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RAJOY MIENTE SOBRE LA REFORMA LABORAL
Antonio García V. 19.02.2012

Rajoy miente cuando afirma que su reforma laboral es justa.
Y lo repite incansable porque, sabiendo que la injusticia es el Talón de Aquiles de esa reforma, intenta defenderla con el método de Goebbels: toda afirmación es verdad si se tienen los recursos para imponerla.
La reforma que pretende implantar no es justa porque con la intención de crear empleo causa grave perjuicio al trabajador, lo que en situación muy excepcional pudiera ser justo.
Pero en este caso no lo es porque se pecha al trabajador y no a los restantes actores.
Obliga al trabajador a soportar toda la carga de sacar al país de la ruina a que lo han llevado los banqueros, los políticos y los empresarios, en este orden.
Hace entonces reacer el castigo, la tarea, exclusivamente sobre las espaldas del inocente, del único que no tiene culpa alguna de la situación actual.
Y tampoco es justa porque lo que quita a los trabajadores se lo regala a los empresarios y porque no establece el modo de compensar al trabajador por el sacrificio que es obligado a hacer.
Si Rajoy propusiera una forma de que lo que quita al trabajador volviese a manos de éste, podría ser justa.
Pero Rajoy se limita a pagar menos por cada hora de trabajo y cercenar derechos adquiridos, como ocurre con la indemnizacion por despido.
Y lo hace no por unos meses ni por algunos años si no, para siempre.
Convierte al trabajador, que tenía asegurado recibir no menos de 3.85 euros por hora, en un semi esclavo que por decisión del empleador podrá recibir uno o dos euros por hora, y aún menos, salario que no alcanza para vivir.
Talvez permita tener empleo. Pero no, vivir.
Vivir exige poder atender las necesidades de vivienda, alimentación, salud y educación y tener asegurados ingresos justos durante la vejez o tener capacidad de ahorro para poder asegurarlos por sí mismo.
Los salarios de semiesclavitud que impone Rajoy no lo permiten.
Y todo este sacrificio inaceptable y imposible de sobrellevar es a cambio de nada. Sin compensación alguna.
La reforma de Rajoy no es justa porque el sabe que cada economía depende de tres mercados: el del dinero, el de los bienes y el del trabajo.
En el mercado laboral concurren el empleador y el trabajador.
En el mercado de los bienes y servicios concurren el que vende y el que compra.
En el mercado financiero, el que invierte y el que lo ahorra.
En cada uno de estos mercados una de las partes (la primera) siempre está en ventaja con respecto a la otra.
El papel del estado en una democracia es atenuar la desventaja imperante en cada mercado. Aplacar el abuso. En ningún caso fomentarlo.
La reforma laboral de Rajoy no es justa porque incrementa la desventaja natural en que se encuentra el trabajador en el mercado laboral.
La reforma de Rajoy tampoco es justa porque no define una forma en que el sacrificio que hace el trabajador pueda traducirse, en caso de éxito, en beneficio directo para quien se sacrifica.
Simplemente reduce en forma sustancial y permanente lo que el trabajador recibe por su trabajo, por su vida, y no le entrega nada a cambio de ese deterioro.
No es justa porque pudiendo crear la forma en que el trabajador capitalice aunque sea parcialmente el sacrificio que se le obliga a realizar, no lo hace.
Y asegura, por el contrario, que sea otro, el empleador, quien la capitaliza, lo que la hace más injusta.
Si Rajoy considera que para que España surja de las ruinas y vuelva a ser un país próspero es necesario abaratar el empleo y facilitar el despido, grandes sacrificios para el trabajador, Rajoy debe exigir por ley que los beneficios directos que se deriven de su esfuerzo vuelvan a manos del trabajador cada vez que ese sacrificio tenga éxito.
¿Es posible lograr este acto de elemental justicia o Rajoy se abstiene siquiera de mencionar esta posibilidad porque es imposible hacerlo?
No solo es posible y de toda justicia.
En el siglo de Goebbels es fácil hacerlo.
Existen hoy las herramientas para que cada año pueda llegar a manos de cada trabajador, a más del salario que se le ha pagado, una parte de las utilidades que su esfuerzo ha generado para la o las empresas en las que gracias a la flexibilidad laboral se ha visto obligado a trabajar.
Cada año, asi como paga impuestos, cada empresa debería estar obligada a destinar un 20% de sus beneficios a terminar de pagar por su trabajo a quienes contribuyeron a generar ese beneficio.
¿Ganó diez millones de euros? ¿Pagó para ello 200.000 horas de trabajo? Pues que, a más de pagar impuestos esté obligada a pagar 10 euros adicionales por hora trabajada ese año a cada trabajador que hizo posibles esas utilidades que obtuvo y que de otro modo quedarían del todo en manos del empresario, gracias a Rajoy.
¿Que 20% es mucho? Pues que sea un 15% en el futuro.
Pero que sea un 30% durante esta etapa en que todos, trabajadores y empresarios debemos hacer un gran sacrificio para sacar al país adelante.
Este acto de elemental justicia generaría, además, un importante crecimiento de la economía del país, y con ello más empleo, pues las economías crecen solo cuando la mayor parte de su mercado, los propios trabajadores, tienen dinero para consumir, para atender sus necesidad fundamentales.
Esta simple medida además haría el milagro de que Rajoy dejara de ser mentiroso.

 

Antonio García Varela (a) Darío Varela