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¿ANTICOMUNISMO EN CHILE?
Antonio García V. 02.12.2014

El Partido Comunista de Chile alega que son perseguidos.

Acusan de anticomunistas a quienes piden que el embajador comunista de Chile en Uruguay sea destituido por haber hecho declaraciones que desprestigian a su propio país. El sujeto luego se disculpó para conservar un puesto que no es capaz de desempeñar en forma apropiada.

Tildan de anticomunista a quien denuncia que el Partido Comunista, mientras  rasgaba vestiduras en contra del lucro en la educación, se apropiaba indebidamente de millones dólares de la Universidad Arcis.

Lloran que es anticomunista quien afirma que la máxima autoridad del partido Comunista de Chile, su Secretario General no tiene de derecho a insultar del modo mas vil a dirigentes de oposición, y que resulta patético que siendo la máxima autoridad de un partido político afirme que ya se cansó de la lucha y que ahora desea disfrutar de un merecido descanso.

Califican de anticomunista al que denuncia que la presidenta de la CUT y el presidente del Colegio de Profesores, ambos comunistas, no consultan a las bases del gremio, llegan a acuerdos a espaldas de éste y discriminan entre profesores colegiados y no colegiados a la hora ejercer su derecho a voto en asuntos que afectan a todo el gremio, pero  no los discriminan a la hora de exigirles igual trabajo e idénticas responsabilidades.

Imputan ser anticomunista a quien se horroriza porque la diputado Camila Vallejo se ha opuesto a una reducción en el ingreso mensual de los parlamentarios, equivalente a SETENTA Y TRES (73) sueldos mínimos; se pavonea en las marchas de protesta asistida por  una auxiliar que le carga el coche, los pañales y el biberón de su hijo; alega que los 30.000 dolares mensuales que se embolsan en cargos de gobierno entre ella y su esposo no les alcanzan para criar a su única hija; y, se opone a que se investigue a sus correligionarios que saquearon la Universidad Arcis hasta quebrarla.

Dicen que es  anticomunista el que hace presente que los presos políticos y la violación de los derechos humanos han sido y son característica de los regímenes comunistas conocidos hasta hoy.

Apuntar estos hechos manifiestos no es ser anticomunista, como tampoco es ser antisemita denunciar que Israel ha impuesto un ghetto de Gaza, bombardea de poblaciones civiles y demuele viviendas en castigo a un delito cometido por alguno de sus ocupantes.

Es hora de entender que hacerse la víctima ha dejado de ser rentable y que quien aspira a ser respetado debe empezar por merecerlo.

Un partido político tiene derecho a prohibir que sus militantes critiquen a sus dirigentes, por incapaces que ellos sean, pero no puede pretender que quienes son ajenos a sus filas también deban callar ante los errores e ilícitos en que los miembros de ese partido incurren.

 

 

Antonio García V. Ingeniero. Escritor. Promotor de la Tasa Humana