FÁBULA
DEL CÓNDOR Y EL HUEMUL
Antonio
García V. 31.08.2013
Sobre
el lema “por la razón o la fuerza” el condor
y el huemul sostienen un escudo y conforman el símbolo
patrio de Chile,
A un costado,
un ciervo hervíboro, especie en extinción como
consecuencia de la destrucción de su habitat. Muy sensible,
es uno de los pocos animales que sufre de stress. Ante el
peligro puede permanecer paralizado hasta mucho después
de transcurrido éste o arrojarse a un lago desde lo
alto, a riesgo de morir ahogado.
Antes
de los después, era el inocente señor de nuestra
tierra, desde Santiago al Estrecho de Magallanes. Hoy, menos
de cincuenta ejemplares buscan desesperados cómo salvarse.
Intentan vivir cada dia más arriba en nuestros montes,
más cerca de las aves de rapiña que los despojan
de sus hijos ya crecidos.
En el
otro costado, el más grande y poderoso animal alado.
Depredador, poco ágil para volar, principalmente planeador,
viaja cientos de kilómetros diarios en busca de alimentos.
Es de grandes banquetes que le impiden volar.
¿A
quién representa el huemul que todavía mantiene
en alto nuestro escudo?
¿A
aquéllos que dotados de la belleza de ser e inmensa
sensibilidad intentan vivir en esta tierra que un día
fue suya y les brindaba todo lo que podían necesitar?
Frente
a él, apenas un escudo de por medio, incapaz de otro
sentimiento que la rapiña, de otra sensibilidad que
la carroña, de otro vuelo que aprovechar sin esfuerzo
alguno el viento y las corrientes que puedan ayudarlo, un
supuesto hermano que amanece cada dia más fuerte, más
aguzado, más depredador.
Nuestro
simbolo patrio expresa una visión, un hecho, una asociación,
un acuerdo insostenibles.
Por este
camino llegará el día en que solo estarán
el cóndor y el escudo.
En que
el lema rezará: “Por la fuerza. Solo por la fuerza”
Puede,
como siempre, parecer tarde.
Dar la
sensación de que ya todo es inevitable. Que nada queda
por hacer si no resignarse a que los hechos terminen de darse
como vienen, como están anunciados, como han llegado
a ser.
Mucho
parece indicar que ya todo es inevitable.
Cómo
enseñar a pastar al ave de rapiña. Cómo
inducirla a detenerse en las tardes a escuchar el murmullo
de las hojas, de las aguas, de la brisa que lleva el aroma
conmovedor de las flores y la hierba.
Cómo
enseñarle a comer lo que necesita, a no tomar lo que
no es suyo, a respetar espacios y sentimientos.
Parece tarea imposible.
Pero el
hombre, de alguna manera, con toda su fragilidad, con ¨toda
su muerte a cuestas” ha sido capaz de asombrosos imposibles.
Ha podido
dar por tierra con muros de división que parecían
estar para quedarse.
Caminar sobre las aguas.
Descender por las venas de los volcanes y apagar con canto,
con música y versos la lava incandescente.
Ha bañado con su llanto y borrado con su pluma el pasado
más oscuro.
Ha logrado renacer del gulag y de mil holocaustos.
Es hora
entonces, no es tarde, de crear otro simbolo, otra historia,
otra epopeya para nuestra patria.
De tejer
otros sueños. De sanar a los ciegos y a los sordos.
De trazar
nuevos ríos y volver a sembrar los bosques originarios
para que renazcan la poesía, el amor, la solidaridad.
De construir
entre todos un nuevo país con un pequeño desierto
en medio de un inmenso oasis, un verdadero hogar.
Antonio
García V. (a) Darío Varela
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