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DEMOCRACIA JUDICIAL
Antonio García V. 04.08.2013

Sin justicia no existe democracia.

Los jueces son los únicos responsables de impartir justicia. Cuando no lo hacen el crimen y la corrupción destruyen la democracia.

Cada vez que el poder judicial se abstiene de impartir justicia está incitando al ciudadano a tomarla por propia mano.

La impunidad multiplica, fomenta y hace incontenible la corrupción.

La impunidad convence al ciudadano que el mejor negocio es la corrupción, porque es más rentable que cualquier otro y no supone riesgo alguno.

Impunidad y corrupción son baobab que es preciso arrancar una y otra vez,
incansablemente, porque de no hacerlo sus raíces destruyen del todo la democracia.

El corrupto debe ser inhabilitado de por vida para el ejercicio de cargos públicos.

Los altos funcionarios del estado, así como jueces y congresistas involucrados en hechos de corrupción deben ser procesados incluso cuando están en ejercicio de sus funciones, los lapsos procesales en los juicios que los afecten deben ser reducidos en un cincuenta por ciento y los plazos de prescripción y las multas y castigos deben duplicarse, de modo que para ellos la justicia sea doblemente expedita, dura y ejemplarizante.

La justicia tiende a ser dura con el pobre e infinitamente tolerante con el poderoso. Contribuye así a aumentar la discriminación y la desigualdad. El solo hecho de que un juez haya sentenciado con mayor dureza al débil que al poderoso debe ser causal suficiente para su destitución e inhabilitación.

La prevaricación, la desidia y la tolerancia con el poderoso deben ser castigados con cárcel para el juez y sus cómplices.

Todo aquel que contribuya directa o indirectamente a procurar impunidad debe ser castigado con cárcel.

Ni las empresas ni las personas tienen derecho a llegar a acuerdos con el estado para evitar recibir el castigo que la ley establece para los crímenes que hayan cometido.

En caso que las empresas lleguen a acuerdos entre sí que permitan que los delitos que una de ellas haya cometido queden impunes, el estado está obligado a hacerse parte de la demanda original hasta lograr la condena del delincuente.

Los directores de las empresas deben pagar de su propio peculio al menos el 50% de las multas y acuerdos extrajudiciales que se deriven para ellas de su conducta delictiva y deben pagar con cárcel en caso de reincidencia.
(Ver ensayo “Acuerdos Ilegales”)

 

Antonio García V. (a) Darío Varela