya, estaremos ganando lo mismo o más que de
costumbre.
CANDIDO: Ese siempre ha sido su análisis y de ahí
hemos sacado siempre la solución: no ceder en nada,
apretar la tuerca una vuelta más, golpearlos duro,
dejar que se desgasten, meter en la cárcel a algunos
para darles un poco de la tragedia que parecen querer... Pero
esta vez es distinto.
EMPRESARIO: ¿Distinto?.. Simplemente una nueva forma
de presión... Como cualquier otra... No debemos dramatizar...
Por el contrario, si ven que el país sigue operando
normalmente, la inutilidad del esfuerzo que han hecho les
hará comprender que deben dejar de luchar y aceptar
para siempre lo que queramos regalarles.
CANDIDO: La luz del sol... ¿Es que no comprende? Los
campos, la fotosíntesis, no podremos seguir viviendo.
EMPRESARIO: Algunos no podrán, es cierto... Muchos,
probablemente... Pero se abrirán nuevas oportunidades,
nacerán nuevos negocios... Me atrevo a imaginar que
incluso podremos estar mejor sin luz, sin sol, sin calor...
Habrá tanto más que producir y vender... Si
actuamos oportunamente incluso el turismo puede por fin florecer
en este país.
CANDIDO: El daño puede ser irreparable... la vida misma
está amenazada... Sus propios nietos, senador
EMPRESARIO: Ya estaban amenazados.. Para las grandes mayorías
las oportunidades no existen... Millones de muertos pueden
traer un nuevo equilibrio... Garantizan un porvenir para el
planeta... La historia agradecerá la acción
de los saboteadores y reconocerá el coraje que tuvimos
al negarnos siquiera a conversar... ¿Quieren hacerlo
saltar? Pues que lo hagan saltar, ya que son ellos quienes
saltarán. No es mucho lo que dejaremos de ganar hoy
para garantizar este nuevo renacer.
CANDIDO: Pienso que Ud. no comprende que esta vez la situación
es demasiado grave... Diré al presidente que debe negociar,
que debe ceder, que es necesario que la inmensa riqueza del
país alcance también a las grandes mayorías
EMPRESARIO: No se atreva, Senador... Dígale más
bien que en días así, cuando todo parece condenado,
su deber es más que nunca apoyar a la banca y los negocios...
de otro modo todo se habrá perdido para siempre.
Escena XII
Dupin
escribe en su laptop sobre la mesa del comedor.
Se escucha el silencio.
A un costado de la sala, Roque, sentado en su silla de ruedas
con un collarín que le soporta el cuello, permanece
inmóvil.
Golpean a la puerta con la misma clave usada por Amelia en
una escena anterior
Dupin abre.
RIKO (entrando):
Dicen que yo lo mate (desesperado) ¡¡¡que
yo lo maté!!!
DUPIN: Cálmate, que desde hace semanas te buscan por
la muerte de Ríos... No digas que no lo sabías.
RIKO (se pasea desesperado) ¿Ríos?... Dicen
que también maté a Cándido... ¡Roque!
(reparando en él) ¡Roque! ¿Qué
haces en esa silla?
ROQUE (habla con dificultad, ronco, como desde dentro del
pecho): E-s-p-e-r-o... m-i-l-a-g-r-o...
DUPIN: El doctor dice que, con suerte, en cualquier momento
empezará a moverse, poco a poco, hasta recuperarse
del todo...
RIKO (Se arrodilla junto a Roque. Apoya la frente sobre uno
de los brazos inmóviles de Roque apoyado en la baranda
de la silla): Roque... Roque... (a Dupin): ¿desde cuándo
el muchacho está así? ¿qué le
ha ocurrido?…
DUPIN: Dos meses... Así me lo entregó la policía...
él no recuerda nada. Ni siquiera de la semana anterior
al día en que lo golpearon.
RIKO (llora desesperado): ¿Qué está pasando?
¿por qué? ¿Cómo todo, incluso
la juventud se derrumba a nuestro alrededor?... El padre de
mi nieto... Y ahora Cándido... Cándido... otro
fantasma... ¿Y Luisa?... ¿Ha venido?... ¿Cómo
va su barriga, el nieto que temo no alcanzar a conocer?
ROQUE: V-i-e-n-e...
DUPIN: Viene todos los días... Está cada día
más hermosa
RIKO: Luisa... Cándido... han matado a Cándido
y, tal como él me lo dijo, el gobierno me tiene a mí
para que cargue con todas las culpas... Y Roque así...
No lo puedo creer... Yo venía, Dupin, a pedirte refugio
aquí, una vez más... Ya no sollozo... Ya no
hablo... Puedo fingir que estoy muerto... Ya casi estoy muerto...
Pero no... me voy... los dejo
DUPIN: ¿Por qué dices que han matado a Cándido?
RIKO (otra vez camina desesperado como si pensar en ello le
hiciera perder la razón): Porque está muerto...
Hoy... lo han encontrado en su oficina... Siempre era el primero
en llegar al ministerio.
DUPIN: ¿Y cómo lo sabes? No han informado nada.
RIKO: Lo escuché esta mañana por el radio...
Entonces salí, cerré tu apartamento y caminé
hasta el bus que me trajo... No puedo estar solo... todo me
causa terror... Lo golpearon en la cabeza con un antiguo tintero
de bronce que adornaba su escritorio... Dicen que intentó
defenderse, que levantó los brazos pero el tintero
era demasiado pesado como para que pudiera detener su imperturbable
paso justiciero... Pobre Cándido.
DUPIN (se sienta a la mesa, manipula el laptop brevemente,
lee un par de segundos con detenimiento): Así es...
Efectivamente han asesinado a Cándido... Un nuevo asesinato
político.
RIKO: Pobre Cándido.
DUPIN: ¿Pobre? Pobre país obligado a mantener
a maleantes como él. Escribió leyes para beneficiarse
a sí mismo y a sus cómplices, delincuentes inmobiliarios.
Leyes que les dan para siempre el fruto de sus delitos. Era
la personificación del "Abogado del dólar",
descrito por Pablo Neruda, el que "remacha los grillos
de la esclavitud de la patria"
ROQUE: ¿D-e-f-i-e-n-d-e-s... a-s-e-s-i-...?
DUPIN: Ellos han subvertido la democracia. Se han valido de
todo para matar, despojar y enriquecerse. Han creado obligaciones
ilegales que Uds., que no habían nacido, tendrán
que pagar durante toda su vida... La miseria de los oprimidos
es el resultado del abuso que hacen del gobierno y de la ley.
RIKO: ¿Y ello justifica matarlos?
DUPIN: Si la justicia no los castiga y, por el contrario,
exige respeto para ellos, entonces alguien debe asegurarse
de que no se saldrán con la suya. Y demostrar a los
jueces que si no hacen la tarea entonces alguien la hará.
ROQUE: P-a... ¿q-u-é... t-e...?
DUPIN: Todo tiene un límite. Y cada uno de nosotros
está obligado a exigir y aún a imponer ese límite.
Existen delitos que no pueden quedar impunes. No hay disculpa
para permitirlo. De otro modo jamás habrá democracia
y caeremos una y otra vez en manos de delincuentes, dictadores
o alucinados.
RIKO: Me voy... ¿puedo seguir en tu apartamento de
la playa?... No será por mucho tiempo, supongo.
DUPIN: Puedes quedarte aquí si quieres... (a Roque)
eran suyos los sollozos, ¿recuerdas?... (con triste
desesperación) ¿recuerdas, hijo?
ROQUE: S-í... p-a... s-o-ll-o-z-o-s
RIKO: Me voy... soy demasiado asesino... vendrán por
mí... te harán preso por encubridor... ¿quién
cuidará de Roque?
DUPIN: Te quedas... ya encontrarán al asesino... Puede
ser cualquiera... A Luisa, cuando venga, puedes hablarle...
pero a tu mujer, no... nadie podría sacarla de aquí.
Escena XIII
Dupin
y Riko en la sala de la casa de Riko.
Roque silencioso y quieto en su silla de ruedas, se interesa
en lo que sucede.
DUPIN:
En menos de una semana han aprobado leyes para encarcelar
a los que protestan y calificar de terrorista cualquier discurso
que se pueda pensar que incita a la violencia.
RIKO: En este país son muy eficientes. Todo funciona
rápido.
DUPIN: ¿Rápido? Las leyes que penalizan los
delitos ambientales y los delitos inmobiliarios llevan años
en el Congreso. Alegan mil razones para no aprobarlas. Así
los bien relacionados destruyen el ambiente y compran permisos
de construcción sin que puedan ser castigados.
RIKO: Alguna poderosa razón deben tener para no aprobar
las leyes que mencionas. No puede ser que...
Lo interrumpen
fuertes golpes a la puerta y una voz
Voz: ¡¡¡Policía!!!
¡Abran la puerta!
Riko queda
paralizado, al borde de un infarto. Dupin, con toda calma
pone el índice vertical sobre su propia boca, en ademán
de hacerlo callar, y con gesto reposado lo conmina a esconderse
en el cuarto vecino, lo que Riko hace con prisa, torpeza e
interminable estruendo.
Tan pronto Riko ha entrado a su cuarto, Dupin cierra la puerta
que da a él y le pone llave.
Voz: ¡¡¡Policía!!!
¡Abran la puerta!
DUPIN (a gritos): Un momento... me estoy vistiendo.
Cuando
Riko por fin ha dejado de hacer ruido para esconderse, Dupin
camina calmadamente hasta la puerta y abre. Irrumpen Capitán
y dos o tres policías. Mientras Capitán habla,
policías husmean el lugar. Incluso intentan sin éxito
abrir la puerta del cuarto de Riko.
CAPITAN
(con afectada cordialidad): Amigo Dupín... Ya quisiera
poder decir que hace tiempo que no lo veo, pero Ud. nos visita
con excesiva frecuencia... Lamentablemente esta vez se trata
de algo distinto...
DUPIN: ¿En qué puedo servirle, Capitán?
CAPITAN: Tengo orden de allanamiento de su domicilio.
DUPIN: ¿Me permite ver la orden?
CAPITAN (la saca de uno de sus bolsillos y se la entrega):
Puede verla.
Dupin
la lee y se la devuelve
DUPIN:
¿Qué puedo hacer ante una orden así?
... Solo facilitar su tarea para reducir mis inconvenientes...
Dígame, capitán... ¿qué específicamente
buscan en mi domicilio?
CAPITAN: Tenemos orden de arresto contra el Sr. Ricardo Alberto
Arestimuño Pérez... Según nos han informado,
ésta es una de sus guaridas.
DUPIN: ¿Guarida? ¿Mi casa? Ja! Ja! Ja! ¿Y
de qué se acusa a ese Ricardo?
CAPITAN: No finja que no sabe, amigo Dupin.... De delitos
financieros que han afectado gravemente la economía
del país y, además, para que Ud. comience a
tomar el asunto más en serio, de magnicidios.
DUPIN: No es mi amigo... ni siquiera lo conozco... ¿Dijo
Ud. magnicidio?...
CAPITAN: Dije "magnicidios"
DUPIN (horrorizado): ¿Lo acusan a él de las
muertes de Ríos y de Cándido?
CAPITAN: De los asesinatos.
DUPIN: El sería incapaz de eso.
CAPITAN: Ha dicho Ud. que no lo conoce.
DUPIN: He visto lo que dicen los medios
CAPITAN: Y probablemente lo que dice la hija del acusado,
novia de su hijo de Ud.
DUPIN: Pues, si lo desean, revisen todo. La persona que buscan
no se encuentra aquí.
Los policías
miran rápidamente tras los sillones y por los rincones
del pequeño salón. Salen por la puerta que da
hacia la cocina. Regresan en breve. Ahora se concentran en
abrir la puerta del cuarto de Riko. No lo logran.
CAPITAN:
Por favor, amigo Dupin, abra esa puerta.
DUPIN (tranquilo): Es el cuarto de mi hijo y de su novia...
No tengo la llave... Cuando ella viene, ahí se encierran
a conversar... Cuando se va, ella deja todo cerrado... Ud.
sabe como son los muchachos hoy en día.
CAPITAN: Ud. me dirá, amigo Dupin: me entrega la llave
o nos veremos obligados a abrir esa puerta por otros medios.
DUPIN. Un momento, Capitán, por favor... Permítame
llamar a Luisa. Puede que esté por llegar y no sea
necesario que la destruyan... La orden es de allanamiento,
no de demolición, ¿verdad? Si la chica estuviera
por llegar podríamos tomar un café mientras
la esperamos...
CAPITAN: Me luce que Ud. solo trata de ganar tiempo, amigo
Dupin... Y viendo como se encuentra su hijo cuesta imaginar
que se encierre en un cuarto con su novia... Para serle sincero,
no entiendo qué gana demorando este operativo... Además
su casa está rodeada por mis hombres... A no ser que
se produzca un terremoto en este preciso instante, nada puede
alterar la marcha de este allanamiento.
DUPIN: ¿Puedo llamar, entonces, a Luisa?
CAPITAN: Llámela, pero no demore, por favor.
Dupin
llama una y otra vez por su teléfono móvil.
No le atienden. Insiste. Espera un momento.
DUPIN:
¿Un café?
CAPITAN: No, gracias
Dupin
insiste con el teléfono. Aparentemente le cae una llamada.
Deja mensaje.
DUPIN
(habla por teléfono): Luisa... es pa... aquí
en mi casa esta la policía... quieren entrar a tu cuarto...
un allanamiento... buscan a tu padre... Ya les he dicho que
no está aquí... ¿estás por llegar?
Mira que si demoras tumbarán la puerta.
DUPIN:(Después de colgar): Vamos, Capitán. ¿Qué
tal si esperamos unos minutos su respuesta?... ¿Un
café?
CAPITAN: Amigo Dupin... Ud. y yo nos conocemos mucho... Por
favor deme esa llave en este momento o doy orden a mis muchachos
para que abran la puerta.
DUPIN: Capitán... ¿Como puede Ud. desconfiar
de mi?... Ese hombre no esta aquí y la llave de esa
puerta la tiene la novia de mi hijo... Esperemos por favor
unos minutos.
CAPITAN (se dirige a sus hombres): Muchachos... abran esa
puerta.
Los policías
abren la puerta y entran al cuarto. Al poco comienza a escucharse
ruido de objetos pesados que se mueven y, luego, de una lucha
sorda. Pronto aparecen dos policías arrastrando a Riko
que resiste pasivamente como haría cualquier activista
al ser retirado de una "sentada".
CAPITAN:
Vaya, amigo Dupin... esto le puede acarrear un problema legal
mayor... ha estado escondiendo a un sujeto buscado por la
justicia, ha negado su presencia en el lugar, ha impedido
el acceso al cuarto en que se escondía el prófugo.
RIKO: Dupin... por favor haz algo... Amelia, mi mentalista,
dice que me culparán de los males del país y
del asesinato de los corruptos que fueron ejecutados.
DUPIN: Capitán... por favor deje las cosas así...
Ud. sabe que este sujeto es incapaz de matar a nadie... es
un inocente.
Capitan: ¿Inocente?... Solo en la bolsa de valores
de nuestra capital estafó mas de cien millones de dólares...
y dicen que en los grandes centros financieros dejó
deudas por miles de millones.... Y además se le acusa,
no de asesinatos... ¡de magnicidios!
DUPIN: Capitán... Ud. sabe, su experiencia se lo dice...
este sujeto es incapaz no solo de disparar un tiro... es incapaz
siquiera de levantar una mano... no creo que alguna vez le
haya pegado a nadie... mucho menos matarlo
RIKO: Ayúdame Dupin... Si me sacan de aquí estoy
muerto... me van a matar... (Solloza repetidamente)
DUPIN:: Capitán... deme diez minutos y le entregaré
al asesino de Ríos y de Cándido... (e indicando
a Riko) ¡Olvídese de ese pobre inocente!... ni
es capaz de hacerlo ni sabe nada de las razones que podrían
haber movido al magnicida.
CAPITAN: Perdone la confianza, amigo Dupin... ¿Ud.
realmente cree que soy imbécil?... ¿De dónde
pretende sacar y entregarme a un asesino que el país
entero busca desde hace meses?
DUPIN: Paciencia, capitán... Debe admitir que en varias
ocasiones les he entregado asesinos que Uds. llevaban meses
buscando.
Dupin
entra y sale repetidas veces por las puertas que dan al cuarto
de Riko y la cocina, recogiendo ropa, objetos y un libro,
todo lo cual mete en una maleta que ha abierto sobre el sofá
de la sala. Cuando termina de llenarla, cierra la maleta y
camina a la puerta de calle invitando a todos a salir.
DUPIN
(mientras teclea calmadamente su teléfono móvil):
Todavía debo hacer una llamada crucial, estimado Capitán...
(y cuando le atienden) Verónica... esa voz tuya arrobadora...
es Auguste, como bien sabes... Bien, muy bien... Solo que
necesito que vengas a la mayor brevedad a hacerte cargo de
Roque... Ya sé... Ya lo sé... Tienes razón,
no tengo remedio... ¿Cuento contigo?... Gracias...
No sé que habré hecho en alguna vida anterior
para contar siempre contigo.... Esa vocecita tuya... Devastadora...
No tardes, por favor... Adiós.
DUPIN: Vamos, capitán... Ya estamos todos.
CAPITAN: No lo entiendo.
DUPIN: El magnicida soy yo.
CAPITAN (Indignado, ignora a Dupin y ordena llevarse a Riko):
Vamos muchachos. Saquen al prófugo.
Riko se
tira al piso sollozando. Los policías intentan levantarlo
RIKO:
Ayúdame, Dupin, que me van a matar.
DUPIN: Capitán... Ya se lo he dicho... El asesino soy
yo y Ud. está en la obligación de hacerme preso.
CAPITAN: Dupin... no soy imbécil... no seré
el hazmerreir de mis hombres y de los periodistas.
RIKO: Auguste... Por favor ayúdame... pero no te eches
la culpa a ti... No es necesario... Me han dicho que eres
muy inteligente... No entiendo lo que pretendes, pero no te
sacrifiques por mí...
DUPIN: Capitán... yo maté a esos delincuentes
y quiero pagar por ello... Maté a Ríos por el
descuartizamiento de Daniel Figueroa y, a Cándido,
por los mil delitos que ha cometido contra la nación.
Los jueces deben entender que si ellos otorgan impunidad a
los grandes delincuentes y condenan sin piedad a los oprimidos
entonces habrá quien haga justicia y les diga en su
cara, como yo quiero hacer, que deben elegir entre cumplir
con la obligación de impartir justicia o resignarse
a los actos de quienes estamos dispuestos a llegar a cualquier
extremo para poner fin a esa farsa.
CAPITAN (a sus hombres): Prendan también a este sicópata...
¿Qué te pasó Dupin? ¿Ahora eres
drogadicto? Se acabó tu brillante carrera.
Escena XIV.
Es la
Sala de visitas de la cárcel
Puerta al fondo. Mesa en el centro con dos sillas una a cada
lado, izquierdo y derecho del escenario donde conversarán
la visitante y el preso. Cuando se abre el Telón, Amelia
camina nerviosa, esperando.
Al poco se abre la puerta. Dos guardias traen a Dupin. Al
verlo, Amelia se estremece de terror.
DUPIN:
¿Amelia?
AMELIA: Sí
DUPIN (a los guardias que se retiran): Un momento... es un
error... ella no viene por mí... viene por Ricardo
Arestimuño, el de la 2311
AMELIA: No, Auguste, es a ti a quien vengo a visitar.
DUPIN: Pierdes el tiempo... Aunque Riko me ha hablado de tus
poderes, lo lamento, pero no creo en nada y menos en adivinos
AMELIA: Vengo a visitarte porque esta noche tendrás
otra visita... Y has sido tan generoso con Riko que me sentí
obligada a venir a avisarte para que lo sepas y por si quieres
dejar algún mensaje, hacer llegar palabras a alguno
de tus seres queridos.
DUPIN: ¿Quién viene esta noche? No es fácil
llegar hasta mí... estoy en aislamiento y máxima
seguridad... hace muchos, no se cuantos días no veo
a nadie ni hablo con nadie.
AMELIA: La de negro y silencio...
DUPIN: ¿Morir esta noche? ¿Lo dicen los astros?...
Suelen equivocarse
AMELIA: No es que lo haya adivinado... Me lo ha dicho alguien
que lo sabe
DUPIN (burlon) ¿Otro adivino? ¿Un espíritu
te ha interrumpido para hablarte de mí mientras leías
el café o echabas las cartas?
AMELIA: Te lo diré con claridad para que no perdamos
el tiempo, ya que en cualquier momento vienen los gendarmes
y se termina esta reunión que me costó mucho
conseguir... Soy la novia, o una de las novias, más
bien, ¿como puedo evitar saberlo? del ministro del
interior... Sí, aunque cueste creerlo... El, por su
parte, cree tan ciegamente en mis poderes que da por sentado
que sé todo lo que ocurrirá... de modo que no
me dijo que esta noche te matarán... solo me preguntó,
seguro de que yo ya lo sabía, porque según él
sé todo lo que ocurrirá... es mucho más
encantador que lo que parece en la tele... ese cargo tan ingrato
no es bueno para la imagen de nadie... en fin... me preguntó
cuál es el precio político que tendrá
que pagar cuando se sepa que fuiste asesinado.
DUPIN: Que me hizo asesinar
AMELIA: No... No es él... Es un hombre de buen corazón...
Incluso se alegró de la muerte de Cándido...
piensa que jamás debió haber nacido... él
es poderoso, es verdad, pero a veces recibe instrucciones
terminantes... eso es: terminantes... casi todas las da él,
pero muy ocasionalmente alguien lo llama y le dice en forma
precisa y sin argumentos que debe mover esta pieza a tal casilla
o tomar aquélla y ponerla fuera. En esas ocasiones
también él, como todos, adivina, sabe, que no
debe preguntar, que se ha convertido en una pieza del enorme
mecanismo.
Mientras
habla Amelia pone su finísimo bolso sobre la mesa.
Es de esos que dejan ver el sin fin de objetos residentes
en una cartera de mujer. Tras buscarlo con calma saca una
cajita de cosméticos y mientras habla retoca su apariencia.
AMELIA:
Ya está. Te estoy haciendo un video. Puedes enviar
los mensajes que quieras. Después lo entrego a una
amiga de toda confianza, una activista como dicen ahora, que
verá de devolverme lo que es privado, para que lo haga
llegar a Verónica. ¡Qué mujer encantadora
la tuya y cómo le divierte que estés tan perdidamente
enamorado de ella!...
DUPIN: ¿También ella te consulta?
AMELIA: Todo... piensa que eres muy mayor para estar enamorado
de ella como si tuvieras quince... El resto del video mi amiga,
la salvaje, lo pondrá en la red para que, según
dice, todo se mantenga hirviendo despacito hasta que esté
pronto.
DUPIN: no tengo nada que decir... los hechos hablan por sí
solos... tal vez no debí matar a esos delincuentes...
pero, por otra parte, ¿hasta cuándo van a matar
y robar, a crear miseria y privar a los oprimidos de sus derechos
más elementales, a gozar de impunidad para todos sus
delitos, a pretender que los respeten como si no fueran lo
que son, los peores delincuentes?... ¿hasta cuándo
se puede permitir que la ley y la justicia solo sirvan para
que ellos se apropien de lo que quieren y castiguen al que
se opone?
AMELIA: Bueno ya tenemos algunas palabras... ¿Y para
Roque?
DUPIN: Que siga su lucha con paciencia... que algún
día estará recuperado del todo y podrá
disfrutar de su hijo y de Luisa
AMELIA: Una pregunta mía.
DUPIN: Tú todo lo sabes.
AMELIA: ¿Por qué matas a Ríos, ex presidente
de la república, hombre respetado por muchos políticos
e intelectuales?
DUPIN: Los hombres de Ríos secuestraron y descuartizaron
a Daniel. Seguro conoces el caso... Muchos hombres de Ríos
fueron a la cárcel durante algunos días gracias
a los papeles que dejó Daniel... Admito que si bien
haber descuartizado a Daniel es un delito grave que ha quedado
impune, pudiera no ser razón suficiente para matar
a un ex presidente.
AMELIA: Y entonces ¿por qué?
DUPIN: ¿Segura que estas preguntas son tuyas? ¿no
es que alguien te ha enviado con ellas?
AMELIA: La verdad es que sí... una amiga íntima,
periodista ella, a quien le comenté que vendría
a verte, me pidió que tratara de sacarte alguna declaración...
ella no sabe que será la última, pero sí
está interesada en saber de ti porque desde el día
mismo en que te entregaste ya no existes... se pregunta no
solo si es verdad si no cómo puede ser posible que
un tipo como tú, prestigioso y mesurado, pudiera haber
tomado una decisión tan descabellada, tan radical...
bueno, en este país radical significa conservador...
y como ni los diarios ni la tele hablan una palabra de ti...
solo alcanzaron a decir que te habías inculpado de
esos crímenes y que no había pruebas de que
eso fuera cierto... de ahí en adelante... ni una mención
más... has quedado reducido a ser una no noticia...
entonces ella quiere información que permita entender
si de pronto te volviste loco, si estás protegiendo
a alguien, dicen que a Riko, o si lo que has hecho es resultado
de ser, como tienes fama de serlo, extremadamente cuerdo.
DUPIN: ¿Y tu amiga cree que podrá publicar algo?
Aquí nada se sabe sin que sea aprobado por el gobierno
y además por sus cómplices, los dueños
de los medios.
AMELIA: Sabe que nada aparecerá en los medios, pero
también comprende que nada puede impedir que todo llegue
hasta la red, que se tuitee y se publique en algún
blog.
DUPIN: Antes de decirte por qué estos crímenes
quiero ser claro: que con la complicidad del aparato del estado
hayan secuestrado a Daniel, lo hayan descuartizado y hayan
dejado algunos huesos suyos, limpios como lavados en ácido,
uno de ellos un pedazo de cráneo, y el llavero y la
cédula de identidad de Daniel, es inaceptable, es un
delito de lesa humanidad y constituye terrorismo de estado...
¿Puede todo eso perdonarse? ¿Podemos aceptar
y quedarnos de brazos cruzados cuando la justicia decide no
investigar y dejar eso así?
AMELIA: Parece algo muy grave, sin duda
DUPIN: Si nos ponemos un momento en la piel de las hijas menores
de Daniel que desaparece un día y cuatro meses después
aparece descuartizado tras padecer quizás cuánta
tortura, o si nos ponemos en el amor de su mujer, podríamos
caer en la tentación de pensar que eso no se puede
dejar así y que si la justicia no hace nada al respecto
es comprensible que alguien diga ¡basta! y decida actuar.
AMELIA: No te entiendo... ¿se justifica o no?
DUPIN: Te decía que si se mira solo como el secuestro,
la tortura y descuartizamiento de un ciudadano por parte del
aparato del estado y todo ello con la complicidad del propio
presidente de la república y que si a pesar de todo
esto la justicia se abstiene de actuar, tal vez todavía
no se justificaría imponer en forma expedita la justicia
que los responsables de impartirla se abstienen de impartir.
AMELIA: Entonces ¿es o no es aceptable que vengas tú
o cualquiera y se convierta en algo así como en un
combo de Macdónal: acusador, juez, jurado, tribunal
de apelación, corte suprema y verdugo, todo en uno,
y si demora más de veinte minutos, puedo pedir otro
gratis?
DUPIN: Si el crimen fuera solo eso, que ya es mucho más
de lo que uno puede tolerar, tal vez no, pero es mucho mas
que eso, muchísimo más. Y entonces no solo hay
razones para ejecutar a Ríos... en rigor existe la
obligación de hacerlo.
AMELIA: ¿Por que dices "si el crimen fuera solo
eso"? ¿es que descuartizaron a algún otro?
DUPIN: Porque más grave que el propio descuartizamiento,
más grave que ese crimen de lesa humanidad, todavía
más grave es el encubrimiento.
AMELIA ¿Un simple encubrimiento es un crimen más
grave que el secuestro la tortura, el descuartizamiento, las
hijas privadas de toda posibilidad de entender cuáles
son lo hilos que mueven la vida, la mujer condenada a la soledad
y al terror de las llamadas telefónicas para que no
se atreva a hablar?
DUPIN: Y tú....¿cómo sabes de esas llamadas?
AMELIA: Una no solo es adivina... También es un ser
humano que tiende la mano para ayudar las pocas veces que
puede hacerlo...
DUPIN: ¿También la viuda de Daniel es cliente
tuya?
AMELIA: No... Solo vino a mí el día de navidad,
cuando Daniel llevaba cuatro días desaparecido... No
sabía si denunciar la desaparición o esperar
su regreso... Quería saber qué había
pasado con él.
DUPIN: El encubrimiento es más grave porque el gobierno
y la oposición llegaron a un acuerdo para que cien
diputados, que tienen la obligación de investigar y
que pertenecen a diversos partidos políticos, no investiguen
y no hablen siquiera de un delito en el que está involucrado
el presidente de la república. Para que los jueces,
que tienen obligación de impartir justicia, se abstengan
de hacerlo. Para que la jueza que investiga a los acusados
por los papeles que dejó Daniel, a quién en
el expediente se llama "testigo principal", sea
amonestada y amenazada por sus superiores por haber tenido
la osadía de preguntar quién descuartizó
a su testigo ausente. Para que ella deba resignarse a aceptar
que el "testigo principal" es un descuartizado de
cuyo descuartizamiento no se puede hablar, que es solo algo
abstracto llamado "testigo principal"... Para que
todos los periódicos sin excepción afirmen que
Daniel se suicidó... que la aparición de diecinueve
huesos de alguien es prueba evidente de que se trata de un
suicida. Y el esfuerzo se hace de forma tan coordinada que
logran que ningún periodista ponga en duda tan asombrosa
afirmación. Todos sin excepción coinciden en
creer lo inimaginable: Daniel se suicidó, limpió
sus huesos, escogió algunos de ellos, los dejó
a la vista de todos y puso encima sus documentos y su llavero
para que nadie tuviera dificultad alguna en identificarlo
evitando con ello que la policía tuviera la ingrata
tarea de seguir buscándolo.
AMELIA: Sigo sin ver la gravedad del encubrimiento...
DUPIN: Para que todo eso ocurra es necesario que se amarren
mil complicidades, que decenas de personas estén asociadas
con este fin. Y esto da lugar a que tanto esos criminales
como otros que saben que ellos están en el delito empiecen
a delinquir sin límite en la seguridad de que nadie
les hará nada porque si algo dicen entonces ellos hablan
y todo el tinglado se viene abajo. Y así se da que
Daniel comienza a gobernar.Que todo lo que ocurre en el país
está permeado, está condicionado, está
sujeto a los silencios y a los “si tu me condenas por
esto yo hago que te condenen por lo de Daniel”. El encubrimiento
ha empapado al país, lo ha sumergido en la podredumbre.
AMELIA: Entonces lo matas por el encubrimiento.
DUPIN: Por esto y por aquello... Porque no es aceptable ni
se puede permitir que un delito así y una asociación
ilícita de mil cabezas ocurran y destruyan al país
y que cada uno de nosotros se resigne a mirar a un lado, a
dejar pasar, a tolerar que los jueces se sigan diciendo jueces
y los políticos y los dueños de los medios sigan
exigiendo respeto y fingiendo que no son delincuentes... Todos,
cada uno de nosotros tiene la obligación de cortar
el nudo, de terminar con la farsa, de decirles que su justicia
no es justicia, que justicia es castigar sin excepciones,
que cada vez que ellos se nieguen a hacerlo habrá alguien,
uno cualquiera, que lo hará, breve y expedito, ya que
no lo quieren largo y apegado a derecho.
AMELIA: ¿Tu conducta y tu discurso no son un llamado
a la violencia, una incitación al terrorismo?
DUPIN: Mientras los delincuentes hagan las leyes seguirán
llamando con el nombre que les parezca necesario y condenando
con la pena más aterradora a cualquiera que pretenda
restablecer el derecho a la justicia y lograr que la ley sea
en beneficio de todos y no solo de quienes la escriben.
AMELIA: Parece terrorista incitar a millones de oprimidos
a ajusticiar sin proceso a los grandes criminales que los
tribunales se niegan a enjuiciar.
DUPIN: Incito a los jueces a impartir justicia. Pretendo que
la gravedad de mi delito los obligue a abrir los ojos que
mantienen deliberadamente cerrados. Que les haga percibir
la ferocidad de las fuerzas que despierta su negligencia criminal.
Recordarles que la rebelión es un derecho de los oprimidos
que observan que la farsa que se representa en el teatro de
los intocables desata una tragedia real, de sangre y de hambre,
de dolor y lágrimas entre los impotentes espectadores.
AMELIA: ¿Y por qué te entregas si todo estaba
organizado para culpar a Riko y nadie podría haber
sospechado siquiera de ti?
DUPIN: Si quiero justicia debo pagar por los delitos que he
cometido.
AMELIA: Me causas horror... Se me revuelve el estómago.
Me produces una angustia visceral.
DUPIN: ¿Mayor horror que el que te causa ver que la
justicia deja de cumplir su obligación de actuar y
solo despliega una parodia, representa un papel, ocupa un
lugar para engañar y confundir a los desamparados?
¿Mayor horror que observar que, mientras se otorga
impunidad a los poderosos, la menor transgresión es
suficiente para caer sobre los oprimidos con toda fuerza de
leyes escritas para atender la codicia insaciable y la ambición
sin limite de unos pocos?
AMELIA (mientras guarda sus cosméticos en el bolso
y pone éste en el espaldar de la silla): No entiendo
por qué me produce más horror la reacción
del individuo que se rebela desde su debilidad, desde su insignificancia
ante el aparato del estado, que la acción del estado
enorme y poderoso que con fuerza incontenible abusa de todo
y de todos... debo admitir que no me entiendo.
DUPIN: ¿Ni siquiera ahora que has apagado la videocámara
quieres saber del segundo magnicidio?
AMELIA: Aunque lo adiviné desde el primer instante,
me parece tan dulce e inocente, lo quiero de tal manera que
prefiero creer que no sé quien mató a Cándido.
Telón
Caracas, Mayo 2012.
Antonio
García V., (a) Darío Varela, es autor de:
“Stop
Gates now”, el primer libro que denunció
los delitos de Microsoft, fue parte del juicio en que el Juez
Jackson y luego la Corte Suprema de USA condenaron a la empresa
del delincuente Bill Gates por fechorías que incluyen
imponer el primer monopolio global y "retrasar el desarrollo
del software"
“Genserico,
rey de los vándalos”, novela histórica.
Investigación que demuestra que el desconocido rey
vándalo que dominó el mundo occidental durante
más de la mitad del Siglo V D.C. y que introdujo en
Occidente el feudalismo y la monarquía hereditaria
es el protagonista indiscutible de la transición Antigüedad
- Medioevo
"Democracia Política
y Económica", nueve casos de corrupción
durante el gobierno del Presidente de Chile Ricardo Lagos
Escobar, que suman varios millardos de dólares y un
Crimen de Lesa Humanidad: el secuestro y descuartizamiento,
aún impune, del testigo principal, Daniel
Figueroa de la Fuente.
“Apnea
del Sueño, remedio inmediato para un mal incurable”,
libro que enseña cómo resolver este grave problema
de salud pública y que denuncia los abusos de la industria
del CPAP, inútil y discapacitante dispositivo médico
que genera un mercado de cinco mil millones de dólares
anuales.
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